Durante semanas no se ha hablado de otra cosa en la crónica de la realeza. Las dichosas imágenes de Juan Carlos I en una actitud más que cariñosa con Bárbara Rey han sido la comidilla de cualquier tertulia y página del papel 'couché'. Sin ser novedad que el exmonarca tuvo un 'affaire' con la vedette. Sí siéndolo, por contra, la exposición pública y definitiva de las instantáneas que lo constatan. Con todo lo que una publicación de esta índole supone para la monarquía española.

No en vano ha tratado Felipe VI de renovar las dinámicas reales en los diez años que lleva en el trono. Siempre dispuesto a borrar las manchas, por oscuras que fuesen, que su padre le dejó como legado. El caso es que ni fuera de la institución parece que vaya a ponérselo fácil a su hijo el emérito, porque después de las fotografías vinieron los audios. Conversaciones privadas entre el Rey y su amante que no han caído en saco roto y en las que, para sorpresa de muchos, se alude directamente a la reina Sofía.

Sí, Juan Carlos hablaba sobre su mujer con la otra mujer de su vida. Y de forma totalmente natural, sin pudor ni temor a reconocer que no hacían vida familiar, que no tenían una relación cercana y que incluso Sofía se "enfadaba" con él o se encerraba en su cuarto. Diálogos que datan de tres décadas atrás, pero que han caído como un jarro de agua fría sobre el núcleo duro que todavía sustenta la Casa Real. Especialmente en la emérita, que a pesar de mantener su característica entereza, atraviesa uno de sus momentos más complicados.

La dura realidad de la reina Sofía que preocupa a sus allegados

No, Sofía no era desconocedora de todo lo que acontecía entre su marido y otras mujeres. Sabía lo de Bárbara y sabía que no era la única. Todos lo sabían. Sea como fuere, nada de lo anterior quita que no haya recibido de buena gana la publicación de los audios de la discordia. Esos en los que su todavía esposo reconoce que no están juntos a efectos oficiales desde que nació Felipe, y que a sus 85 años la han sobrevenido de la peor manera cuando ella sí sigue con sus tareas de representación institucional.

Esa labor que ella sí mantiene, a diferencia de don Juan Carlos, totalmente ajeno a cualquier obligación relacionada con la Corona desde que se marchó a vivir a los Emiratos Árabes Unidos. Desde la lejanía de su casa de Abu Dabi asiste él al desastre, mientras su esposa, con el rostro compungido y tan solo dibujando una sonrisa en ocasiones contadas, trata de sortear este enorme -y enésimo- obstáculo. Así lo ha hecho saber Pilar Eyre, periodista experta en Casa Real, en su columna semanal de la revista 'Lecturas', en la que ha dejado claro cuan preocupante es su situación actual.

Sofía
Gtres

"Está sufriendo tanto por lo que está saliendo en las cintas de 'Okdiario' que, por primera vez, su hijo quiere protegerla de los medios de comunicación", expone la cronista, para después dejar claro que la realidad es tan límite que "no duerme ni come, y llora mucho". La viva prueba de que el mazazo ha sido durísimo para la Reina, por mucho que no desista en su eterno propósito de mantener la compostura cuando su agenda la obliga a simular que todo está bien.

La otra gran preocupación de la emérita más allá de Juan Carlos

Porque no, las cosas no están bien. ¡Y no solo por Juan Carlos! Hace tan solo unos días, el periodista Alejandro Entrambasaguas aprovechaba su participación en el programa 'Fiesta' de Telecinco para aclarar que la tristeza infinita de doña Sofía va un paso más allá del escándalo número ni-se-sabe de su marido. "Ella tiene más digerido este tema", apuntaba el comunicador en el espacio de Emma García, para después apuntar que hay otro asunto que la mantiene en vilo. Y eso es la salud de su hermana, Irene de Grecia.

Sofía Irene Grecia
Gtres

La pequeña de los tres hijos del rey Constantino I, que está en un estado "muy delicado" y así ha quedado evidenciado en sus últimas apariciones públicas. En silla de ruedas y visiblemente deteriorada, la tía de don Felipe, que se sabe sufre del 'mal del olvido', cada vez preocupa más a la emérita, con la que convive desde hace años. Un dolor que crece con el paso de los meses, ya que su enfermedad no tiene cura y Sofía, también dolida por las controversias mediáticas, se ve obligada a mitigar fingiendo que puede con todo. Algo que, en palabras de Eyre, no le está resultado sencillo últimamente.