Si alguien pensaba que la ‘preyslermanía’ pasaba sus horas más bajas, dejadme decirle que se equivoca. Isabel lleva años orquestando los ‘síes’ y los ‘noes’ laborales de sus hijos hasta llegar a esta situación de extrema bonanza laboral. Un plan perfecto en que sus descendientes han tenido un papel clave, incluso, hasta Ana Boyer; la más tímida de todos y con un perfil aparentemente más bajo.
Ana Boyer, la hija 'matrícula de honor' de Isabel Preysler
Todo cuestión de fachada. Ana Boyer se nos presentó al mundo como la hija discreta y poco dada a las actuaciones publicitarias de Isabel Preysler. Mientras la madre protagonizaba un acto de Porcelanosa, la joven se enterraba en el papeleo del último caso que había llegado al bufete. ¡La chica de las matrículas de honor! ¡La estudiante modelo! ¡La abogada entregada! Y durante muchos años fue así.
La hija menor de la reina de corazones no quería saber absolutamente nada de las obligaciones de su progenitora como rostro imprescindible en los mejores actos. Su hermana Tamara Falcó era distinta. A ella sí le gustaba. Parecía la heredera natural de la socialité. Con sus tres hijos mayores haciendo vida en Miami, a Isabel solo le quedaban sus dos hijas, y una de ellas parecía tener aparentemente mucho más interés que la otra en lo referente al faranduleo.
Tamara Falcó llevaba desde que era adolescente acompañando a su madre a los photocalls. Incluso, enfrentándose a las preguntas de la prensa que ella, con muchísimo desparpajo y naturalidad, resolvía con varios “o sea”. Obviamente, los medios la adoraban por ello. Su hermana pequeña era más esquiva, prefería la tranquilidad de su casa y, además, todavía era demasiado joven para enfrentarse a esas acciones comerciales, que solían tener lugar por la noche.
El doble rasero de Ana Boyer
“Ana Boyer tiene una imagen equilibrada”, desliza Ana Jiménez, experta en marca personal. “Lleva años en una relación sólida con Fernando Verdasco y ha creado una familia junto a él. Destaca mucho más por su profesionalidad y menos por su imagen pública”.
A decir verdad, Ana Boyer ha sido muy astuta a la hora de jugar este doble rasero, de ser famosa solo cuando le conviene. La letrada se mueve a la perfección en unos límites en los que está muy cómoda y que para nada son fáciles de ejecutar. Cuando le apetece jugar a la celebridad, acepta propuestas como participar en ‘Celebrity Bake off’, el concurso de cocina en el que no solo participó, sino que también ganó. Sin embargo, su día a día no está ligado a aparecer en los medios, aunque, por implicación familiar, acabe protagonizando titulares.
Ana Boyer, la verdadera heredera de la forma de trabajar de Isabel Preysler
Y es que Ana Boyer, al igual que toda su familia, interesa. Muchos pensarán que Tamara es su heredera, pero lo cierto es que es Ana quien se maneja en unos términos mucho más cercanos a los que su madre lleva años dominando. Falcó puede pecar de compartir demasiados detalles de su vida, algo que jamás haría Preysler. La socialité lleva más de 40 años jugando al complicadísimo arte de no contar nada. Parece que dice, pero la realidad es otra. Nunca habla de más ni dice nada que la pueda comprometer. Sus silencios están medidos y esto ha despertado en todos una enorme fascinación por esta figura tan misteriosa. Y Ana Boyer es exactamente igual. Pensamos que la conocemos porque nos muestra su terraza en Doha (Emiratos) pero lo cierto es que sabemos muy poco sobre su día a día familiar.
A Tamara Falcó le pierde la naturalidad. Esa espontaneidad que es tanto su punto fuerte como su punto débil. Lo sabemos todo de ella porque ella misma se dedica a contarlo en cada una de sus apariciones mediáticas. Cada vez que acude a ‘El Hormiguero’, los titulares sobre ella se disparan, porque todo lo que dice es reseñable y aporta detalles sobre su lado más privado.
Para la experta en imagen, la sobresaliente formación académica con la que cuenta Ana Boyer es, sin duda, uno de sus puntos fuertes que la hacen destacar por el encima del resto de su familia. “Su reputación está ligada a su profesión. Es discreta, profesional e inteligente. Tiene una imagen asociada a la responsabilidad”, añade Ana Jiménez.
