Actualmente, si uno realiza una búsqueda rápida en YouTube de los términos Letizia y Sofía, el buscador, por defecto, recomendará completarla con “catedral de Palma”. Lo hace atendiendo a los millones de demandas que, en los últimos 6 años, más han realizado los usuarios de la plataforma. Y es que el Domingo de Resurrección del año 2018 se produjo uno de los cataclismos mayores de la monarquía española.
Ese día, a la salida de la misa de Pascua, el encontronazo entre las dos reinas provocó un seísmo que traspasó fronteras. Desde entonces, nada ha vuelto a ser igual.
Sofía, la víctima que salió perdiendo
Ese domingo, tras asistir a la misa, doña Sofía ansiaba que la prensa mostrara su actitud hipercariñosa con sus nietas. La emérita deseaba escenificar un momento familiar y de absoluta normalidad, cuando, en realidad, no había ni una cosa ni la otra. Un teatrillo armado en el que Letizia no iba a dejar participar a sus dos pequeñas.
El Domingo de Resurrección del 2018, a la salida de la Catedral de Palma de Mallorca, la emérita pedía explícitamente a los medios que la fotografiaran abrazando a Leonor y Sofía. Insistía y reclamaba. Algo insólito en ella. La octogenaría se ponía en medio de las dos niñas y, en un gesto de fingida intimidad, las agarraba por los hombros y las apretaba contra sí. Mientras las abrazaba, reclamaba, de manera incesante, la foto.
El enfado de Letizia
Letizia revoloteaba en torno a ellas. Sabía lo que pretendía su suegra y no iba a permitirlo. La Reina estaba tensa, irascible. Había tenido que comulgar, y nunca mejor dicho, con jugar a la familia feliz junto a Juan Carlos, pero ¿un posado? ¿Implicar a sus hijas en todo esto? ¿Ensuciar la imagen de la nueva Corona? Eso ya era pasarse. No lo iba a consentir.
La Reina se ponía en medio, impedía la foto. Doña Sofía, se movía buscando las cámaras. Y entonces Letizia, como el que no quería la cosa, se acercaba a Leonor, parecía que le acariciaba el pelo, pero lo que realmente buscaba era, disimuladamente, bajarle el brazo a su suegra. Bloquear el abrazo. La Princesa de Asturias entendió lo que pretendía su madre y se sumaba al bloqueo.
A Leonor no se la observaba cómoda y tampoco deseaba participar en la instantánea. La entonces niña de 12 años trataba de zafarse de su abuela, que insistía por todos los medios en el artificial gesto de cariño. Primero le propinó un manotazo y después otro más.
La tensión era tan evidente que Felipe acabó interviniendo y zanjando la situación. Él se adelantó y las niñas, huidizas, se fueron tras él. Letizia respiró aliviada. Lo que ella no sabía es que ese gesto que apenas duró unas décimas de segundo a condenarla para siempre. Ese manotazo la iba a volver la mala de la película.
Lo que se ocultaba tras la molestia de Letizia
Lo cierto es que Letizia no estaba molesta con la emérita. Quien la tenía en máxima tensión era Juan Carlos. Su animadversión por su suegro se había disparado a raíz de sus últimos escándalos. El emérito ya no recibía protección alguna y los medios, día sí y día también, se hacían eco de sus comportamientos poco legales. Los escándalos del emérito empezaban a acumularse y ella no quería salir ‘salpicada’. Pero, por encima de todo, deseaba mantener una imagen ultra pulcra de sus hijas, sobre todo de la heredera.
Letizia ha hecho una labor titánica para preservar el buen nombre de la institución. Después de las investigaciones de la Fiscalía a Juan Carlos, las amantes, las cacerías, las cuentas opacas, el yerno en la cárcel… La Reina sentía que debían desligarse de todo lo que implicaba la anterior monarquía. Ellos debían devolver a la institución su vocación de servicio al pueblo, la transparencia y la actuación noble; y, para ello, debían empezar por romper con aquello que la había ‘ensuciado’.
La reina Letizia no puede con sus suegros. Con el paso de los años, esta mala relación no ha hecho más que ir en aumento. La última vez que la esposa de Felipe tuvo que hacer de tripas corazón y compartir espacio con Juan Carlos fue en la misa homenaje a Constantino de Grecia; donde se sentaron juntos, pero no se dedicaron ni una palabra. La Reina tiene más que sentenciado su trato con Juan Carlos I y no dará marcha atrás.
Aquel día en la Catedral de Palma, Sofía fue, de nuevo, una víctima del comportamiento de su marido. El manotazo de Letizia fue una consecuencia a las polémicas del Rey. Quizás su nuera se excedió, pero su impulsividad pudo con ella. Letizia es extremadamente profesional, pero, también, es muy visceral. No sabe disimular su descontento y sus gestos acostumbran a delatarla. El del fatal Domingo de Pascua fue uno de ellos. Se dejó llevar por su animadversión por Juan Carlos y deseaba impedir que este se sumara a la foto con doña Sofía. La única manera para frenarlo, era a través del manotazo que la crucificó para siempre.
Letizia, 'mala' oficial e internacional
Las imágenes de Letizia propinando a su suegra tremendo revés dieron la vuelta al mundo. Llegaron hasta Reino Unido y sirvieron de gasolina para sus detractores. Marie Chantal, enemiga acérrima de nuestra Reina, aprovechó el momento para criticarla con severidad a través de Twitter y, de este modo, ofrecer todo su apoyo a doña Sofía, hermana de su malogrado suegro.
Las nuevas Semanas Santas de la familia real
Seis años después de aquello, el tiempo ha dado la razón a Letizia. Juan Carlos huyó de España, una huida que él ha vivido casi como una expulsión obligada y que ha permitido a los actuales monarcas respirar con algo más de alivio y continuar con esos planes de blanqueamiento de una institución que había quedado profundamente dañada por el anterior reinado.
Tras el manotazo, Letizia volvió un año después al lugar 'del crimen'. Necesitaba redimirse y, entonces, todo fue diferente. Y lo que lo hizo tan distinto fue la ausencia de Juan Carlos. Tras 2019, Felipe, Letizia y sus hijas no han vuelto a presidir la celebración de Pascua en Mallorca y han dejado sola a doña Sofía en la liturgia religiosa.
El 'manotazo' fue una ruptura total, también una ruptura con antiguas tradiciones heredadas. Ahora los actuales Reyes practican las suyas propias. Actualmente, les vemos acudir, siempre fuera de agenda, a actos de corte solidario o que dan visibilidad a diferentes celebraciones de la Semana Santa. Las dos tienen el mismo objetivo, dar visibilidad y publicidad. Saben que su presencia es el mejor altavoz posible. Una decisión premeditada que libera a Letizia y, a la vez, la redime. Jaque mate al rey (emérito).