La infanta Pilar lo tuvo claro. ¿Que la niña ha nacido el día de San Simón? Sí o sí tiene que llevar el nombre de la onomástica. Es tradición. De esta manera, la hermana de Juan Carlos y su marido, Luis Gómez-Acebo, convinieron que el mejor nombre para esa pequeña bebé nacida el 28 de octubre de 1968 era llamarse Simoneta. 

María de Fátima Simoneta Luisa Gómez-Acebo y Borbón nació en Madrid, cuando sus padres ya estaban instalados en la capital. Recordemos que la infanta Pilar, hasta su boda en 1967, pasó toda su vida en el exilio, entre Italia, Suiza y Portugal y no regresó hasta que no se hubo casado con Luis Gómez-Acebo, abogado y empresario procedente de una buena familia, pero sin linaje real, lo que, tal y como le pasó a Margarita de Borbón, le valió el salto dinástico. Al casarse por amor con alguien que no tenía ascendencia real, esto la excluía, de manera automática, de la línea sucesoria. 

Simoneta, la prima preferida de Elena y Cristina 

La prima de Felipe VI creció muy próxima a las hermanas de este, Elena y Cristina. Las niñas se entretenían juntas y podían pasar largas horas entre juegos y risas. Por su parte, Felipe se acercaría al resto de los hermanos de Simoneta, Juan, Bruno, Luis, Fernando y Nicolás, todos nacidos después que ella. 

retrato de familia real
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La infancia de Simoneta Gómez-Acebo fue muy parecida a la que uno esperaría de un niño de la aristocracia. Buenos colegios y clases de hípica. La pequeña había heredado de su progenitora la afición por el mundo del caballo, uno de los grandes hobbies de la infanta Pilar, quien, desde pequeña, prefería pasar sus ratos libres peinando las crines de sus corceles a pensar en la coquetería propia de la primera adolescencia. De hecho, a veces se fugaba de su colegio en Estoril para visitar a sus caballos. Una estrecha comunión que su hija, años más tarde, también volvería a sentir.  

¿Qué ha estudiado Simoneta Gómez-Acebo?

Pero si la infanta Pilar quiso dedicarse al mundo de la enfermería, a su hija le costó un poco más saber hacia dónde debía encaminar sus pasos. En sus primeros años tras acabar el Bachiller, Simoneta tocó varios palos hasta dar con el que realmente le encajaba. En los años 80 viajó hasta Estados Unidos para estudiar Oceanografía, pero, tras un curso, decidió que eso no le gustaba realmente. Regresó a España donde se centró en la hípica. Aquello que para ella siempre había sido un hobby, ahora podía transmutar en una profesión. 

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Simoneta Gómez-Acebo ganó varios concursos de hípica a lomos de Duz-Dan, su caballo preferido. Como su prima Elena, que también era una instruida amazona, se afilió a la Unidad de Equitación y Remonta, gracias a la cual pudo participar en torneos profesionales como el trofeo Club de Campo Pineda, en Sevilla. 

Caballos y algo más. Su madre había tenido la hípica, pero, además, era enfermera y su prima Elena se formaba para ser maestra… pero, ¿y Simoneta? Hizo, como tantos jóvenes perdidos en su situación, marcharse a Londres a aprender inglés. 

En la capital del Reino Unido no solo logró perfeccionar su acento, sino, también, estudiar arte de mano de una de las casas de subastas más importantes de todo el mundo, Sotheby's; donde sintió que, entre pinturas, objetos de colección y joyas, encajaba. Y precisamente, ligado al mundo del oro, los brillantes y las piedras preciosas halló su hueco. Durante 30 años, Simoneta Gómez Acebo ha trabajado como relaciones públicas de una de las marcas de lujo y alta joyería del mundo, Cartier. 

La gran boda de Simoneta Gómez-Acebo

En el amor, al igual también le pasó a su madre, Simoneta buscó a un chico completamente alejado de la aristocracia. Esta hija de infanta y sobrina y prima de reyes se enamoró de un artista. José Miguel Fernández Sastrón procede de una familia con un enorme capital, puesto que su abuelo fue uno de los fundadores de Galerías Preciados, pero él no quiso dedicarse a nada que tuviera que ver con las finanzas. Él siempre sintió debilidad por la música y a eso ha dedicado su vida. 

José Miguel Fernández Sastrón es músico y compositor y, durante años, ha sido uno de los miembros más destacados de la SGAE, ocupando cargos de vicepresidente y de presidente dentro de la Sociedad General de Autores. Actualmente, está desvinculado de los mismos y compagina sus trabajos creando música con el puesto de director de Relaciones Internacionales de un grupo de comunicación digital de corte conservador y cristiano. 

