Es agosto de 1979 y, sobre la pista de Mau Mau, la discoteca de moda entonces en Marbella, una mujer bronceadísima agita su cabellera indomable. El pelo rubio, casi blanco, se mueve al ritmo de los compases del último tema de Baccara. Gunilla von Bismark está pletórica. Viviendo una de sus mejores noches. Una de esas que acaban a las ocho de la mañana comiendo churros en la parte antigua del pueblo. 

Gunilla von Bismark fue la imagen de la Marbella de los 70, los 80 y los 90. Tres décadas de reinado en los que no le hizo falta ninguna clase de corona para sentirse la mujer más poderosa de los veranos de la Costa del Sol. Una sagitario heredera de una gran fortuna, nacida en un castillo y princesa de la noche marbellí por derecho propio. Pero, ¿qué fue de ella?

Gunilla, una princesa... de la noche

El apellido de Gunilla viene de donde uno imagina que viene. La ‘socialité’ es bisnieta del canciller Otto Von Bismarck, responsable de la unificación de Alemania. Ella nació hace 74 años en el castillo de Friedrichsruh, propiedad de la familia y uno de sus actuales refugios. 

Estudió en los mejores colegios y fue compañera de clase de miembros de la realeza, entre ellos, del rey Carlos Gustavo de Suecia; y después, como toda niña bien de las clases pudientes, se matriculó en la Sorbona en París. Cursó Ciencias Políticas, otro enorme cliché para alguien que aterrizaba en los revueltos años 60 en la capital de Francia. Lo cierto es que nunca se vio a sí misma como política, una profesión con poder, pero carente de diversión. Y ella, desde bien joven, tenía clarísimas sus prioridades. 

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La alemana, acompañada por sus cinco hermanos y sus padres llegó a la Costa del Sol en 1961, cuando solo era una niña. Entonces ya sintió fascinación de manera inmediata por esta tierra prometida del calor y el buen ambiente. Pronto entendió que este era su lugar en el mundo. Marbella empezaba a despuntar, y aspiraba a convertirse en el refugio de una ‘jet-set’ de la que ya no queda absolutamente nada. Uno de los impulsores de esta nueva Marbella llena de gente guapa, adinerada y con contactos en la realeza era Alfonso Hohenlohe, el fundador de uno de los clubs más insignes de la localidad, el Marbella Club, que este año está de 70º aniversario. Años más tarde, en la terraza de este epicentro de la diversión, Gunilla conocería al que se acabaría convirtiendo en su marido.

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Luis Ortiz, el 'chory' que enamoró a Gunilla

En los años 70 Luis Ortiz era sinónimo de fiesta. Justamente lo contrario de su padre, que ejercía como uno de los censores más temidos de TVE. Mientras su padre andaba tapando escotes, Luis vivía de manera intensa la noche marbellí. Y lo hacía en compañía de un grupo de juerguistas que se hacían llamar los Chorys. Las resacas se juntaban con las borracheras y a uno le costaba diferenciar dónde empezaba cada cosa. Una fiesta sin fin que empezaba en el mismo momento en que la subida de temperaturas era una realidad y los jovencitos abandonaban sus residencias habituales -en el caso de Luis, Madrid- para disfrutar de un verano interminable en la costa de Málaga. 

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En una de esas salidas nocturnas estaba Luis cuando se topó con la cabellera rubísima de Gunilla. Quedó impactado por ella. “Fue un flechazo, pero fue ella la que me pescó, porque en ese tiempo Gunilla era impresionantemente guapa, y todos querían casarse con ella, pero se fijó en mí”. Fueron su belleza, su manera de vivir la vida y sus ganas de disfrutar. En 2024 se les llamaría ‘power couple’, pero en los 70 eran, simplemente, los reyes de Marbella. 

Se casaron el 6 de octubre de 1978, en el castillo donde Gunilla Von Bismark había nacido. Fue una boda tradicional en la que la novia vistió de blanco, con una pieza romántica y con cierta inspiración bohemia. Fue una celebración espléndida que, años más tarde y en su querida Marbella, tendría su réplica española. 

En 1980 Gunilla se convierte en madre. Francisco es el primero y el único hijo de esta pareja, que nace en Málaga y se cría entre Alemania y España; con una madrina de máximo relumbrón: Silvia de Suecia. El matrimonio mantiene los inviernos teutones, para dedicarse en los estíos a seguir disfrutando de su amadísima Costa del Sol. 

