Un día aquí, el otro allá. El incesante 'no parar' que en los últimos días se había convertido en constante para los miembros de la Casa Real española. Dinámica comprensible en lo que respecta a cumplir con sus compromisos, pero que no acostumbra a darse en el mes de agosto. Ese mes en el que el núcleo duro de la Corona se toma sus ansiadas vacaciones, aunque esta vez todo haya sido distinto. No solo porque es el primer verano en el que las dos hijas de los Reyes han pasado el curso escolar previo fuera de casa, sino porque desde que regresaron a casa han recuperado todo el tiempo perdido de cara a la galería. De acto en acto, con responsabilidad, y vislumbrando en el horizonte el destino definitivo para poder descansar: Mallorca.

La más grande de las Pitiusas, por siempre el refugio de los Borbones durante la temporada estival, que vuelve a ser el lugar donde princesa e infanta disfrutarán del relajo merecido. Y es que después de los Premios Princesa de Girona o el primer viaje oficial de la heredera en solitario a Portugal, llegaron los Juegos Olímpicos. Ha sido la competición deportiva más importante del mundo, lo que más ocupados los ha mantenido en las últimas jornadas. Tanto al soberano, aunque más a su esposa e indiscutiblemente a sus hijas. De grada en grada, apoyando a los deportistas españoles, pero sin poder desplazarse hasta el Palacio de Marivent hasta hace bien poco. Un periplo por la capital francesa que por fin ha llegado a su fin y ha dado lugar a la imagen más esperada: la de la familia unida en la isla.

La tierna imagen familiar de los Reyes y sus hijas en Mallorca

Una imagen que, como ya viene siendo costumbre en los últimos años, dista de los posados más protocolarios y nos remite a un instante de cercanía y complicidad. En el marco de una cena que tuvo lugar el pasado domingo 4 de agosto, Leonor y Sofía aparecieron junto a sus padres y su abuela, en esa unión de tres generaciones que siempre se sirve como un momento para el recuerdo. En este caso, más que nunca, y no solo por el ajetreo con el que han tenido que lidiar durante las semanas anteriores. Son las instantáneas de una noche mallorquina que han encandilado a los más observadores de la institución en una muestra de que todo va bien. De unión y de apoyo, además de mucha ternura

En esa primera salida conjunta de palacio que las cámaras de la prensa han podido inmortalizar, el lugar al que se dirigieron fue un espacio que el Rey y su familia conocen muy bien. El restaurante Mía, situado en el Portitxol, volvía a ser el elegido por ellos para degustar el exquisito menú del reputado chef Guillermo Cabot, volvió a acogerlos. Sin duda, la prueba de que este exclusivo local se ha convertido en uno de los preferidos de los Reyes para complacerse con la gastronomía mallorquina. También, el lugar donde princesa e infanta han mostrado su lado más familiar. Y no directamente en las interacciones con sus padres y su abuela, aunque también, sino por cómo han acompañado a otras dos mujeres que también han acudido a la cena: Irene de Grecia y Tatiana Radziwill.

Familia real Mallorca
GTRES

Es tradición que la hermana pequeña de doña Sofía pasé junto a ella el verano en Marivent, de modo que era evidente que su nombre estaría en el listado de comensales. Quizás algo más desconocida pueda resultar Tatiana, íntima amiga de la emérita, que asistió a la cena junto a Jean Henry Fruchaud, su marido. Dos mujeres muy importantes para la estirpe que en la actualidad tienen que desplazarse en silla de ruedas por motivos de salud. Algo que ha ganado especial relevancia esta vez, puesto que han sido Leonor y Sofía las que han aparecido empujando las sillas para que pudieran llegar hasta la puerta del restaurante. Sin lugar a dudas, un gesto que muestra su preocupación por la hermana y la amiga de su abuela, que ha resultado en una estampa verdaderamente afectuosa en un momento delicado por los achaques de las enfermedades.

Un gesto de apoyo a Sofía que refleja la educación de Letizia y Felipe

Es evidente que, más allá de demostrar su cariño a Irene y Tatiana, primera y segunda en la línea de sucesión al trono han dejado constancia de que su apoyo a doña Sofía, que se dejaba ver con una sonrisa de oreja a oreja, es inquebrantable. Porque a pesar de la distancia que las pueda separar durante el curso escolar o cuando deben cumplir con sus obligaciones 'royal', ambas tienen en mente siempre a su abuela. Para muestra, la llamada de Leonor a la emérita cuando esta se encontraba ingresada en la Clínica Ruber el pasado mes de abril. Un movimiento que trasciende lo público y constata el amor que se profesan, así como que, como ha quedado evidenciado en Mallorca, nunca soltarán su mano ni la de las personas que son importantes para ella. Esa mano que, de forma literal, sostuvo Felipe, también a su llegada al restaurante.

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Porque por mucho que los Reyes acaparen miradas allá donde van, el protagonismo de los miembros del núcleo duro de la Corona está ahora mucho más repartido. Algo visible en el caso de Letizia que, sin dejar de estar presente y ser una figura relevante, se hace un paso al lado. Sin perder de vista sus hijas y con ese orgullo compartido con el Rey en lo que a la educación de ambas se refiere. Porque tanto la Princesa de Asturias como la infanta Sofía no dejan de hacer gala de la buena educación recibida -traten con gente ajena o con personas de su entorno como en esta ocasión- para afrontar las adversidades. El reflejo de lo aprendido de su madre y de su padre. Presente en esta última aparición en la, ahora sí, ya disfrutan de sus verdaderas vacaciones.