Con más o menos ganas e ilusión, hay fechas del calendario que siempre invitan a celebrar. Es el caso de los cumpleaños, que al fin y al cabo remiten a algo tan significativo como festejar todo lo vivido en los últimos doce meses. Recordar las alegrías, proyectar los mejores deseos y pisar con fuerza para que las próximas páginas del libro de nuestra historia sean todavía mejores. Un ejercicio, el de pasar página, que seguro ha tenido en mente Mette-Marit de Noruega en este 19 de agosto. La princesa heredera consorte cumple 51 años, pero lejos de atravesar en un momento boyante y propicio para estar feliz, se ha visto obligada a lidiar con una situación de lo más incómoda.
Y es que en realidad, el camino de la noruega dentro de la institución nunca ha sido del todo fácil desde que su amor por el príncipe Haakon la impulsase a atravesar los férreos muros de palacio. Bajo la atenta mirada pública, como le ha sucedido a otras tantas plebeyas reconvertidas en 'royals', a pesar de que en su caso saliese verdaderamente afectada de la revisión del pasado. Pues si bien a Letizia se la puso en entredicho en España por haber estado casada antes de enamorarse de Felipe VI, a Mette-Marit se le recriminó que ya hubiera tenido un hijo. Marius Borg, su primogénito, fruto de una relación pasada y fuera del organigrama real. Esto último por suerte, pues la Casa Real nunca hubiera podido digerir escándalos tan graves como su reciente detención.
La polémica que empaña el gran día de Mette-marit
La cuestión es que por mucho que Marius no forme parte del organigrama real propiamente dicho, es imposible que su madre mire hacia otro lado tras un episodio de estas características. Episodio que, sin duda, ha supuesto un mazazo completamente inesperado para la nuera del rey Harald V, que después de un largo proceso de adaptación había terminado por ser muy bien aceptada entre los súbditos de la Corona. No obstante, son actos como este, que se escapan de sus manos, los que la han acorralado en una fecha tan señalada. Todo a raíz de la agresión física y psicológica que su hijo llevó a cabo contra a una joven en la madrugada del pasado 2 de agosto. En un apartamento en el distrito de Frogner, en Oslo.
Según aportó el portal 'Se og Hør', el suceso que incumbía al hijo de la futura Reina de la nación no era cosa menor. Hasta el punto de que la violencia que Borg ejerció contra la víctima, una chica de unos 20 años cuya identidad no se ha revelado, le supuso pasar más de 30 horas retenido por la policía. Los días han ido pasando y cada vez son más los detalles que se conocen sobre la noche de autos, algunos verdaderamente truculentos. Véase que en el inmueble se había encontrado un cuchillo, que aunque no se había utilizado para agredir a la joven, sí estaba clavado en una de las paredes. Un incesante flujo de informaciones que, inevitablemente, ha puesto a los príncipes en entredicho.
Y eso que en ningún caso han querido pronunciarse en demasía al respecto, pues no deja de ser algo que ya está en manos de la Justicia. Haakon, por su parte, se limitó a decir ante los medios de comunicación durante su paso por los Juegos Olímpicos que no incidiría porque se trataba de "un asunto serio" y no encontraba "correcto" entra al caso. Su esposa, en cambio, sí que habría tomado cartas, pero de forma privada. Primero, porque fue ella quien acogió a su hijo en la finca de Skaugum tras ser puesto en libertad. No a modo de defensa o amparo de su reprobable actitud, cabe destacar. ¿Cómo se sabe? Porque en segundo lugar, y según apuntó el medio 'Aftenposten', no tuvo reparo en ponerse en contacto con la víctima. Entramado complejo donde los haya que, lamentablemente, ha empañado por completo un día muy especial.
El comunicado urgente de Marius Borg tras lo sucedido
Aunque el silencio imperase en primera instancia por la parte del detenido, el revuelo generado por lo acontecido ha hecho que Marius Borg también se pronuncie. Mediante sus abogados, eso sí. Lo hizo el pasado a través de un comunicado urgente, en exclusiva para la web 'NRK' y en el marco de una investigación policial que sigue abierta. "El fin de semana pasado sucedió algo que nunca debería haber sucedido", comenzaba, para después confesar que había un porqué para tan deplorable comportamiento. Un motivo, que no una justificación. "Cometí lesiones corporales y destruí objetos en un apartamento en estado de ebriedad tras haber consumido alcohol y cocaína después de una discusión", exponía.
El punto de partida propicio para admitir que "tengo varios trastornos mentales, lo que significa que a lo largo de mi infancia y de mi vida adulta he tenido y sigo teniendo varios desafíos". Esos problemas con las drogas que "no excusan lo que pasó en el apartamento de Frogner la noche del domingo del fin de semana pasado", aunque sí parecen haber servido para que el joven quiera retomar "muy en serio" el tratamiento contra el abuso de sustancias.