La búsqueda de la felicidad ha sido una constante en la historia de la humanidad. Desde filósofos de la antigua Grecia, como Platón y Aristóteles, hasta pensadores contemporáneos, como John Locke y Jean-Jacques Rousseau, llevan siglos tratando de definirla. A día de hoy, todavía estamos un poco “obsesionados” con esa búsqueda y todo parece indicar que es ahí dónde está el error que no nos permite sentirnos felices: la felicidad no hay que buscarla, es un estado de bienestar interno y subjetivo (cada persona lo vive de una forma diferente) al que se llega a través de la calma, la paz mental y el autoconocimiento y poniendo el foco en el presente.

En otras palabras, creemos que un día, por arte de magia, encontraremos esa felicidad que anhelamos en algo material, en otra persona o viviendo otras circunstancias diferentes, cuando la felicidad es justo todo lo contrario. Es centrarnos en el presente con plena conciencia y, a pesar de las adversidades que puedan ir apareciendo a lo largo del camino, saber disfrutar de lo que tenemos ahora y darle valor a las pequeñas cosas, en lugar de estar continuamente pensando en lo que teníamos en el pasado o en lo que queremos tener en el futuro.

En la actualidad, los países nórdicos son los que lideran el ranking de la felicidad mundial tal como indica el World Happiness Report, pero existe otro país en el mundo, el más longevo, por cierto, que también es conocido por basar la felicidad en la simplicidad y la sencillez como medio de alcanzar la calma y el equilibrio. Se trata de Japón y justo acabamos de descubrir un nuevo método del budismo zen que los japoneses aplican en su día a día para una vida feliz con bienestar, el llamado ‘shoshin’.

¿Qué es el 'shoshin'?

El concepto de ‘shoshin’ proviene de la filosofía budista zen y se traduce como "mente de principiante". Este término se refiere a una actitud de apertura, entusiasmo y ausencia de preconcepciones cuando se enfrenta cualquier situación, similar a la mentalidad e ilusión de un principiante cuando se aproxima a algo por primera vez. Básicamente, el ‘shoshin’ implica mantener una mente abierta y receptiva, incluso en niveles avanzados de conocimiento. En lugar de dejarse llevar por la arrogancia o la complacencia que puede venir con la experiencia, el practicante de ‘shoshin’ adopta una actitud de humildad y curiosidad constante, sin expectativas ni juicios, como si fuera un niño, apreciando todos los detalles para vivir el presente como un momento único. 

Para el budismo zen, este concepto que fue introducido por el monje Shunryu Suzuki, el ‘shoshin’ es fundamental para la meditación y el estudio. Los maestros zen enseñan que, para realmente entender y experimentar la vida en su totalidad, es crucial dejar de lado las nociones preconcebidas y las expectativas. Esta mente de principiante permite una conexión más profunda con el momento presente, un aspecto central del zen. Al enfrentar la vida con ‘shoshin’, se evita la trampa de la mente cerrada, permitiendo una mayor flexibilidad y adaptabilidad. Además, el ‘shoshin’ no se limita solo a la meditación o el aprendizaje formal, se puede aplicar a todas las facetas de la vida, desde las interacciones personales hasta el trabajo profesional.

@mariekondo
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Consejos para aplicar el 'shoshin' en el día a día

Incorporar el shoshin en el día a día, tal como hacen los japoneses, requiere práctica y conciencia, pero los beneficios son profundos ya que te permitirá vivir con una mayor apreciación del presente, mejorar tus relaciones y fomentar un crecimiento personal continuo.

Aquí te dejamos algunos consejos para incorporar esta filosofía zen en tu rutina diaria:

Abordar las tareas cotidianas con curiosidad

En lugar de hacer las tareas diarias de manera automática, enfócate en los detalles y disfruta del proceso. Por ejemplo, al cocinar, presta atención a los colores, aromas y texturas de los ingredientes. Este enfoque no solo hace las tareas más agradables, sino que también fomenta la atención plena.

Escuchar activamente

Cuando interactúes con otras personas, practica la escucha activa. Deja de lado tus propias ideas y prejuicios y realmente presta atención a lo que la otra persona está diciendo. Hacer preguntas abiertas y mostrar interés fortalece las relaciones y promueve una comunicación más profunda.

Practicar la meditación

Dedica unos minutos cada día a la meditación o la atención plena. Esto puede ayudarte a centrarte y a cultivar una mente abierta y receptiva. La meditación no solo reduce el estrés, sino que también te ayuda a mantener el ‘shoshin’ en otros aspectos de tu vida.

Aceptar los cambios

Reconoce que todo está cambiando continuamente y que siempre tienes algo nuevo que aprender. Esta aceptación te permite adaptarte más fácilmente a las nuevas situaciones y a ver cada momento como una oportunidad para el crecimiento.

Desafiar tus suposiciones

Cuestiona tus propias creencias y suposiciones. Al enfrentarte a nuevas ideas o situaciones, en lugar de rechazarlas automáticamente, considera lo que puedes aprender de ellas. Esta práctica puede ampliar tu perspectiva y enriquecer tu comprensión del mundo.

Mantener la humilidad

Recuerda que siempre hay algo nuevo que aprender de cualquier situación o persona, independientemente de tu nivel de experiencia o conocimiento. La humildad es clave para mantener una mente de principiante.