¿Qué es lo que nos hace felices? Esta es una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez, y que ha ocupado a filósofos, poetas, escritores y científicos a lo largo de la historia. La felicidad es un concepto complejo y subjetivo, sin embargo, la ciencia ha descubierto que hay algunos elementos comunes que contribuyen a nuestro bienestar emocional y que podemos cultivar en nuestra vida diaria para alcanzarla.

Uno de esos elementos es la química de nuestro cerebro, que se ve afectada por las hormonas que se liberan cuando sentimos emociones positivas, como el amor, el placer, el propósito o la satisfacción. Estas hormonas son la serotonina, la dopamina, las endorfinas y la oxitocina, y se conocen como las hormonas de la felicidad. Pero ¿cómo podemos favorecer la liberación de estas hormonas y qué hábitos podemos adoptar para ser más felices? 

Ya conocemos algunos hábitos que activan las hormonas de la felicidad, como identificar y nombrar las emociones, practicar la gratitud, hacer ejercicio físico o cuidar nuestras relaciones sociales, pero hay uno en concreto que podemos hacer varias veces al día y no solo nos ayudará a ser más felices, sino también a aumentar nuestra autoestima e incluso, salvarnos la vida.

¿Cómo afecta el apego y el contacto físico en la felicidad?

La teoría del apego fue probada en 1958 por Harry Harlow y John Bowlby al estudiar el comportamiento de los niños que se quedaron sin padres tras la Segunda Guerra Mundial, y quisieron comprobar la importancia del vínculo afectivo.

Para ello, en el laboratorio, Harlow creó una colonia de monos que habían crecido sin su madre y puso dos estructuras en el recinto: una era metálica y fría, pero ofrecía comida, y la otra no daba comida pero estaba forrada de una tela suave y cálida.

Los macacos se quedaron la mayor parte del tiempo con la estructura de tela, aunque sus necesidades básicas no se satisfacían, corroborando así la hipótesis planteada de que, los abrazos y el calor no solo son esenciales para nuestra supervivencia y desarrollo, sino que además pueden brindarnos grandes beneficios físicos y mentales.

El hábito que nos ayuda a encontrar la felicidad

Los abrazos son una forma de expresar afecto, apoyo, consuelo y alegría. Pero además de ser un gesto agradable, los abrazos también tienen beneficios para nuestra salud física y mental. La revista National Geographic ha recogido varios estudios científicos que demuestran que abrazar puede mejorar nuestro estado de ánimo, reducir el estrés, fortalecer nuestro sistema inmunológico y hasta alargar nuestra vida.

Pero, ¿cómo funciona la magia de los abrazos? La clave está en las hormonas que se liberan cuando nos abrazamos o nos abrazan. Una de ellas es la oxitocina, también conocida como la hormona del amor o del vínculo. La oxitocina se produce en el cerebro y actúa en el sistema límbico, el centro emocional del cerebro, fomentando sentimientos de confianza, seguridad, conexión y felicidad. La oxitocina también reduce los niveles de cortisol y la hormona del estrés, que está asociada con la ansiedad, la depresión, la inflamación y las enfermedades cardiovasculares.

Otra hormona que se libera al abrazar es la serotonina, que regula el humor, el sueño, el apetito y el dolor. La serotonina nos ayuda a sentirnos más relajados, optimistas y satisfechos con la vida. Además, la serotonina estimula la producción de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, que nos provocan placer y euforia y nos ayudan a aliviar el dolor.

Abrazo felicidad
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¿Qué beneficios tiene dar un abrazo?

Los beneficios de los abrazos no solo se limitan al momento en que los damos o los recibimos, sino que pueden durar horas o incluso días. Un estudio publicado en la revista 'PLOS ONE' encontró que recibir un abrazo atenúa el estado de ánimo negativo y reduce los conflictos personales, ya que fomenta sentimientos de alegría y hacen desaparecer la ansiedad. 

Otro estudio realizado por investigadores de la Universidad Carnegie Mellon demostró que las personas que reciben más abrazos tienen menos probabilidades de enfermarse debido al alivio del estrés provocado por este gesto, y, si lo hacen, presentan síntomas más leves. 

Además, el cómo dar un abrazo también influye mucho en la liberación de hormonas. Un estudio de la Universidad de Londres y la Universidad de Bristol publicado en la revista 'Acta Phychologica' señaló que la duración del abrazo es más importante que el estilo de cruzar los brazos, siendo los de entre 5 y 10 segundos los más satisfactorios.

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Socializar también atrae la felicidad

Los abrazos no solo son buenos para nosotros, sino también para las personas con las que los compartimos. Al abrazar a alguien, le transmitimos nuestro cariño, nuestra comprensión y nuestra empatía, y mejorar nuestra autoestima, nuestra comunicación y nuestra relación con los demás. Los abrazos también pueden favorecer la cooperación, la generosidad y la gratitud, que son valores esenciales para una convivencia armoniosa y una vida social favorable, esenciales para nuestro bienestar.

Cabe destacar el estudio científico más largo sobre la felicidad jamás realizado, por la Universidad de Harvard, que examinó el grado de felicidad de 700 jóvenes que tenían diferentes contextos socioafectivos. Los investigadores encontraron que el factor común en la vida de aquellos que se calificaron como más felices era la calidad de sus relaciones. Las personas más conectadas con sus amigos y su familia vivieron más, alcanzaron en mayor proporción sus metas vitales y tuvieron un mejor estado de salud física.

 

Cómo los abrazos nos pueden alargar la vida

Está claro que el contacto físico y el apego son importantes para nuestro bienestar, incluso más que otras necesidades básicas. 

Un estudio publicado en la revista 'Sage Journals' que examinó la relación entre la disponibilidad de abrazos y la autoevaluación de la salud en la vejez demostró que las personas que recibían abrazos "todos los días", "la mayoría de días" y "algunos días" vivieron más que aquellas cuyo contacto físico era nulo. De hecho, otras investigaciones han revelado que el aislamiento social aumenta alrededor de un 30% el riesgo de mortalidad

Por todo ello, abrazar es un hábito sencillo pero poderoso que podemos incorporar a nuestra rutina diaria para lograr la felicidad. No importa si son abrazos largos o cortos, suaves o fuertes, familiares o románticos. Lo importante es darlos y recibirlos con sinceridad y frecuencia

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