Por increíble que parezca para muchos, vivir a cuerpo de Reina no es la tarea más sencilla del mundo. Más allá de la pompa y la solemnidad, de los palacios y las joyas más exclusivas, el sentimiento imperante es de la presión. Hay que estar a la altura del rol, cumplir con los protocolos, no fallar en el compromiso a la institución y tratar con la ciudadanía. Más todavía si se ha entrado en la Corona por ser consorte y no por herencia. Al fin y al cabo, el de la monarquía es un servicio que depende directamente del pueblo. Poner la cara por la nación, con el inigualable cariño de las gentes. Ese que Máxima de Holanda puede presumir de haberse ganado con creces.

Y es que conseguir que un país entero te acepte aún y no provenir de una dinastía tampoco era fácil. Si no, que se lo digan a la reina Letizia. La homóloga española de la mujer de Guillermo Alejandro ha vivido en sus carnes el incesante análisis popular. De las calles a la prensa, ningún paso en falso se le permite. Cualquier error les puede pasar factura y así ha sucedido en el pasado. Incluso un mal gesto o excesiva seriedad ante una determinada situación le han jugado malas pasadas a la mujer de Felipe VI. Algo que, por suerte, no aplica a Máxima. Ella, con su sonrisa permanente, parece haber encontrado el secreto de la felicidad dentro de su posición.

Máxima de Holanda, una Reina feliz y carismática

Para comprender en profundidad todas las implicaciones de su característica personalidad, desde CLARA nos hemos puesto en contacto con la psicóloga Lara Ferreiro. La terapeuta, que además es autora del superventas 'Adicta a un gilipollas', parte de que Máxima "es la Reina de la eterna sonrisa" y "demuestra una gran capacidad de superación". Todo lo anterior, además de que en sus años dentro de la institución ha dejado constancia de que "tiene adaptación y servicio a su rol", convirtiéndose en "el mayor activo que tiene la Casa Real holandesa". 

Para nuestra especialista, son cuestiones como que "no va de nada, es sencilla, humilde, cercana y empática" las que han derivado en que "su pueblo la ama y la respeta todo el mundo a nivel internacional. "Tiene una gran capacidad para aprender y adaptarse, ha aprendido holandés… Además, es muy humana. Lo vemos en todas las actividades y causas sociales que hace, mostrando su compromiso", nos cuenta, además de poner en valor que "su gran sentido del humor es su gran capacidad para adaptarse a la situación". Adaptación que se extrapola incluso al gran cambio que supone convertirse en Reina. Un proceso en el que "mantiene su identidad y sus valores, y no se le ha subido para nada el título a la cabeza".

El camino de la felicidad de Máxima de Holanda
Lara Ferreiro (@psicologa_laraferreiro)

Ese carisma que le da una voz propia se suma a su naturalidad. "Es espontánea, cercana, y siempre con esa sonrisa en la boca. Se implica con todo lo que hace y eso la convierte en una persona genuinamente feliz. Cuando sonríe es de verdad. No busca ni parecer más joven, ni inyectarse nada. Es una persona auténtica, está muy bien amueblada y ha sabido enfrentar todos los desafíos que ha tenido", expone Ferreiro. Una alegría que también se nutre de saber "buscar y encontrar apoyo en su marido", además de "sus amigas y sus hijas, que son su gran pilar". Lara, que también trabaja como psicóloga de la aplicación de citas Ashley Madison, detecta que entre Máxima y el Rey de los Países Bajos "están muy enamorados y no ha salido ningún escándalo de infidelidad. Se miran con amor, con cariño". Afecto indispensable para afrontar las adversidades, que no han sido pocas.

Resiliencia y una sonrisa perenne ante las adversidades

Hay un concepto que nuestra psicóloga enfatiza en el caso de Máxima. "La resiliencia es mi palabra favorita, que significa resistencia psicológica", nos concreta. Resistencia y capacidad de sortear los obstáculos en este tiempo, empezando por "cuando hubo el COVID-19 y tuvieron polémicas los Reyes de Holanda porque se fueron de vacaciones a Grecia (...) cuando el Gobierno recomendaba un confinamiento parcial y viajar lo menos posible por la pandemia". "Fue el peor error que han tenido y quedaron muy tocados. Enviaron un breve comunicado, cancelaron sus vacaciones y luego tuvieron que dar explicaciones y pedir disculpas. Su imagen quedó muy tocada (...). Aun así, ese fue otro de los desafíos a los que han sabido enfrentarse y han podido recuperar esa imagen de que tanto les quiere la gente". Tampoco fue fácil lidiar con "otro gran obstáculo que tuvo que superar fue cuando se iba a casar" y "su padre, al haber sido ministro en la dictadura de Argentina, no pudo ir a su boda porque se lo prohibieron". Y sí, "lloró mucho y lo pasó muy mal", pero "supo renunciar a que no la llevase al altar" y mantuvo el tipo.

Máxima y Guillermo Alejandro
GTRES

Así lo sigue haciendo hasta el día de hoy, aun en situaciones tan complejas como "las amenazas de secuestro a su hija Amalia por parte de la macromafia" o cuando "su hermana Inés Zorreguieta, de 33 años, murió tras haberse suicidado en el año 2018". Luego murió el padre Jorge Zorreguieta, tras una batalla contra el cáncer y siendo la segunda pérdida de la familia Zorreguieta en menos de un año. Fue muy complejo. Inés era la mimada de Máxima, dicen que la quería muchísimo, y fue superdoloroso. De eso no te recuperas nunca, aprendes a vivir con ello", relata Ferreiro. En casos como este, destaca que "hay mujeres que lo canalizan hacia ‘voy a vivir por las dos’ o ‘voy a tirar para adelante’, y a otras les cuesta una depresión". Máxima ha optado por lo primero. "Se ha apoyado en su familia, y aunque le duela muchísimo, no lo veremos porque esto lo llora de puertas para adentro". Siempre hacia delante, con una entereza envidiable y al servicio de sus obligaciones.