Tengo un problema, y es que cuando quiero decirle algo a alguien, lo quiero decir tan bien y tan educada que me da mucho miedo ofender o que no se me entienda. Me trabo, o tartamudeo un poco, y al final me quedo callada. Mi jefa me ha dicho que tengo que ser mas asertiva, pero no tengo ni idea de cómo hacerlo. Me está trayendo problemas, pero es que ya no sé cómo hablar...

A tu problema lo llamo perfeccionismo comunicacional. El deseo de hacer las cosas tan bien y perfectas provoca que la simple idea de comunicar algo se transforme en un reto, en una exigencia impuesta por nosotros mismos. Muchas veces este miedo a que suene mal lo que decimos, o a que alguien se moleste, puede conseguir que hagamos todo lo contrario: no soltar ni prenda. O que demos la impresión de que todo nos parece siempre fenomenal, cuando no es así. Confundimos a los demás, y lo que es peor: nos engañamos a nosotros mismos.

Es importante tomarse la libertad de decir lo que uno piensa. Si alguien se ofende, es su reacción y su derecho.

A lo largo de mi carrera, y al dar conferencias y entrevistas, he aprendido que es importante tomarse la libertad de decir lo que uno piensa. Si alguien se ofende, es su reacción y su derecho. Lo respeto ¡y hasta me gusta! Asumo mi imperfección, y que no gustará todo lo que diga. Y con esto convivo la mar de bien. ¿Por qué tengo que ser perfecto y decir las cosas perfectas cuando no lo soy? Me encanta lo mediocre, lo normal.

Soy superfan de comunicar con mensajes de WhatsApp, con notas, con audios… ¡Qué más da la forma! Lo importante es el contenido. Alguna vez me han dicho que es cobarde decir así las cosas, pero creo que es mejor eso que no decirlas. Además, asumo mi cobardía porque soy normal, imperfecto ¡y feliz!