“¿Ciega, yo?”, Margarita de Borbón estallaba en risas cuando, de niña, alguien le hablaba de su más que evidente ceguera. El mayor orgullo de su madre, fue justamente ese, que su hijita creciera como el resto de sus hermanos, aguerrida, valiente y sin preocuparse lo más mínimo por el hecho de haber nacido sin retinas.

Margarita de Borbón, bautizada como Margarita María de la Victoria Esperanza Jacoba Felicidad Perpetua de Todos los Santos de Borbón y Borbón, aunque  conocida en su entorno más íntimo como Margot, nació en Roma, en el exilio, como todos sus hermanos y, como todos ellos, creció con la maleta hecha; por si, en cualquier momento, había que salir de manera atropellada. Cuando ella vino al mundo, su hermana Pilar y Juan Carlos ya la estaban esperando. Tenía, por tanto, dos fieles compañeros de juegos que no tardaron en descubrir que el bebé tenía algo distinto…

Margarita de Borbón nació sin retinas

Cuando a Margot le hacían carantoñas o su niñera le movía las manos delante de la cara, la pequeña permanecía impertérrita. No reaccionaba. ¿Qué pasaba con la bebé? La ‘nanny’ fue la primera en dar la voz de alarma. A la niña le ocurría algo, no se comportaba como sus hermanitos mayores. Entonces, María de las Mercedes movió cielo y tierra para que a su pequeña la vieran los mejores doctores. A Margarita le realizaron de decenas de pruebas y todas arrojaban los mismos y desesperanzadores resultados: no veía. Había nacido ciega y nunca recuperaría la visión. 

La condesa de Barcelona lo tuvo entonces claro. La ceguera de su hija tercera no sería ningún impedimento. Haciendo uso de su apodo "la Brava", desoyó lo que muchos le recomendaban, que la internara en un centro para personas invidentes y que la apartara de la rutina diaria. No hizo ni caso. Margot sería educada y criada como el resto de sus hijos, sin reconocerle ninguna diferencia que la apartara. “No sé si nos pasamos un poco, pues a veces Margarita es demasiado atrevida. La recuerdo cuando en Normandía, en el Castillo de Eu, se subía por tejados altísimos, y los primos le decían: Margot, el pie izquierdo... ahora el derecho. ¡Y sigue siendo igual!”, dijo María de las Mercedes a su biógrafo, Javier González. 

La infanta valiente y rebelde

Efectivamente, la niña creció sin conocer la limitación que su condición le imponía. Y, cuando en 1946, la familia se estableció en Estoril, su valentía fue a más. Margarita de Borbón desconocía el miedo y se atrevía con todo, siempre llevaba las rodillas sucias y llenas heridas. Se caía y volvía a levantarse, con ganas y sin venirse abajo. Intentándolo de nuevo. 

Así creció determinada, valiente y aguerrida. Debido a sus problemas de visión, desarrolló un estupendo oído, aprendió a tocar el piano, el acordeón y se maneja perfectamente en cinco idiomas. Siempre ha sido una estupenda melómana, que lo mismo disfruta con un recital de música clásica que en un concierto de rock. Con los años, la infanta se ha descubierto como una mujer moderna que adora ir a shows de algunos de sus músicos favoritos, entre los que se encuentran Bruce Springsteen o Bon Jovi.

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Además, Margarita creció siendo una niña alegre y bromista, de hecho, una vez, una de sus chanzas le costó un sonoro bofetón por parte de su padre. “Me acuerdo de una torta bien dada que, además, me dolió mucho porque yo adoraba a mi padre. Conté un chiste de Franco y me pegó una torta, al tiempo que me preguntaba, molesto: “¿Quién te ha enseñado eso?”. Yo le dije: “¡Ay, papá, no sé, alguna compañera!”. Él me respondió: “Pues no te rías nunca si te cuentan algún chiste de esos, no tiene ninguna gracia”, desveló al periodista José Antonio Gurriarán. Que don Juan, mantuviera una airada tensión con el dictador, no fue impedimento para este doloroso reprendimiento que Margot aún recuerda.

