La falta de seguridad pudo con ella. Al repasar las imágenes de una Letizia vestida de novia, que no terminaba de hallarse con la prenda escogida, los expertos coinciden. Los Reyes celebran sus dos décadas de matrimonio y nosotros volvemos la vista atrás para analizar el vestido que lució la presentadora de informativos, que un 22 de mayo de 2004 se convirtió en princesa. 

Se cumplen 20 años del ‘sí, quiero’ que transformó la vida de la asturiana, que cambió los platós de televisión por los actos en la Zarzuela. En este tiempo, hemos visto cómo Letizia ha ido evolucionando, y, con ella, su estilo; hasta llegar a convertirse en una de las mujeres más elegantes de Europa. Pero, para llegar hasta ahí, ha tenido que vivir una auténtica revolución de imagen. 

El cuello que impuso moda 

“Cuando uno observa el vestido de novia de doña Letizia, es muy difícil valorarlo de una forma rotunda como acierto o error”, nos dice un cauto Juan Ferrando, profesor de Patronaje de la Universidad de Nebrija. “Si lo analizamos, podemos observar muchas cosas buenas y otras que hoy podríamos ver como mejorables”. El director del Grado de Diseño de Moda recuerda cómo “la silueta del vestido le favorecía y se le ajustaba completamente. No le hacía cuerdas [las pequeñas arrugas que se forman cuando las prendas no se acoplan bien al cuerpo] en la parte del talle". Con su entrenadísimo ojo clínico, califica de tremendo acierto la falda en corte evasé, que le daba presencia "para potenciar su papel de princesa", pero sin caer en la tan temida "pomposidad" en la que otras, como Lady Di, erraron en su gran día.

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El corte de la prenda nupcial fue todo un triunfo, puesto que supuso la culminación del 'primer estilo de Letizia', ese con el que se presentó al mundo. Un estilo profesional, pulido, donde predominaban los trajes de chaqueta… El día que caminó hacia la catedral de la Almudena del brazo de su padre, lució una creación que suponía “una combinación de todos los puntos clave de su estilo y aquellos que encontramos en el imaginario de un vestido de novia”. Todos ellos capitalizados, como no podía ser de otra forma, en ese cuello chimenea que pasó a ser conocido como ‘Cuello Letizia’, y durante años asociamos a ella. “Fue un furor en la época y se puso de moda, una auténtica revolución a nivel de tendencia”, desvela el estilista y experto en Casa Real Jesús Reyes, a quien también hemos consultado para que nos dé su opinión sobre uno de los looks más icónicos de la Reina.

Ferrando rompe una lanza a favor del clasicismo de la regia pieza que Pertegaz creó ex profeso para la novia, puesto que “permanecerá intacto” pese al paso de los años. De hecho, valorando los 20 años que han pasado, aunque considera que es “muy poco tiempo”, sí que está convencido de que ya es “un clásico al que el tiempo le ha sentado bien”.

Dibujos y mensajes ocultos en el vestido de novia de Letizia

La Corona Prusiana, cinco metros de cola y bordados en hilo de oro y plata para acompañar el camino al altar. Dibujos tanto en el cuello como en la falda, y aquí es donde surge el pequeño ‘pero’ al modelo para el experto en patronaje. “Quizá el motivo del bordado floral sea el detalle menos acertado, por ser un cliché, justificando referencias a la historia de la corona [la flor de lis está asociada a la monarquía borbónica]. Es cierto que sumaba el toque de la artesanía, pero era un detalle muy repetido y, al ser muy llamativo, porque tenía un tono más profundo que el tejido, quizá marcaba demasiado el estereotipo de vestido de cuento de princesas”.

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No es lo único que le chirría a este profesor. “Repasando las fotos y vídeos del enlace, se siente como que el vestido puede con doña Letizia, no se la nota plenamente cómoda, más bien transmite toda la presión y atención que había ese día sobre ella”. Los años han jugado a favor de la esposa de Felipe VI, quien, en estas dos décadas, ha ganado más confianza y seguridad en sí misma; algo que se deja ver tanto a través de su comportamiento y sus discursos, como a través de la ropa que escoge. “Hoy día es una mujer segura y es ella la que destaca sobre sus looks”, sentencia Ferrando. 

