Desde el baño de su casa en Nueva York, una exnovia de Felipe VI muestra, al detalle, su rutina de belleza. Algo que jamás haría Letizia. La mujer en cuestión, que bordea los 50 años, se pone unos parches de ácido hialurónico y se pasa una piedra de cuarzo rosa por el cuello, con la misma fe que el creyente reza a su dios. Ella es Gigi Howard, la estadounidense que, durante un par de años, ocupó el corazón del Rey. 

Nacida como Giselle Howard en una pequeña ciudad de Georgia; Gigi cumplía un patrón similar al de todas las novias de Felipe hasta que llegó Letizia. Rubia, estudiante, con un perfil de niña bien y aspecto de modelo. La norteamericana fue la segunda pareja que le conocimos al hombre que acaba de cumplir 10 años de reinado. Este venía de romper con Isabel Sartorius, y, para curarse la pena, quiso poner tierra de por medio. Para ello, nada mejor que dar un giro absoluto a su vida y fingir, por primera vez, que era una persona normal. Y, lo más curioso de todo, es que lo consiguió.

Los primeros encuentros de Felipe VI y Gigi Howard

Con 25 años, un guapísimo Felipe de Borbón deja sus maletas en el piso que su primo Pablo de Grecia tiene alquilado en la Gran Manzana. Con la excusa de matricularse en la Universidad de Georgetown, el hijo de Sofía y Juan Carlos se traslada a Nueva York. Tras licenciarse en Derecho, desea cursar  un máster en Relaciones Internacionales y lo que obtiene a cambio es mucho más importante que un simple diploma. El entonces príncipe de Asturias vive una sensación de falsa libertad, puesto que nadie le reconoce por las abarrotadas calles de la ciudad de los rascacielos. Aunque su guardaespaldas no le pierda de vista, él puede quedar con sus compañeros, tomarse unas cervezas o pedir una “double cheeseburger” sin que nadie repare en que es el heredero de una monarquía. 

Además, con Pablo se lo pasa fenomenal. Siempre ha tenido una gran complicidad con su primo, y ahora pueden aprovechar y pasar tiempo juntos. Aunque, lo cierto, es que cada uno está en un punto distinto de su vida. El griego acaba de conocer a una chica; ella es inglesa, rubia, de excelentes modales… se llama Marie Chantal Miller, con la que, dice, desea casarse. Felipe ha salido escaldado de su último romance y no parece tener ganas de volver a ilusionarse; pero su ‘prima política’ tiene otros planes para él.

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Marie Chantal es la persona que ejerce de celestina y presenta a su buena amiga Gigi a Felipe. “¡Te va a encantar! ¡Pegáis muchísimo!”. Lo cierto es que sí lo hacían. Ambos parecían sacados de un anuncio de ropa pija deportiva, con sus camisas, sus jerseys por los hombros y los cinturones ciñendo sus pantalones chinos. Howard estudiaba Ciencias Políticas y Sociología y, para sacar un dinero extra, trabajaba como modelo. De hecho, su padre siempre le insistió en el valor del trabajo. Si quería algo, más le valía a la jovencita  Gigi ponerse a trabajar si lo deseaba lograr. Quizás esa obstinación (unida a su cautivadora belleza) hizo que Felipe no pudiese seguir obviando una vida sin pareja. 

Vacaciones y escapadas a Madrid, a escondidas

“¿Cómo que no vienes a Mallorca esta Semana Santa?”, “No, no voy. Estaré en  la isla de San Martín”. Aquel periodo de vacaciones, Felipe VI no lo destinó a estar con su madre y sus hermanas. Tampoco escuchó la misa de Pascua desde la Catedral. En su lugar, el entonces príncipe disfrutó de una de las escapadas más idílicas de su vida. Y lo hizo, cómo no, con su nuevo interés amoroso. En esas fabulosas playas de arena blanca, Gigi Howard y Felipe se besaron y abrazaron. Y un reportero español lo fotografió todo. Y ese fue el principio del fin. 

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Aquellas fotos románticas del heredero de la Corona eran un verdadero bombazo informativo. Pero la información estaba incompleta. ¡Faltaba lo más importante! ¡Conocer el nombre de la chica! Él era Hugo Arriazu e hizo todo lo que estaba de su mano (y un poco más allá) para descubrirlo; para ello, se valió de los servicios de un detective privado, quien llegó a pinchar el teléfono de esta. 

Tanto el nombre de Gigi como sus fotos con Felipe coparon las revistas españolas. Muchos, silenciados por la Casa Real, hablaban de la joven estudiante como la “nueva amiga” del príncipe y pocos se atrevían a llamarla como lo que realmente era: su novia. Tras aquellas fotos, vinieron más: esquiando en Colorado o, sí, en Madrid. La modelo visitó la ciudad de su chico, pero, para pasar desapercibida, se quedaba en la casa de uno de los mejores amigos de este. Una táctica que ya habían usado en el pasado. 

Gigi Howard, investigada por el FBI

La presión mediática fue cada vez mayor y Gigi Howard no la podía soportar. El colmo fue que las escuchas telefónicas de las que fue víctima llegaron hasta el FBI y tuvo que declarar ante el juez por la investigación a Hugo Arriazu, que acabó condenado a seis meses de prisión. 

El máster de Felipe acabó y, con él, la utopía de la vida anónima. Tocaba regresar a Zarzuela. Se acababa un amor de verano que duró dos años, y que dejó a Gigi con el corazón roto; pero aliviada en parte por no ser objetivo de la prensa. 

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Howard nunca ha querido hablar de aquel romance. “Me han ofrecido muchísimo dinero por hablar de ello, pero jamás he aceptado ni aceptaré nada. Es una cuestión de principios, y los míos son muy sólidos, y de respeto”, contó en 2010 a Carmen Duero. Sabe que su historia valdría una cifra con muchos ceros, pero no lo necesita. La estadounidense ha desarrollado una exitosa carrera en el mundo de la moda y de la belleza. Durante años trabajó en Lacoste, y fue una de las relaciones públicas de la marca de cosmética de lujo Natura Bissé y, desde hace unos años, tiene su propia compañía de cuidados, Sio Beauty.

Gigi Howard ha conseguido hacer realidad su sueño

En el terreno amoroso, Gigi Howard llegó a estar prometida con el empresario naviero Patrick Ammet, pero, a escasos dos meses de la boda, anunciaron la cancelación de la misma. Desde entonces, no se le ha conocido otra pareja. De momento, el único hombre de su vida se llama Southworth y tiene 9 años.

“Con 42 años no estaba casada, no tenía novio y quería ser madre. Así que con el apoyo de mi familia busqué un donante anónimo y tuve un hijo”. El pequeño es su absoluta prioridad, del que disfruta cuidando y atendiendo cada día. “Lo visto todas las mañanas, lo llevo y lo recojo del colegio, voy a sus actos, lo acompaño a sus actividades extraescolares y lo duermo todas las noches”, contó a Vanity Fair. 

De aquel 1995 por la Gran Manzana, a Gigi Howard solo le quedan sus blindados recuerdos y una relación a prueba de rupturas: su amistad con Marie Chantal Miller, quien sigue siendo una de sus grandes íntimas.