Renovarse o morir. No son pocas las veces en las que la Casa Real ha sido tachada de anticuada por no hacer lo propio. Al fin y al cabo, que en pleno siglo XXI todavía haya alguien que se erija en la figura del Rey, con todo lo que un título de ese calibre suponga, puede llegar a chirriar a más de uno. Y de dos, y de tres. Cuanto más pasa el tiempo, más parece que se ponga en entredicho la estructura que, hoy día en España, mantiene a Felipe VI y Letizia en lo más alto de los escalafones de control. Cuestión de contemporaneidad y de cambios en las formas de proceder, aunque no todos parezcan predispuestos a sumarse a una particular ola de reinvenciones que ya pasa por las redes sociales.

Porque por sorprendente que pudiera parecer hace tan solo algunas décadas, la gran mayoría de las dinastías no fallan a su cita con las plataformas digitales. No queda otra opción que adaptarse a las circunstancias, y por increíble que resulte, no son pocos los soberanos que han encontrado en la red un espacio ideal para ganarse el cariño de los súbditos. Especialmente en Instagram, donde Coronas como la danesa, la holandesa o la noruega actualizan a diario a sus miles de seguidores sobre la agenda oficial de sus respectivas Majestades. Más destacable es el caso de los británicos, que no solo cuentan con un perfil para los Reyes, sino que también con uno propio para los príncipes de Gales. Sin embargo, ni rastro de los Borbones. Solo Victoria Federica de Marichalar, hija de la infanta Elena, cuenta con un perfil público. 'Royal influencer', que la llaman. Los demás, un desierto. 

La Casa Real española, en 'desventaja' por no estar en Instagram

La oficialidad queda relegada a X, el antiguo Twitter, mientras parece que ni Felipe ni Letizia tienen intención alguna de dejarse ver por Instagram. Una estrategia curiosa que se contrapone con la de muchas monarquías convecinas y que, además, suscita muchas dudas. ¿Por qué proceden de este modo? ¿Les puede perjudicar? ¿Hay posibilidad de que se abran una cuenta en el futuro? Para conocer un poco más de cerca a qué se puede deber esta determinación, así como todas sus implicaciones, desde CLARA nos hemos puesto en contacto con Marc Florensa, experto en redes sociales

"No podemos decir que una Casa Real esté en redes sociales, porque probablemente el control de los contenidos sea extremo", sentencia el 'social media manager', en referencia a cuan verosímil es esa presencia en Internet que inexorablemente "requiere de un equipo detrás". Todo con el propósito de proporcionar "una información más fácil de acceder por parte del usuario, de la población (...)  que al final quieren tener información sobre sus monarcas". Sea como fuere, y aunque "los contenidos están muy bien regulados", Florensa reconoce también que es una forma ideal para que "la gente los sienta más suyos". "Esa falsa percepción de que forman parte de nuestro día a día hace que les tengamos más aprecio y más cariño, y que podamos ser más comprensivos con ellos cuando haya una situación más delicada como le está pasando a la familia real inglesa". Percepción que, con más o menos virtud, no aplica en el caso de España.

Felipe, Letizia, Leonor y Sofía
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Porque no, no sería suficiente con que la institución exista en X, porque el uso que se le da, aunque sea recurrente, es tremendamente aséptico. "Lo que hacen son comunicados oficiales, los pasan por el filtro popular y les reducen un poquito el tono formal (...). Eso no sería, desde mi punto de vista, sinónimo de que nuestra monarquía está en redes sociales", señala nuestro experto. Una determinación distante que difiere completamente de la forma de proceder en otros países, pero que para Florensa sí que podría tener una razón de ser. "Acercarse a la gente, desde la perspectiva mediática, redes sociales y televisión, lo que causa es que nos creamos que son como nosotros. ¿Si son como nosotros, por qué deberían ser Reyes?", plantea, para responderse que "podría ser la última baza que les quedaría para esa supremacía que tiene una familia real versus el pueblo". Un argumento plausible para mantenerse firmes en la idea de ejercer el silencio digital.

El futuro de la Casa Real española en Internet pondría a Letizia en el centro

Marc tiene claro que existir en Instagram "les iría bien desde la perspectiva de que los acercaría a la audiencia". En cuanto a buscar otras monarquías a las que imitar fuera de nuestras fronteras, aprovecha para poner sobre la mesa que "el caso de la española tiene una peculiaridad muy interesante". "Nuestra Reina, a pesar de ser consorte, tiene casi más fuerza que el propio Rey, además de unas particularidades como periodista y como comunicadora" que, llevadas por el camino correcto en el entorno de Internet, podrían convertirse en todo un reclamo para la ciudadanía. Florensa propone "un Instagram informativo, en el que ella apareciera en modo pódcast, explicando cuáles son los actos benéficos a los que ella acude".

Letizia Feder
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Al fin y al cabo, valerse de la grácil forma de informar de Letizia, su "capacidad de dar discursos de muchísimo tiempo sin leer ningún guion", y traspasarla a las redes. Todo para que la audiencia pudiera disfrutar de esas intervenciones suyas que "muchas veces no podemos ver porque no estamos invitados a los actos". No obstante, no le merecería la misma consideración Felipe VI por algo tan sencillo como que "es una persona que no tiene capacidad comunicativa suficiente para tener una autonomía en digital". "No es necesario crear un contenido cuando no aporta nada", como máxima sea cual sea el paradigma. Paradigma que, a pesar de las propuestas de apertura y las posibilidades de mejora, sigue percibiéndose inamovible.