Pertegaz, el genio que recibió el mejor reconocimiento

Fue una boda que hizo soñar a todos. Por fin, ante los ojos de toda una generación, vivíamos una boda de cuento de hadas. Nuestras abuelas tuvieron a Sofía, nuestras madres a Lady Di y ahora nosotros teníamos a Letizia. “Hace veinte años, me compré una corbata de Pertegaz en honor a ese momento e influenciado por la expectación que causó el modisto”; nos cuenta el estilista Jesús Reyes, que entonces apenas era un adolescente. Él vivió ese día con un enorme entusiasmo, entregado a la fábula que cobraba vida ante sus ojos. Piluka de Echegaray, también estilista, pone de relieve la elección de este maestro de la costura; y la califica de “acierto” y de “merecido broche”. Vestir a una futura reina de España en su gran día es uno de los mejores homenajes que puede recibir una aguja de oro de este país. 

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Jesús Reyes destaca la tiara que lució la novia, una de las favoritas de la emérita y que, con los años, también se ha convertido de Letizia. “Llevó la Tiara Prusiana, que doña Sofía heredó a sus 18 años. Está confeccionada en platino y diamantes y de la que cuelga otro gran diamante oscilante en forma de lágrima. La reina doña Sofía también la utilizó en su boda; y, si la tradición se repite, será la que lleve el día de mañana la princesa doña Leonor en su futura boda”.

Un vestido influencia de doña Sofía

A pesar de que el modelo está llamado a pasar a la historia y a ser una pieza de museo, a Reyes le pasa un poco como a Ferrando: está convencido de que, si el enlace tuviera lugar hoy, Letizia no se decantaría por este modelo. “Hace 20 años, estoy seguro, doña Letizia sintió que ese era el vestido perfecto para su enlace con don Felipe. No tengo ninguna duda. Como tampoco tengo dudas que si el contexto de esta misma boda fuera hoy en día, este no sería el vestido que doña Letizia quisiera para casarse de novia. Pero es lógico, porque los gustos cambian y evolucionan; al igual que el contexto histórico-social”. Piluka concuerda con esto, “Letizia estaba en el punto de mira de todos y no debía salirse ni un milímetro de la corrección y el protocolo. Posiblemente, no se sentía la más segura del mundo, dada la importante exposición y responsabilidad a la que hizo frente ese día. Si la reina se casara hoy, elegiría otro vestido", remata la experta en moda.

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Podríamos buscar la explicación para esto en la influencia que en aquellos momentos tenía doña Sofía en todo lo referente a la propuesta estética de Letizia. La recién llegada a la institución se sentía extraña, completamente fuera de lugar; sin conocer bien el protocolo y cómo debía enfrentarse a sus deberes como miembro de pleno derecho de la familia real.

Tomó a su suegra como faro guía, que la iluminó más allá de las cuestiones profesionales e intercedió también en lo referente a su estilo. Fueron los años de los trajes de chaqueta, de las piezas con bordados y estampados que añadían años a la entonces princesa. Poco a poco, Letizia se fue desligando de su suegra y de su supervisión. Contrató al mejor equipo de profesionales para que se encargaran de su imagen y el ascenso a las ‘royals’ mejor vestidas fue imparable.

En 2017, la consorte fichó a la que ha sido la artífice de la renovación de sus looks, la estilista Eva Fernández, venida del mundo de las revistas y con una visión de la moda mucho más cercana a las editoriales que se ven en las páginas centrales de una publicación 'fashionista', que el que tenía la octogenaria reina. Juntas han sabido hallar el equilibrio perfecto entre la profesionalidad, las tendencias y el ‘chic’ aspiracional que representan las casas reales.

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La Letizia actual, la del 2024, esa que ha tenido que bajarse de los tacones y recurrir a las zapatillas, la que apuesta por el talento ‘made in Spain’, que arriesga e impone moda; quizás no se habría puesto el vestido imperial que llevó veinte años atrás; pero, a buen seguro, cuando repase las fotos del gran día, sabrá que hizo lo correcto.

Se decantó por una pieza solemne; creada para pasar a la historia y sobrevivir a las modas. Un vestido de reina regia, seria y comprometida con sus nuevas funciones. Aquel 2004, a pesar de no estar segura, dio en el clavo. Y, al final, como dice Piluka de Echegaray, "con los años, elegir otro vestido de novia es algo que todas las novias harían". Reinas o plebeyas.