Hay un simpático pasaje en la serie “Paquita Salas” de Los Javis (Javier Ambrossi y Javier Calvo) en la que la representante de actores, interpretada por Brays Efe, se enfada porque a uno de sus representados no le han dado un papel en la histórica serie “Puente Viejo” alegando que tiene un aspecto demasiado gay: “Qué se le sube la pluma, dicen. ¿Qué hago? ¿Le bajo la pluma?”, espeta la representante, que continúa con “Ha habido maricones toda la historia de la humanidad. ¿No puede haber un maricón en Puente Viejo?”. Pues eso mismo es lo que nos ha venido a la mente al pensar en si ha habido, o hay, royals LGTBIQ+ ¿Es que no puede haber homosexuales en palacio? ¿Los ha habido?
Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+ como conmemoración de las revueltas de Stonewall, en Nueva York, en el año 1969, que marcaron el comienzo de la lucha por los derechos del colectivo. Desde entonces, se han conseguido unos grandes avances en el respeto hacia los integrantes de estas siglas, aunque no se puede bajar la guardia, ya que aún queda mucho que normalizar. Como, por ejemplo, la presencia de royals gay, lesbianas o transexuales. En la actualidad, parece que las historias queer en palacio están solo presentes en alguna que otra película que se ha viralizado con la historia de amor entre el Príncipe de Inglaterra y el hijo del presidente de los Estados Unidos. Pero no es cierto, ya que existen, y han existido a lo largo de la historia, miembros de la realeza que han sido disidentes.
Bodas por amor, algo nuevo en la monarquía
Para poder valorar la historia queer en las diferentes monarquías alrededor del mundo, lo primero que tenemos que hacer es comprender que las bodas “por amor” son algo tremendamente reciente en la historia de los reyes y reinas de casi todos los países. Casos como el de Letizia, con Felipe VI, o el de Guillermo, con Máxima de Holanda, demuestran que el amor triunfa incluso por encima de los compromisos. Aunque fue complicado su adaptación, la gente ha comprendido que los royals también tienen derecho a enamorarse. Antes, esto era impensable, las uniones entre monarcas se hacían como movimientos estratégicos, con el fin de conseguir poder, contactos o control sobre determinados territorios. Esto ha hecho que muchos de los enlaces históricos en las monarquías sean meros “contratos” entre dignatarios y sus familias. Esto conseguía que la personalidad de los contrayentes, así como sus sentimientos o inclinaciones amorosas o sexuales, fueran totalmente irrelevantes.
Francisco de Baviera y su amor público tardío
Antes de viajar hasta el pasado para conocer algunas historias de homosexuales en la realeza, conozcamos una historia actual que nos hace creer que el amor no tiene fronteras, ni edad. Es la de Francisco de Baviera, que se ha convertido, a sus 87 años de edad, en el primer jefe de una Casa Real en hacer pública y notoria su homosexualidad y, además, ha presentado a su pareja desde hace años, Thomas Greinwald, con total normalidad en el palacio de Nymphenburg.
Aunque esta Casa Real no “ejerce” actualmente en su propio país, puesto que el monarca es bisnieto del último rey efectivo de Baviera, ya que su monarquía fue abolida en 1918, la historia de amor del bávaro se convierte así en un ejemplo máximo de naturalidad y normalización del colectivo. A eso se suma que, a pesar de vivir en épocas donde la vida como homosexual no era del todo fácil, y menos en un entorno público tan agobiante como una familia real, el monarca nunca se ha casado con una mujer con la intención de ocultar o disimular su homosexual, como otros en palacio han hecho en década y siglos anteriores.
El príncipe indio que se convirtió en activista por los derechos del colectivo
“Mi reino se rebeló y quemaron mis estatuas y retratos, y protestaron contra mi salida. Pedían que me despojase de mi título, que no se me permitiese asistir a ningún acto público y que fuese boicoteado socialmente. (Pedían a mis padres) que me echaran públicamente de la familia real y desheredarme de la propiedad ancestral”, así explica Manvendra Singh Gohil, el príncipe del estado indio de Rajpipla, las reacciones y represalias que tuvo que sufrir al salir del armario en el año 2006.
El príncipe, que había estado casado con Madhya Pradesh Yuvrani Chandrika, pero en un matrimonio únicamente para mantener en secreto su homosexualidad, tuvo que abandonar el país por un tiempo, pero al volver, pasados los años, consiguió establecer un lugar seguro en palacio desde el cual se convirtió en activista y ha ayudado a cientos de integrantes del colectivo que lo han necesitado. Se casó con el americano Andre Richardson en el años 2013.
Royals LGTBIQ+ en la historia
Como explica el periodista Martín Bianchi en un artículo para Vanity Fair, cuando hablamos de royals LGTBIQ+, bien sean monarcas o aristócratas, “oficialmente, muchos de ellos no salieron del armario, pero sus apasionadas aventuras de alcoba traspasaron los muros de palacio para convertirse en leyenda”.
Entre los nombres más destacados encontramos la famosa bisexualidad de Ana Estuardo, que fue la primera reina de Gran Bretaña y que, además de vivir una vida tremendamente complicada y con grandes dificultades para tener un heredero, se conoce que mantuvo algunas relaciones sexo afectivas con mujeres, como por ejemplo la esposa del duque de Marlborough. Años después, Guillermo III de Inglaterra también se rodearía de hombre tras la muerte de su esposa María, pero ocultándolo completamente y que el pueblo veía con muy malos ojos este comportamiento. También en Reino Unido encontramos la historia de Jorge de Kent, el tío de Isabel II que mantuvo una relación en secreto con el escritor Noël Coward. Más recientemente, tenemos el ejemplo de Ivar Mountbatten, que se trata de un primo de Isabel II, que, tras dejar a su mujer, se casó con James Coyle en el 2018.
Entre los Borbones, familiares de nuestros reyes, en la corte de Austria, también conocemos la historia de Isabel de Borbón y Parma, nieta de Felipe V, que se enamoró de la hermana de su esposo, José II de Austria. En España contamos con la historia de Francisco de Asís, el marido de Isabel II, cuya toda ciudad sabía que era homosexual y lo ridiculizaban por ello. O el hijo de la infanta Eulalia, y sobrino de la reina regente María Cristina, Luis Fernando de Orleans, que fue despojado de sus honores al conocerse que durante una orgía había fallecido un marinero y el aristócrata habría intentado deshacerse de su cadáver. Más recientemente encontramos a Luisa Isabel Álvarez de Toledo, XXI duquesa de Medina Sidonia, que se casó, ya en su lecho de muerte, con la historiadora alemana Liliane Dahlmann, con la que tuvo una relación sentimental durante años.
En Francia, y apodado por su propia madre como “mi pequeña niña” y vistiendo habitualmente de mujer, encontramos la historia de Felipe de Orleans, el hermano de Luis XIV, que vivió públicamente y sin tapujos su homosexualidad. En Baviera, el rey Leopoldo, que es el tatarabuelo del antes citado Francisco de Baviera y que estaba comprometido con la hermana de Sissi emperatriz, rompió su compromiso porque se enamoró de Wagner, el reconocido compositor de música alemán.