Convivo con 3 amigas y, aunque nos llevamos bien, surgen los típicos problemas de orden y limpieza. Hemos establecido unos turnos de limpieza, pero creo que lo hacen mal, no limpian bien. Cuando me toca a mí, tengo que hacer más que ellas ya que no quiero que la casa esté sucia. Hemos hablado del tema, pero no ha cambiado nada... No sé qué hacer.

Esta situación me recuerda un montón a cuando convivía con amigos, pasó algo muy similar. Nos llevábamos genial: éramos una pareja y mi amiga y yo, como los cuatro fantásticos. Al principio todo fue muy bien, hasta que empezaron los problemas domésticos y eso abrió grietas entre nosotros. La forma de solucionarlo fue poner horarios y tareas, algo súper sencillo y eficaz. Todos hacíamos los que nos tocaba y lo marcábamos en una tablilla para que los demás también lo supieran.

Una sugerencia: tal vez haya que revisar los turnos que tenéis, para aseguraros que cada una haga lo que mejor se le dé.

Te preguntaría, ¿qué lo hacen mal es que no lo hacen como tú? Esto es una idea de exigencia. Veámosla. Si hay que fregar los platos, ¿quedan limpios? Es lo único que cuenta, el cómo se haga no es tan importante. Cada persona tiene su estilo y todo vale, mientras la tarea quede hecha. Te propongo ver cómo lo hacen y valorar si realmente está tan mal o simplemente es diferente a tu manera. Si quieres puedes sugerir, pero no obligar ni exigir, tal vez tu forma te guste solo a ti. La convivencia implica llegar a acuerdos y a aprender a ser flexible. ¿No lo ves como una oportunidad para entrenar tu mente?

Foto de Katy Belcher via Unsplash