Desde el pasado lunes 11 de marzo, la princesa Leonor hace frente a una nueva etapa de su adiestramiento militar. Unos días de prácticas que se prevén como los más duros de todo este curso. Acampadas al aire libre, simulacros de combates, largas caminatas… la heredera al trono está viviendo unas semanas de lo más intensas mientras permanece en el Centro Nacional de Adiestramiento de San Gregorio, en Zaragoza. Por suerte para ella, ha podido contar con la visita de su padre. 

El rey Felipe VI se acercó hasta el campo de entrenamiento aprovechando que visitaba Formigal para practicar su deporte favorito: el esquí. Antes de perderse entre telesillas en los Pirineos, quiso brindar unas palabras de aliento a su querida hija. 

El rey ejerció de padre para todos los cadetes

Felipe VI se volcó con los jóvenes cadetes a quienes dirigió unas palabras de ánimo sabiendo que, en estos momentos, se encuentran en uno de los periodos de adiestramiento más duros. Se le vio ejerciendo de padre, dándoles consejos y después, a la hora de la comida, charlando animadamente con estos aprendices de militares. 

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Gtres.

Leonor, que estaba rodeada de amigos y compañeros, tuvo que hacer un ejercicio de superar la vergüenza del momento, aunque, en alguna que otra ocasión, se vio a la princesa sonrojada. Padre e hija, junto con el resto de cadetes, comieron en la cantina del centro y degustaron un menú que Letizia habría aprobado de sobra. 

El menú de Leonor en las prácticas militares

Sobre las bandejas metálicas del Rey y su hija se apreciaban restos de una paella de marisco de primero y, de segundo, un pescado blanco con salsa verde. De postre, fruta. Más concretamente, una jugosa pera. Para beber, únicamente agua. Nada de refrescos. La Reina estaría orgullosa. Además, cada uno tenía su bollito de pan del que Leonor apenas tocó la punta.

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A juzgar por el contenido de las bandejas, Leonor debe ser poco dada a los arroces, puesto que el suyo estaba intacto, apenas una removida del contenido. En cambio, el pescado debió encantarle, puesto que no dejó nada.

El exigente entrenamiento de Leonor

Durante 11 días, Leonor vive sus jornadas de mayor crudeza física. Debe entregarse a unas pruebas físicas muy duras, además de simulacros que la ponen al límite. 

Leonor aprende a combatir sobre el terreno, con simulacros que la trasladan a donde tendría lugar la acción. Una acción a la que, por otra parte, jamás llegará a enfrentarse; pero debe cumplir con todo el entrenamiento como una estudiante más. Aunque su futuro no pase por participar en ningún conflicto armado. 

Y todo esto lo hace descansando poco y mal. Porque los días que duran las prácticas, Leonor duerme en tiendas de campaña, nada de su cómoda habitación dentro de la academia. Todos duermen 'al raso' y, afortunadamente, no están teniendo que lidiar con las inclemencias del tiempo. 

Y, por si esto fuera poco, las raciones de comida. En esta fase, tanto Leonor como sus compañeros tienen que enfrentarse a la escasez de alimentos. La paella de la visita de Felipe fue toda una excepción. En estos días, el grupo sobrevive con las llamadas "raciones de combate", consistentes en poca cantidad de comida y toda ella pensada para comer sin demasiada elaboración, productos enlatados y con abundante fecha. 

Las vacaciones de Leonor

Por suerte para Leonor, después de estos días tan agotadores, le estarán esperando unas merecidas vacaciones. La joven, junto al resto de su academia, marchará a casa el viernes 22, donde permanecerá hasta la Pascua. Entonces, volverá al centro para encarar el último trimestre de su formación de militar de tierra.