Marbella y Gunilla, la relación más estable

Gunilla se convertirá en la mejor embajadora para esta ciudad que cambió los pescadores por los jeques, y los anzuelos por los brillantes. Ella puso rostro a un turismo de lujo, en el que no dudó de tirar de influencias. Su impresionante hogar de entonces, Villa Sagitario, un inmenso palacete que se convirtió en la hospedería preferida por los visitantes de mayor poder adquisitivo. Von Bismark y Ortiz se convertían entonces en los mejores anfitriones. “Antes, el inicio del estío eran las galas benéficas. Acudíamos religiosamente a todas”, desvelaba en 2023 a Amparo de la Gama. Estas fiestas suponían el pistoletazo de salida a ese par de meses en que solo importaba una cosa, pasarlo bien. 

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En 1989 Gunilla von Bismark y Luis Ortiz se convertían en noticia. La pareja anunciaba el fin de su matrimonio. Esa fue la teoría, la práctica fue otra muy diferente. Estos miembros de la ‘beautiful people’ marbellí, continuaban viviendo bajo el mismo techo, proseguían estando siempre juntos y, además, se dedicaban palabras cariñosas a la mínima ocasión. Dicen que lo hicieron para cobrar el dinero de la exclusiva. Si aquello fue una trola con fines comerciales, nadie les pidió jamás explicaciones. Todo era perdonable. Caían demasiado bien como para tenérselo en cuenta. 

Gunilla von Bismark parecía no existir cuando las temperaturas empezaban a bajar y los veraneantes abandonaban la costa. Pero claro que existía. La musa de la noche dormitaba sus inviernos, como el animal que hiberna, entre su castillo en Alemania, viajes a Brasil, escapadas a la nieve en Suiza y pequeñas visitas a Hawaii. No era mal plan de vida. Pero cuando la bisnieta de Otto von Bismark se sentía renacer era cuando empezaba sus vacaciones en Marbella.

La llegada de los 2000 y el fin de la diversión para Gunilla

La llegada de los 2000 cambió el paradigma del famoseo que recorría la costa marbellí. La ‘jet-set’ le empezaba a dar la espalda la ciudad y buscaban nuevos rincones exclusivos. “Todo era impresionante, elegante. Guardo muchos recuerdos, como cuando me encontraba con Lola Flores en el Casino. Toda Marbella era elegante, impresionante... he conocido a grandes personas que, para mi desgracia, ya han muerto. Se han ido todos los divertidos”, rememoraba en ABC.

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Su vida también fue cambiando. En 2010 su único hijo se casaba con la abogada Elísabet Verónica Dutú Muzás. Francisco se había convertido en un importante empresario; fue uno de los primeros en invertir en redes sociales en España, a través de la extinta Tuenti, y, actualmente, tiene varias sociedades dedicadas a las inversiones inmobiliarias y deportivas.

Estos últimos años la enfermedad se ha cruzado en las vidas de estos dos bonvivants que la han afrontado con enorme entereza y positividad. A Luis Ortiz se le diagnosticó un cáncer de próstata que la ha obligado a retirarse de las fiestas que antaño tanto disfrutó. “Hasta ahora vamos venciendo la batalla. Simplemente es adaptarte a lo que tienes y seguir el tratamiento. Voy todos los martes y los sábados al hospital para que me hagan mi diálisis. Me limpian por dentro y salgo como nuevo. Eso me da un chute de energía y hace que disfrute”.

Su manera de disfrutar también ha cambiado. Ya no quiere ir a las ‘boites’, como las sigue llamando, ahora prefiere disfrutar de una tarde de ping pong. Ya no tiene el palacete Villa Sagitario. Lo vendieron hace unos años y, con el dinero, se compraron una casita más modesta, Villa Troll. “Ahora me encantan los planes más tranquilos, recibir amigos en casa, reírnos con nuestros nietos… Yo he cambiado menos físicamente, que por dentro. En mi interior estoy más tranquila y soy más crítica”. ¡Ah, sus nietos! Francisco la ha hecho abuela por duplicado. Los pequeños se lo pasan en grande con sus yayos, con los que juegan al golf, bailan y disfrutan de la maravillosa naturaleza que rodea la montaña de Istán, donde se erige su chalet.

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Gunilla von Bismark y Luis Ortiz, tras una breve reaparición el pasado verano en uno de los conciertos de Starlite, donde ella coincidió luciendo el mismo modelo que vestía Victoria Federica, ha reaparecido con motivo del 70 aniversario del Marbella Club. Fiel a su melena larga, las gafas de colores y los estilismos llamativos, Gunilla se ha dejado ver usando una silla de ruedas y muy pendiente de su querido Luis.

“Todos hemos cambiado. No me gusta el mundo de hoy. En los setenta y ochenta todo era más alegre, hoy... todo es mucho más aburrido”. Y, viéndola a ella, no nos queda otra que darle toda la razón.