El gran sufrimiento de Margarita

Estando en Estoril vivió la gran tragedia que sacudió las vidas de toda la familia. La Semana Santa del año 1952, Juanito había vuelto a casa. Él se encontraba estudiando fuera y para todos sus hermanos era motivo de absoluta dicha. Alfonso, el más pequeño, quiso jugar con él al volver de misa. Ese juego acabó de la peor manera: con el niño, de solo 14 años, con una bala atravesándole la cabeza. El accidente nunca quedó claro, pero parece que los dos hermanos jugaban con un arma que pensaban que estaba descargada; cuando lo cierto es que contenía munición. 

Margot y Alfonso eran muy buenos compañeros. Les encantaba pasar tiempo juntos, contarse secretos y reírse con sus chistes. Pero aquel día de fiesta todo acabó entre ellos. Cuando enterraron al pequeño, su hermana recogió para él un bonito ramo de flores silvestres que esta colocó entre sus manos. El infante fue enterrado con el tierno gesto que Margarita tuvo con él a modo de despedida, para que la alegre presencia de su hermana le acompañara toda la eternidad. 

¿De qué trabajó Margarita de Borbón?

Al igual que su hermana Pilar, Margarita tenía claro que deseaba ser algo más que infanta de España. Si la mayor se formó para ser enfermera, la pequeña, que tenía una estupenda mano con los niños, se dedicó a la puericultura. Margot trasladaba a la perfección todo su espíritu lúdico a su convivencia con los menores, que se sentían de lo más confiados con ella y, además, se lo pasaban en grande. 

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Margarita de Borbón lo tenía todo para haber seguido siendo la alegría de su casa y poco más. Un personaje relegado a la mera comparsa familiar debido a su discapacidad, pero nada de eso fue lo que ocurrió. Ella quería ser como el resto de jovencitas de su edad y, como ha contado la periodista Pilar Eyre, ir a fiestas a las que le llevaba su hermano Juan Carlos, quien se enfadaba si alguien se propasaba con ella -“¡es muy inocente!”, espetaba-. Quería trabajar y ansiaba la independencia. Incluso no temía las consecuencias que esta podía traerle y eso incluía perder su puesto en la línea sucesoria...

Un gran amor, dos hijos y una única petición a los 85 años

Y todo porque en 1972 conoce a un hombre que pone su vida del revés. Carlos Zurita es un gran médico con un brillante currículum pero sin un ápice de sangre real. Sin duda, un plebeyo era lo último que querían sus padres para ella. Se mostraron reticentes, pero ante la cabezonería de Margot, poco o nada podían hacer Juan y María de las Mercedes, que acabaron accediendo al casamiento de su hija menor. Eso sí, le advirtieron que ese enlace suponía su completa expulsión de la línea dinástica. Tampoco le importó demasiado. Para reinar ya estaba Juanito, ella solo quería vivir su vida a su manera. 

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Un año más tarde de su boda en Estoril, Margarita daba a luz a su primer hijo, Alfonso. La orgullosa madre escogió el nombre de su hermano fallecido, una especie de homenaje para sentir más cerca al pequeño infante que perdió la vida por un juego de niños. En 1975, la que nacía era María, que ha heredado de su madre las mismas ganas de aventura y de pasarlo bien. María Zurita quizás es la sobrina de Juan Carlos I más conocida, por sus comentarios a la prensa o por su participación en programas como ‘MasterChef Celebrity’. 

Tiene a quien salirle. Margarita de Borbón, a sus 85 años, salvo por los achaques propios de su edad, sigue igual de valiente. El año pasado, cuando se cumplieron los 50 años de su boda con Carlos Zurita, esta pidió una única cosa: ir a Abu Dabi a ver a Juanito. Y así lo hicieron. La duquesa de Soria, su marido y su hija María viajaron hasta Emiratos, donde pudieron pasar algunos días de octubre junto al rey emérito. De esta manera, y de primera mano, pudo comprobar cómo es la actual vida su hermano; algo que le preocupaba enormemente.

Sin duda, fue una visita extenuante que sirvió, una vez más, para entender que el apodo de 'la Brava' tiene en ella la mejor heredera.