El relato de Diana Spencer es uno de esos que siempre quedarán incompletos. Por aquello de los 'y si...' sin respuesta, empañados por la tragedia que acabó con la vida de la inolvidable princesa de Gales. ¿Qué rumbo hubiera tomado tras divorciarse de Carlos? ¿Cómo habría sido su relación con sus nueras y sus nietos? ¿Habría tenido futuro su romance con Dodi Al-Fayed? Incontables dudas sin resolver que apuntan en la dirección de un horizonte futuro que no pudo ser. El 31 de agosto de 1997, ella y el empresario egipcio con el que había recuperado la ilusión, fallecieron en un accidente automovilístico. El abrupto final para un amor que apuntaba maneras.

Tantas como que incluso estaba sobre la mesa la idea de casarse. Por aquel entonces, la madre del príncipe Guillermo y del príncipe Harry ya había puesto punto y final a su matrimonio con el actual soberano británico. Un desenlace mediático para la que podría haber sido la relación ideal con el heredero a la Corona, pero que difícilmente podía llegar a buen puerto. La sombra de las relaciones extramaritales hizo la mella suficiente para que la propia Isabel II les aconsejase el divorcio. Dicho y hecho, con la carta blanca para reconducir sus senderos. Carlos por fin pudo formalizar su relación con Camilla, y ella quedó prendada de Dodi, el hijo de Mohamed Al-Fayed, su anfitrión de verano. Y tan pronto como se enamoraron, quisieron unirse en matrimonio. Así lo constata la historia del anillo 'maldito' de un compromiso truncado por el destino.

El anillo que cautivó a Diana en Mónaco

París, 1997. Todavía no ha terminado el mes de agosto, y Diana y Dodi disfrutan de unos días de ensueño en París. La capital de Francia, que en realidad era también el país que vio nacer su amor. En la casa familiar de Fayed en el sur del país vecino, la princesa -aunque ya sin tratamiento de alteza real- y su chico habían disfrutado de un verano de película. Su amor iba a toda velocidad, y el egipcio lo tuvo claro antes de que pasase demasiado tiempo: quería casarse con ella.

Pedirle la mano, pero no de cualquier modo. No todos los días tiene uno la oportunidad de hincar rodilla frente a la proclamada 'princesa del pueblo', y el empresario sabía que debía cuidar hasta el más mínimo detalle. Sin obviar, evidentemente, algo tan sustancial como el anillo de la pedida. Debía elegirlo bien, y en el momento en el que Diana quedó prendada de uno que había visto en el expositor de una joyería de Repossi en Mónaco, supo que ya lo había encontrado. En oro blanco y diamantes y con un coste aproximado de 180.000 euros de la época. Como mera curiosidad, pues el precio era lo de menos. Tenía que ser ese.

Diana y Dodi 1997
GTRES

La exesposa de Carlos III estaba absolutamente embelesada con la pieza, y la pareja apostó por citar al propio Alberto Repossi para tomar medidas y elegir el tamaño perfecto para que se ajustase a su dedo anular. Lo contó el propio joyero al diario italiano 'Il Corriere', en unas declaraciones en las que aseguró que el primer contacto fue mucho más austero de lo que podría haber imaginado.

El compromiso que Dodi orquestó y no pudo ser

Quedaron en un diminuto hotel de Saint Tropez, en el que estaban ellos solos, sin equipo alguno de guardaespaldas. El enclave ideal para mantener la discreción, pues tampoco había turistas. Repossi llegó cargado de sus mejores joyas para que Diana tuviese más opciones, pero el veredicto estaba más que definido de entrada. Tenía que ser el 'Dis-mou oui' -'Dime que sí', en francés- y lo querían para el 30 de agosto. El italiano, a pesar de tener el taller cerrado en agosto, se puso manos a la obra de forma excepcional "porque el 1 de septiembre dijeron que habría un anuncio importante, un compromiso". Y llegó a tiempo. "Entregamos el 30 de agosto", en la joyería Repossi de la Place Vendôme de París. 

Diana Dodi 1997
GTRES

Lo recogió Dodi, sin saber que ese era el último día antes del accidente que acabó con su vida y la de su amada. Al día siguiente, en la víspera del día elegido para hacer público que iban a pasar por el altar, tendrían lugar las últimas imágenes que hay de la pareja en vida. A la salida del majestuoso Hôtel Ritz, donde tuvo lugar la pedida, cuando se subieron en un Mercedes-Benz negro. El que conducía Henri Paul, gerente de seguridad en funciones del hotel. Fue él quien perdió el control del coche en una persecución con los paparazzi que terminó en desastre al pasar por el túnel de Alma. Él, Dodi y Diana fallecieron. Solamente sobrevivió Trevor Rees-Jones, el guardaespaldas. Y entre los escombros del siniestro, el 'Dis-mou oui'. Tan maltrecho que nunca pudieron lucirlo ni Kate ni Meghan, sus nueras. Las herederas que ella estipuló en su testamento.