Ha sido una semana grande para los Reyes. No todos los días se celebran diez años al frente de una Corona. De hecho, son pocas las veces que vivirán un evento conmemorativo del calibre del que acogió el Palacio Real de Madrid el pasado 19 de junio. Una jornada para el recuerdo, en el que no faltaron los actos protocolarios, pero también hubo espacio para la exaltación de las emociones. El recuerdo de esa década que ha pasado desde que Felipe VI fue proclamado Rey. El mismo tiempo transcurrido desde que Letizia cambió el título de Princesa de Asturias por el de Reina consorte. Con todo lo que supone dar un paso así.

No fue novedad para ella comenzar a sentir la presión, porque así lo llevaba experimentando desde que, por amor, aterrizó en la familia real. Desde el 2004 hasta el 2014, año en el que Juan Carlos I formalizó su decisión de abdicar en favor de su hijo, tuvo tiempo para acostumbrarse a estar vigilada. Todos pendientes de sus movimientos, más todavía cuando se trataba de una mujer de a pie la que había conquistado al heredero.

Plebeya, de clase media y periodista, como atributos que se llegaron a leer negativos y que le plantearon un reto mayúsculo: debía a estar a la altura. Así comenzó su particular carrera de fondo para convertirse en una figura tan respetada como lo es hoy día. Sin olvidar su pasado corriente, claro está. Es eso lo que, de vez en cuando, le puede llegar a jugar una mala pasada.

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En el marco de un día con la agenda a rebosar, tanto Letizia como sus dos hijas tuvieron un protagonismo a la par con el del monarca en el X aniversario de la proclamación. Desde primera hora, con el ansiado saludo desde el balcón a todos los asistentes, listos para ojear con atención el relevo solemne de la Guardia Real. La antesala exterior a trasladarse al interior del lugar, donde se celebró la ceremonia de imposición de condecoraciones de la Orden del Mérito Civil.

Fueron esos dos momentos clave en los que, de forma imprevista y sin pretenderlo, la figura de la Reina tuvo mucho protagonismo. Todo por un detalle relacionado con su salud, pues su dolor de pies volvió a suponerle tomar medidas de excepción. No solo por el Neuroma de Morton que padece, sino también por la fractura en uno de los dedos de la que lleva más de un mes recuperándose. Una dolencia que le ha afectado más allá de la indumentaria y que supuso que tuviera que sentarse en determinadas ocasiones. Gestos comprensibles, porque su compromiso con la institución no está reñido con seguir indicaciones médicas. 

El caso es que no fue esta forma de proceder la que tanto llamó la atención de los seguidores de la Casa Real, porque era completamente comprensible. Fue algo más tarde, durante el almuerzo con las autoridades, cuando 'el gesto de la discordia' tuvo lugar. Un movimiento que podría pasar inadvertido en cualquier otro contexto, pero que los expertos en protocolo no ven con buenos ojos. Así lo ha hecho saber Maria José Gómez Verdú, manager de 'Protocolo y Etiqueta', en declaraciones para CLARA.

Infanta Sofía y Leonor
GTRES

Para comprender qué sucedió, es preciso ponernos en antecedentes y remitir al instante más emotivo de la jornada. Justo cuando Felipe VI invitaba los presentes en el salón a brindar, llamaba la atención ver a la princesa Leonor y a la infanta Sofía abandonar sus asientos y ubicarse en un rincón clave de la sala para dar un discurso sorpresa. Palabras para reconocer el trabajo de sus padres que requirieron del silencio de los invitados, que no se dio hasta que Letizia, cómplice de la gestión, se atrevió a golpear ligeramente su copa con un cubierto para que así fuese.

Es eso lo que nuestra especialista considera "una falta de educación y respeto" en toda regla. "No se debe golpear la cristalería, seguramente fina, con ningún objeto (...). Ni siquiera las copas a la hora de realizar el brindis se deben chocar. Todo aquello que incluya un ruido extra en un ambiente formal está fuera de contexto", profundiza Gómez en sus declaraciones para esta revista, para después añadir que "ayer al verlo no daba crédito".

Las emocionantes palabras de Leonor y Sofía hacia sus padres 

Aunque esos sutiles toques en la copa puedan leerse incorrectos, no es de extrañar que Letizia pudiera estar nerviosa por escuchar la intervención de sus hijas. Algo inédito por parte de la Princesa de Asturias y la infanta, que se atrevían a deleitar a los asistentes al almuerzo con las palabras más tiernas que han proferido a los Reyes en público hasta la fecha. "Mamá, papá,  Majestades. Perdón por colarnos, pero también nosotras tenemos algo que decir hoy", se arrancaban ante la atenta mirada de los invitados y su madre. La Reina, mucho más serena que Felipe VI, que contenía las lágrimas y se mostraba visiblemente emocionado. 

Discurso Leonor y Sofía
GTRES

"Gracias por acompañarnos para recordar que, en estos diez años, hemos aprendido de nuestros padres o que significa el compromiso que los cuatro tenemos con todos los españoles", proseguían Leonor y Sofía, para después pedir otro brindis "por nuestra madre y nuestro padre". "Por nuestros Reyes. Porque desde que nacimos, nos han enseñado el valor de esta institución, de la Corona. Su utilidad para nuestra sociedad y su propósito de servir a todos", también. Sentimentalismo puro que concluían, por voz de la menor de las hermanas, con "mamá, papá, gracias". Después los aplausos, que eclipsarían cualquier forma inadecuada de proceder, aunque el ojo experto nunca perdone un error de protocolo.