Hay pocos personajes de la crónica social de nuestro país que hayan dejado tanta huella como Carmina Ordóñez. A punto de cumplirse 20 años desde la muerte de La Divina, los avatares de su vida siguen despertando tanto interés como lo hicieron en su época dorada, donde se convirtió en el centro de cualquier tertulia de la prensa rosa. Incombustible, directa, inteligente, carismática... Así era la personalidad de esa mujer que durante años logró engatusar al espectador junto a una belleza racial que la hacía inconfundible. Su historia de vida no fue nada fácil, y pese a haber saboreado las mieles del éxito, los últimos años de su vida estuvieron marcados por su descenso a los infiernos, que terminó el 23 de julio de 2004.

No obstarte, no todo fue oscuridad en la vida de Carmina, también hubo momentos de mucha felicidad, especialmente en Marrakech. Su pasión por Marruecos la convirtió en unas de las personas más influyentes en la corte del monarca alauita. Durante años, su casa en la Ciudad Roja se convirtió en su refugio preferido donde escapar de todo el huracán mediático que despertaba su nombre.

La vida de Carmina Ordóñez en Marrakech: su espectacular casa

El amor marcó la hoja de ruta de Carmina Ordoñez durante muchos años. Cada varapalo sentimental hacía que La Divina tomará un nuevo rumbo en su vida. Tras su separación con Paquirri, Carmina Ordoñez encontró el refugio perfecto en Marrakech, donde comenzó a su vez su historia de amor con el cantante Julián Contreras. Aunque la fascinación de Carmina por Marruecos venía de varios atrás, ya que su madre, Carmina Dominguín, se encargó muy bien de inculcarle su devoción por este país. Además, tanto Carmina como su hermana, Belén, recibieron una educación exquisita en el Liceo Francés, por lo que no tuvo ningún problema a la hora de desenvolverse con el idioma del país.

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En 1990, Carmina inicio su nueva etapa, una de las más esplendorosas, junto a sus tres hijos, Fran, Cayetano y Julián Contreras. Toda la familia se instaló en un espectacular dúplex en La Palmeria, una de las zonas residenciales más exclusivas de aquel momento. Esta casa se convirtió en el escenario perfecto para decenas de posados previo pago, donde la estrella exponía algunos de los pasajes más interesantes de su vida privada entre las hojas de las revistas del papel couché.

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Las fotografías de una morenísima Carmina con caftanes, vestidos étnicos y turbantes multicolores se vendían solas, y su nueva vida en Marruecos no podía generar más interés. En cada uno de los reportajes de la época, Carmina reflejaba lo feliz que se encontraba viviendo allí, junto a sus hijos y a Julián. Tampoco faltaban las visitas de amigos, como Lolita, quien se coló en más de uno de los reportajes.

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Carmina no dudaba en abrir su casa y mostrar cada una de las estancias de su vivienda. Aquellos icónicos reportajes nos dejaron instantáneas únicas de ella junto a sus hijos montados en camellos, su enorme dormitorio de estilo marroquí o derrochando amor junto a Julián.

Al mismo tiempo, Carmen compaginaba sus apariciones estelares en las revistas del corazón con su trabajo en una de las empresas de Fuad Filali, marido de una de las hijas del Rey, Lalla Meryem. "De haber sido ella menos confiada, hubieran cambiado su devenir económico. Aun así, la divina vivía divinamente gracias a las exclusivas, de ser la imagen de algunas marcas y del dinero que, cuando necesitaba, le enviaba su padre", deslizó la periodista Ángel Portero en una de sus crónicas. En aquel momento se llegó a especular que La Divina llegó a tener algo más que una relación profesional con Filai.

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Las fiestas icónicas de Carmina en Marrakech

Carmina estaba viviendo su mejor época. Tal llegó a ser la pasión que manifestaba que el régimen alauí la eligió para ser embajadora. La televisiva había logrado dotar a la ciudad de un encanto único. Incluso llegó a manifestar que no daba el paso de convertirse al islam porque en esa religión "no tenían a la Virgen del Rocío".

Por otro lado, sus vínculos con las altas esferas de la ciudad fueron aumentando cada vez más. Carmina, quien recibió el sobrenombre de 'Madame Contreras', mantuvo una gran relación con los hijos del rey Hassan II, y se convirtió en una habitual de las fiestas en Palacio.

Pero sus fiestas en su propia casa llegaron a ser todavía más célebres. La divina se convirtió en toda una relaciones públicas de la Ciudad Roja. Rara era la semana que no se codeaba con las élites de la ciudad, en fiestas donde el derroche estaba más que garantizado. "Dejaron que Carmen montase el palmoteo porque entonces era muy influyente en las altas esferas de allí, siendo primer ministro, André Azoulay", compartió Jesús Mariñas hace un par de años en 'La Razón'.

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Sin embargo, todo llegó a su fin. Su época más brillante fue apagándose poco a poco. Los últimos años en Marrakech de Carmina no estuvieron exentos de polémica. Sus vínculos con ciertas personas de dudosa reputación y sus problemas con las drogas hicieron que La Divina terminara siendo expulsada de la ciudad. Tras esto, Carmina encontró refugio en Tánger, donde pasó la última etapa de su vida.