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Simoneta y José Miguel se conocieron a finales de los 80 y se comprometieron en 1990. El 12 de septiembre, en la catedral de Palma de Mallorca, los novios se dieron el ‘sí, quiero’. Fue una boda muy esperada y celebrada. Aunque ella no era hija de rey, sí que era hija de infanta; por lo que su enlace se vivió con una enorme ilusión, ya que suponía la primera boda real celebrada en España desde la proclamación de la I República. La novia lució alta costura, un vestido de Christian Dior diseñado por su entonces director creativo, Gianfranco Ferré; y una de las tiaras que se ha convertido en una de las grandes favoritas de Letizia, ‘la Rusa’. Este adorno, llamado así porque recuerda a las diademas que usaban las campesinas rusas, perteneció a la abuela de la novia, María de las Mercedes, quien se la prestó a su nieta para su gran día. Es una de las llamadas ‘Joyas de Pasar’ que, tradicionalmente, pasan de una reina a otra.

La joya que pertenecería a Letizia

Esta no ha sido la única Joya de Pasar de la que ha disfrutado -y sigue disfrutando- Simoneta. Existe cierta controversia en torno a una pieza en concreto que luce la aristócrata y que debería estar en el joyero de Letizia. Se trata de un broche de diamantes con forma de lazo, una alhaja que perteneció a la reina Victoria Eugenia y de la que, en un principio, colgaba una impresionante perla de gran tamaño, ‘La Peregrina’. El broche, sin la perla, fue un regalo personal que María de las Mercedes de Orlèans hizo a su nieta. 

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“El broche estaba en incluido en el lote de Joyas de Pasar, la pieza la recibiría Doña María, quien al parecer no se la cedería a la siguiente Reina de España. La Condesa de Barcelona lo luciría junto a la falsa Peregrina para la boda de la Princesa Catherine Napoleón en 1974 (vía @pmilstein ). Permanecería en su joyero hasta 1990, cuando se lo obsequiaría a su nieta, Doña Simoneta, por motivo de su boda (vía @spanishroyaljewels )”, aseguran en la cuenta Spanish Royal Jewels. Desde su boda, la hija de la infanta Pilar lo ha lucido en destacadas ocasiones, especialmente para bodas de la familia; incluyendo la de su primo Felipe VI con Letizia Ortiz. 

Tras aquella multitudinaria boda celebrada en Mallorca, Simoneta Gómez-Acebo sufrió un gran varapalo: el fallecimiento de su padre. El empresario perdió la vida por un linfoma en la sangre; y dejó viuda a la infanta con solo 57 años y 5 hijos. 

En 1991, una buena noticia para la experta en hípica: nacía su primogénito al que, como no podía ser de otro modo, puso el nombre de su padre, Luis. Tras él vendrían Pablo y María, que acabarían de conformar esta familia numerosa tan bien avenida. Los niños, para ser blindados a los ojos de los curiosos y brindarles una educación exquisita, fueron mandados a estudiar a diferentes internados británicos, solo accesibles para la auténtica élite. Todos han crecido siendo unos jóvenes estudiosos, de los que apenas conocemos nada, discretos y compartiendo el mismo amor por la música que su padre siempre les inculcó. 

Las 3 tragedias consecutivas de la vida de Simoneta Gómez-Acebo

El matrimonio de Simoneta se acabó en 2009, pero tardaron 5 años en firmar los papeles de divorcio. “La ruptura matrimonial es un fracaso”, ha llegado a decir la sobrina de Juan Carlos I. Fue una separación amistosa, tal y como explicó a Telva, aunque reconoció que no lo estaba pasando bien. “Intento verlo como una etapa terminada, pero se sobrelleva mal. Es muy doloroso.”, categorizó. 

Otro de los peores momentos de su vida llegó en 2020 con la muerte de su madre. La infanta Pilar estaba enferma de cáncer de colon y, pese a que su hija se mostraba optimista, la hermana del emérito no logró salir adelante. Su fallecimiento fue un duro golpe para toda la familia, debido al carácter del que esta siempre había hecho gala. Ella era la matriarca, el nexo de unión. El bastón de apoyo de todos, hombro para desahogarse para sus hijos y para sus hermanos. Y, cuando ella desapareció, el mundo se les echó encima. En estos cuatro años, Simoneta ha tratado de ocupar su hueco, uniendo a sus hermanos y a sus primos, como su madre siempre había hecho. 

Para la experta en joyas el drama no acabó ahí. En el último año, la aristócrata ha perdido dos hermanos a lo largo de 2024. En marzo falleció su hermano Fernando, debido a una dolencia en las vías respiratorias que arrastraba desde haber padecido Covid-19;  y tan solo 5 meses más tarde, lo hacía Juan, que padecía cáncer. Dos mazazos emocionales muy seguidos y que han dejado a los hermanos Gómez-Acebo absolutamente derruidos. 

Simoneta, desde la partida de su madre, ha estado buscando dar un nuevo significado a su vida. En 2021 cambió de trabajo tras décadas dedicada al sector del lujo. Desde entonces, es coordinadora de proyectos de la Michelangelo Foundation, cuyo objetivo radica en buscar a los mejores artesanos de todo el mundo. Además, corre a cargo de una de las iniciativas con las que su progenitora más disfrutaba, el Rastrillo Nuevo Futuro, dedicada a recaudar fondos para personas sin recursos. 

La prima del Rey hace todo lo posible por mantenerse optimista y a flote, aunque el 2024 se lo esté poniendo muy difícil.