Suficiente. Ver a la escotada rubia sonriendo y sosteniendo una copa de brandy al lado de Felipe VI fue la gota que colmó un vaso que llevaba tiempo amenazando con desbordarse. Aquel fatídico día que se filtraron esas fotos Juan Carlos tomó la decisión. Eva Sannnum tenía que salir sí o sí de la vida de Felipe. Y tenía que hacerlo de inmediato.
El entonces Rey, con su pensamiento de señor nacido en 1938 tenía clarísimo que Eva no era una mujer ‘para casar’. No. La noruega era de esas con las que uno se entretiene y lo pasa bien mientras que llega la señorita indicada. Él lo sabía de sobra. De hecho, llevaba años practicándolo. Hasta estando casado… Juan Carlos no pensaba permitir que su heredero ligara su linaje al de una jovencita de estas características, y, encima ¡modelo! ¡El colmo! Pero Eva Sannum siempre fue más que unas fotos en lencería.
Eva Sannum y Felipe, 4 años de amor clandestino
Han pasado 23 años de aquellas imágenes que la prensa de la época tachó de “profundo rasguño en la imagen de la monarquía”; un comentario, que con el tiempo, ha resultado de lo más infantil. Aquel noviazgo no hizo daño. Lo que hizo daño fueron los desfalcos, las cacerías en Botswana, las acusaciones de blanqueo de dinero o de cobro de comisiones. Eso hizo auténtico daño. Hasta el punto de que el que no veía con buenos ojos a la noruega acabara autoexiliado en Emiratos Árabes viviendo una profunda crisis de reputación. Eso sí hizo daño. ¿El amor de unos jovencitos? ¡Bah! Una chiquillería sin importancia.
Pero en 2001 la relación entre Eva Sannum y Felipe VI sí que fue vivida como la peor de las catástrofes. Su relación salió a la luz a comienzos del nuevo milenio, pero lo cierto es que estos llevaban manteniendo 4 años de relación a escondidas.
Eva y Felipe se conocieron en 1997 en una cena que organizó Carlos Mundy, que por entonces dirigía la agencia de modelos en la que trabajaba Sannum, quien también estudiaba Publicidad y Relaciones Públicas; una carrera que se pagaba con estos trabajos de fotografía.
Juan Carlos y Sofía, los grandes detractores del noviazgo
Fueron años de relación furtiva, casi clandestina; una situación que cansaba a la joven novia que no entendía por qué tenía que vivir ‘escondida’. Reglas de Zarzuela. Él estaba muy enamorado, pero sus padres le pedían que esperase. “Este no es el momento”, “no, ahora no”, “ten paciencia…”; y así una vez y otra. El entonces Príncipe de Asturias no sabía qué tenía de malo la mujer que había escogido y con la que, parece, hasta existieron planes de boda, para disgusto de Juan Carlos. La reina Sofía, siempre más cauta y comedida, estaba en medio de una guerra entre padre e hijo de la que, seguro, más de una vez salió trasquilada. Entendía la postura tradicional de su marido, pero también comprendía a su hijo, su favorito, por el que habría hecho cualquier cosa, hasta aprender noruego si era necesario. Por su parte, Elena y Cristina se mostraban a favor de la relación y le animaban a seguir adelante con su historia de amor. Al fin y al cabo, ellas se habían podido casar con las personas de su elección. Él, a pesar de ser el futuro monarca, no debía ser diferente.
Su historia de amor coincidió en tiempo con otra muy parecida: la de Haakon de Noruega y Mette Marit. Él, el heredero; ella, una joven madre soltera procedente de una familia de origen humilde. Como Eva, la actual princesa de Noruega arrastraba un pasado que no era ‘intachable’ o el que se buscaría en un miembro de la realeza; bordeó el mundo de las drogas, su ex y padre de su hijo estaba en la cárcel y había acudido a la televisión a buscar pareja. Los noruegos aún están decidiendo qué de todo les da más rabia. Pero supieron anteponerse a las críticas. Haakon y Mette no solo dieron el paso, sino que, con los años, se han convertido en uno de los matrimonios ‘royals’ más asentados. Y pensar que nosotros pudimos tener nuestra propia versión con Felipe y Eva de protagonistas. Una hipotética realidad en la que Letizia seguiría presentado, y jamás de los jamases habría sido nuestra Reina.
La auténtica crisis por el noviazgo estalló tras la boda de los noruegos, a la que el Borbón llevó como invitada a Sannum. Sus fotos dieron la vuelta al mundo y las críticas no se hicieron esperar.
Una ruptura de lo más ansiada
Los monárquicos más monárquicos expresaron su total desacuerdo con la relación. Les molestaba que Eva fuera extranjera (con doña Sofía eso nunca fue un impedimento, pero ¡ah! era de familia real), era plebeya, consideraban que no tenía la preparación necesaria, era luterana y, sí, lo que más escocían eran esas dichosas fotos suyas en topless. Intolerable. Repetimos, ¡qué inocentes se ven ahora aquellos rancios prejuicios! Todavía faltaban por llegar los auténticos escándalos con los que nos llevaríamos las manos a la cabeza…
Felipe insistía en que ella era la mujer con la que quería pasar el resto de su vida, tener una familia y sí, por qué no, acceder al trono. A todos sus asesores y a sus padres se les erizaba el vello solo de pensarlo. En diciembre de 2001 todo saltó por los aires. La confirmación definitiva, su relación se había acabado. Tanto habían tensado la cuerda que habían acabado por romperla. Lo comunicó a un grupo de periodistas que se encontraban en la Zarzuela y dijo que “había sido de mutuo acuerdo”; Juan Carlos apostilló que “no habían existido presiones”. Y todos respiraron tranquilos, el Rey, el primero.
¿Cómo es la vida actual de Eva Sannum?
De aquello han pasado más de dos décadas y, en este tiempo, Eva Sannum se ha transformado en una excelente profesional de la publicidad y en una entregada madre de familia.
Eva Sannum se licenció en Publicidad y, desde entonces, siempre ha trabajado en este campo, donde ha sido multipremiada y reconocida. Se instaló en Oslo y primero trabajó como ‘copywriter’, haciendo textos publicitarios para la agencia Try/Apt; desde donde dio el salto como directora creativa para Geelmuyden Kiese. Tan bien le iba, que antes de que llegara a la pandemia, hace 5 años, montó ella su propia agencia con un compañero de profesión, Sannum & Bergestuen. “Juntos sumamos 40 años de experiencia en periodismo, comunicación y publicidad. Compartimos el interés por el poder de los medios y la pasión por el buen storytelling”, venden desde la propia web de su empresa.
Se trata de una agencia en expansión, que cuenta con 13 profesionales a su cargo y ha trabajado con importantes marcas, desde editoriales hasta aerolíneas.
La publicidad impregna su trabajo pero, también, el espacio personal de Eva Sannum. Su marido desde hace 15 años, Torgeir Vierdal, también es publicista. El matrimonio vive en la capital de Noruega, instalados en una impresionante casa por la que pagaron 1,6 millones de euros y donde crían a sus dos hijos en común; de 10 y 13 años. Quién le iba a decir a Eva que, al final del cuento, sí que acabaría viviendo en un palacio.