Precisamente sobre esta formación y su perfil más profesional de Ana Boyer hablamos con una psicóloga cuando nació el último hijo de la letrada. Lara Ferreiro, terapeuta especializada en parejas, ponía de relieve el posible riesgo al que se enfrenta la hija de Miguel Boyer al haber puesto su carrera en pausa para dedicarse al rol de madre y esposa.
Los riesgos a los que se enfrenta Ana
“Los primeros años estás como en una luna de miel, pero luego los niños crecen y aparece el síndrome del nido vacío. Los niños distraen mucho, pero luego, ¿tú qué? Ana tiene todo el derecho a hacer lo que quiera, pero la premisa general es que esto no es lo aconsejable. Nunca hay que ponerse en situaciones de vulnerabilidad”, destaca la experta en psicología.
Y es que la profesión de Ana Boyer, eso que la hacía destacar en su familia, ahora parece haberse evaporado. Cuando la madre de tres hijos decidió que acompañaría a su marido a cada campeonato de tenis y se establecería con él en Emiratos porque era una muy buena oportunidad laboral para él, ella solo pensó en el bienestar de su familia. No en el suyo propio. Y aquí podrían empezar los problemas.
“Cuando la etapa de ‘luna de miel’ se pasa, puede aparecer la insatisfacción”, alertó Lara. “Ahora están muy enamorados y centrados en la crianza, pero, con el tiempo, puedes sentir cierta anulación profesional. El desarrollo profesional te puede pesar mucho y esto puede generar resentimiento en la pareja porque sientes que, de alguna forma, te has tenido que sacrificar por él”; además, aseguraba que esto podría minar su autoestima.
Ahora es cierto que Ana Boyer ha cambiado los juzgados por los actos con marcas. Sigue siendo igual de profesional, pero, quizás, se echa de menos ese otro lado que la diferenciaba del resto de sus hermanos y de su propia madre.
Actualmente, la menor del clan se postula como prescriptora de estilo de vida. Su gran fuente de ingresos proviene de su contenido en redes sociales, donde comparte con sus casi 350.000 todas sus recomendaciones, muchas de ellas, patrocinadas.
“Boyer valora muchísimo la privacidad, pero eso le ha provocado no tener tanta visibilidad como el resto de su familia”; destaca Ana Jiménez, en una suerte de ironía que se acaba volviendo en contra de la propia Boyer. Y es que, si actualmente su gran fuente de facturación son las redes sociales (además de otros compromisos con marcas) pero no las alimenta lo suficiente, la prescriptora no obtendrá los resultados que probablemente haya pactados con las marcas que se esconden tras sus acciones publicitarias. Y es que las redes sociales son exigentes, aunque todo parezca casual y poco trabajado, lo cierto es que demandan un buen contenido para que este llegue al público que las consume. Si Ana no las alimenta, el alcance será menor y, por tanto, no se llegará a lo pactado.
Los puntos fuertes de Ana Boyer
Saber medir los tiempos, jugar con el misterio y, además, potenciar sus lazos familiares, son los tres aliados infalibles para esta mamá de tres hijos. Las Preysler se nos presentan como tres mujeres tremendamente unidas, que se apoyan y que son una auténtica piña.
"Una cosa que sí destacaría de ella, es su acompañamiento familiar y su forma de apoyar a los suyos en sus proyectos. Con Tamara y su madre es común que comparta alguna fotografía, sus 'caption' también son muy cercanos", nos cuenta Ana Jiménez. "Con gestos así demuestra que es una persona cariñosa y cercana con los suyos", algo que la beneficia de cara a una audiencia que lo quiere saber todo sobre ella.
Este apoyo ante todo y ante todos, de nuevo, lo ha aprendido de la matriarca, a quien recientemente veíamos asistiendo a la apertura del nuevo negocio del marido de Tamara. Isabel entendía que su presencia era un valor en alza en una noche como esa y debía regalar a Íñigo Onieva semejante privilegio. Y es que, si iba a ella, había aparición en los medios, y, por lo tanto, se hablaría del restaurante; el fin verdadero de todo este gesto.
Por su parte, Ana Boyer no ha dudado en estar en primera fila de un desfile y en vestir algunas prendas del mismo si su hermana ha presentado colecciones de ropa. Y lo mismo a la inversa. Tamara no ha tenido reparo en presumir de la marca de gorras de Ana, aunque este accesorio no sea uno de sus grandes favoritos. Aun así, la familia va primero que el estilo y ha posado con el complemento. Isabel, por el contrario, todavía no se ha atrevido a dar el paso. Siempre hay un límite para todo.