Es principios de la década de los 70 y estamos en un café cualquiera en A Coruña. Bueno, en uno cualquiera no, uno en el que se ha dado la astrológica casualidad de que coincidan tres de las estrellas más fulgurantes de nuestro espectáculo, aunque ellos aún no saben. Todavía son jóvenes y sus carreras no han hecho más que despegar. Y ahí, entre los cortados y los cafés solos, Víctor Manuel y Julio Iglesias, que ese día dan un concierto conjunto en la ciudad, se acaban de dar un codazo porque ha entrado una belleza de pelo rizado, delgadísima y sonrisa que no se puede olvidar aunque quieras.

Es Ana Belén, ven que te la presento”. Julio Iglesias tira de la galantería de antaño y le da un beso en la mano, el otro, con unas maneras más propias de los años 70, le da dos besos. Ella les cuenta que está en la ciudad porque anda de representaciones. Todavía está quitándose el sambenito de ‘niña prodigio’ que arrastra desde ‘Zampo y yo’; y el teatro es una manera estupenda de lograrlo. No habrá nada más. Cada uno seguirá a lo suyo, ellos a su música y ella, a las tablas. 

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Ana Belén y Víctor Manuel, la película que les unió

Esa fue la primera vez que Ana Belén, nacida María del Pilar, posó su mirada única sobre el nieto del abuelo Víctor; pero lo cierto es que de aquel encuentro no salió absolutamente nada. De hecho, por aquel entonces, él tenía novia, una joven chilena llamada Gloria, con la que se empeñaba en casarlo la prensa de la época. Todavía necesitaban que el director de cine Gonzalo Suárez les viera potencial como pareja, al menos, sobre la pantalla grande. 

En 1971 se empieza a rodar una película de unos enamorados que recorren la Costa Brava en su roulotte. Gonzalo Suárez necesita una chica y un chico que resulten creíbles y que transmitan eso mismo que reza el título del film, ‘Morbo’. No duda en ella, Ana Belén tiene talento de sobra; pero necesita un compañero a la altura. Es la época en la que los cantantes probaban suerte en el mundo de la actuación, como les ocurrió al Dúo Dinámico, los Brincos o Julio Iglesias. Y ahora le tocaba a él. Víctor Manuel se convirtió en el elegido y ahí dio comienzo una de las relaciones más sólidas del ‘famoseo’ patrio.

Cuantas más tomas repetían, ellos más se enamoraban. La química entre ambos, que se llevaban solo tres años, era comentada en todo el ‘set’. No había duda, el amor de los personajes había llegado hasta las personas que les daban vida. Su romance trascendió a las revistas entonces y también hubo quien tachó el noviazgo de oportunista, casi un acto publicitario para dar a conocer la película que habían hecho juntos. El tiempo les dio la razón. Estaban locos de amor y un año más tarde de conocerse, se dieron el ‘sí, quiero’. 

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¿Están casados Ana Belén y Víctor Manuel?

Yo no hablo de matrimonio, hablo de unión entre dos personas, o sea de compañerismo”, decía Ana Belén en entrevista con Lecturas en el año 1977. Entonces, estos amantes y compañeros ya se habían estrenado en la crianza. David era un bebé al que su madre aseguraba no poder parar de mirar embelesada. “Quiero educarle muy libre, con todos los problemas que eso trae. Quiero que él sea autónomo y que haga lo que quiera en cada momento”, confesó a Lecturas. 

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¿Cuántos hijos tienen Ana Belén y Víctor Manuel?

No había marcha atrás, Ana Belén y Víctor Manuel, ya eran mucho más que dos. Tras el nacimiento de David, llegó Marina, que quiso seguir los mismos pasos que su madre en el mundo de la interpretación. El mayor también ha estado vinculado con el mundo de la música que mamó desde que era un bebé; pero siempre como músico y arreglista. Probablemente, uno haya escuchado más la voz de David que visto su cara, no obstante él, junto a su madre, se encargó de poner melodía a la serie más longeva de la televisión, ‘Cuéntame cómo pasó’. 

Más de medio siglo después y siguen siendo el uno para el otro. Ana Belén y Víctor Manuel parecen haber dado con la clave del éxito en la pareja; algo que la actriz y cantante compartió hace unos años: “conservar la propia personalidad del individuo”. Y ellos han encontrado el equilibrio perfecto.