Letizia está atenta. Es una experta de la observación y sabe que cualquier paso en falso puede jugarle una mala pasada. Al fin y al cabo, ya no es ninguna novata dentro de la Casa Real. Su vida cambió por completo hace ya más de dos décadas, cuando se enamoró del entonces Príncipe de Asturias y prescindió de las libertades de una vida que es pasado pisado. Un giro de 180 grados en el que no solo dijo adiós a su anonimato y su trayectoria profesional, sino que también dio la bienvenida al escrutinio constante de la mirada pública.

Algo generalizado en la Corona, aunque más flagrante todavía en su caso, pues no provenía de ninguna dinastía. La adaptación a la realeza debía estar a la altura del permiso de traspasar los férreos muros de Zarzuela que la monarquía le había concedido. En cualquier caso, y aunque la actual Reina ha demostrado ser una mujer capaz e infinitamente implicada con su nueva posición, es inevitable tener algún que otro error. Cuestión de ser ojeada con lupa, día sí y día también. Y en el ejercicio de ese análisis es cuando salen a la luz detalles que, no solo se escapan del protocolo en sí mismo, sino que podrían llegar a comprometer su privacidad.

El gesto con el que Letizia ha puesto en peligro su seguridad

Cabe reiterar que Letizia es plenamente consciente de que debe preservar las formas y de que bajo ningún concepto tiene la potestad de actuar como un ciudadano de a pie. No obstante, los descuidos están a la orden del día y mantener la compostura en todo momento es una tarea verdaderamente difícil. Más cuando ha tenido el gusto de conocer la tranquilidad de la vida plebeya. Con ese derecho al enfado que ya no tiene, pues un 'manotazo' a doña Sofía cuando Felipe VI ya había ascendido al trono, le costó una crisis de reputación sin precedentes.

También el derecho a la cercanía, aunque eso sea algo que la Reina ha querido mantener a pesar de cuan diferente es ahora su vida. La cuestión es que a Letizia no le faltan adeptos, y ella, a pesar de las exigencias protocolarias, acostumbra a dirigirse al populacho de forma campechana siempre que le es posible. Las gentes quieren a la Reina, dentro y fuera de nuestras fronteras. No es de extrañar que en su reciente viaje de Estado a Holanda, y durante una visita al Straat Museum, se les pidiese que firmasen una de las obras expuestas. La máxima expresión de su huella internacional... O gran problema para su seguridad. Según se mire.

Letizia firmando
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La posibilidad de que esto suponga algún tipo de conflicto para los Reyes es mínima, puesto que al tratarse de un espacio como un museo, su garabato particular está a buen recaudo. Por contra, y como recientemente contaba María José Gómez Verdú, experta en protocolo y etiqueta, en declaraciones para CLARA, no es este un gesto que puedan hacer de forma recurrente. "Se trata de una regla que siguen todos los 'royals', ya que se considera una práctica de riesgo", ya que "la firma podría ser falsificada y utilizada ilegalmente".

Otras veces que la reina Letizia se ha atrevido a firmar autógrafos

Está claro que si algo no conviene es que a Felipe VI o a Letizia les puedan suplantar la identidad con fines maliciosos. De hecho, y como bien expone nuestra especialista en la materia, no es una determinación exclusiva de los Borbones la de no regalar la máxima expresión de su marca personal en ningún papel, aunque haya excepciones. "Una de las únicas veces que no se siguió esta regla, fue cuando el ahora rey Carlos, entonces príncipe de Gales, firmó un autógrafo para una de las víctimas de las devastadoras inundaciones de 2010, garabateando "Carlos 2010" en una hoja de papel", nos contaba María José. Un caso aislado, aunque no tanto. Basta con revisitar el archivo fotográfico de la crónica social para ver que nuestra Reina también se atrevió a hacer lo propio en el pasado. 

Felipe VI y Letizia
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Aunque hay más bien pocas disponibles, son algunas instantáneas del 2004 las que dejan constancia de ello. Fue un año grande para Letizia. El de su boda con el heredero al trono, para precisar. El 22 de mayo y con motivo de su enlace, la madrileña catedral de La Almudena acogió una cumbre internacional de 'royals' que convirtió a la recién llegada a la institución en todo un fenómeno. Por entonces, la mujer que hasta hacía unos meses era la presentadora del 'Telediario' de La 1, se permitía obsequiar a sus seguidores con una firma rápida en un folio o una servilleta cualquiera. ¿Dónde? Desde la entrada de un restaurante de Mallorca hasta en el Museo Dalí de Figueres. Siempre pareciera ser el momento propicio para ello.

Letizia firma autógrafos
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Imágenes que ahora son historia. Porque aunque existen fotografías que certifican que sigue firmando documentos oficiales y otros soportes en ocasiones especiales —incluso se ha publicado cómo luce su sello—, no conviene que lo siga haciendo dado su estatus actual. Solo así podrá evitar el desastre que supone perder el poder sobre una distinción que la hace única.