No importan los años que pasen, que el 19 de junio será siempre una fecha inolvidable para la Casa Real. Una exaltación del recuerdo de los grandes comienzos que nos lleva directamente hasta el 2014, cuando sonaba el pistoletazo de salida del reinado todavía vigente de Felipe VI. Su padre, Juan Carlos I, sorprendía a la ciudadanía al anunciar que ponía fin a sus casi cuatro décadas al frente de la Corona. La abdicación se hizo efectiva y su hijo, tras un larguísimo proceso de preparación para ejercer como monarca, se convirtió en el Rey. De su mano Letizia, la nueva Reina consorte, y sus hijas. De aquello ya han pasado diez años, y había que celebrarlo por todo lo alto.
Dicho y hecho. Este 19 de junio, la plaza de la Armería acogía los primeros actos oficiales para conmemorar el décimo aniversario de la proclamación. Desde el barullo entre los presentes hasta el silencio sepulcral después de las 31 salvas que han hecho retumbar el lugar, la emoción se ha respirado hasta la aparición en escena del monarca. Un antes y un después, cuando se cumple un periodo prudencial desde que la Casa Real viviese un cambio de rumbo sin precedentes.
Cerca de 2.000 asistentes, entre ellos personalidades destacadas como el alcalde José Luis Martínez-Almeida, para ver salir a los Reyes y a sus hijas por el balcón del Palacio Real de Madrid. Los cuatro, listos para saludar y ojear atentos el relevo solemne de la Guardia Real. La primera de las ceremonias, previa a la imposición de condecoraciones de la Orden del Mérito Civil, para conmemorar esta jornada en la que no han faltado los gestos reveladores.
Una jornada marcada por la 'renovación' de la monarquía
Era la primera vez que los Reyes y sus hijas se dejaban ver juntos en un acto de estas características. La primera vez de los cuatro en público en un largo tiempo, además. Este último curso escolar ha estado marcado por las distancias y la ocasión no podía ser mejor para volver a coincidir, ante la atenta mirada de unos observadores de la Corona que no han perdido detalle a la 'fiesta' para celebrar la renovación de la monarquía, más propia del siglo XXI. Felipe VI no lo tenía fácil una década atrás, con la herencia envenenada que el emérito le dejó en materia de polémicas y crisis de reputación. Nada mejor que un día tan importante para ejemplificar como, entre todos, han sido capaces de sacar cabeza y dejar la controversia en el pasado.
Por todos es sabido que las cosas ya no son como eran dentro de Zarzuela y no había ocasión más propicia para dejarlo claro. Basta con remitir a algo tan superficial, a la vez que cargado de simbolismos, como la indumentaria elegida por los protagonistas. El núcleo duro de la institución que si algo ha llevado por bandera en estos diez años ha sido el principio de la austeridad dentro de lo posible. Una austeridad que, de nuevo, se siente palpable en el hecho de elegir looks que ya han llevado en el pasado.
Letizia se ha dejado ver radiante, enfundada en un dos piezas con blusa de escote asimétrico y falda 'midi' en color azul que ya vistió en los Premios Luca de Tena de 2023. Leonor, llamativa y protagonista, con un traje de chaqueta en un exquisito tono rojo, que recuerda a atrevimientos tan destacados como el del vestido de Lorenzo Caprile con el que su madre encandiló al mundo en la boda de Federico de Dinamarca allá por el 2004. Por otro lado, la infanta Sofía ha optado por rescatar el mono azul oscuro de la firma andaluza Cardié que lució en los Premios Princesa de Asturias del pasado año.
La determinación de reutilizar, muy característica en el tiempo de Felipe VI en el primer escalafón de la monarquía. La enésima referencia a esa inmarchitable pretensión de no derrochar y poner en valor a la ciudadanía. Más allá de lo evidente, de acompañar a los españoles en situaciones delicadas como la pandemia, la erupción del volcán de La Palma o el reciente incendio en Valencia. También mostrar su compromiso y el del resto de la familia desde los detalles, por nimios que puedan parecer.
Destacadas ausencias y el apoyo inquebrantable del núcleo duro
Aunque no eran pocos los invitados, otra de las cuestiones que podrían pasar inadvertida -y que es bien relevante- es cómo el Rey ha vuelto a resaltar que la organización de la institución ya no es la que era. La reseñable importancia de que ahora son solo ellos cuatro, como una piña, los que asumen el peso de la Casa Real. Una importancia mayor todavía justo en esta ocasión porque, además de la fecha en sí misma, también se congratulan por poder volver a estar juntos. Los de casa, tras separarse temporalmente durante el primer año de formación militar de Leonor en la Academia Militar de Zaragoza, y el de Sofía, cursando el Bachillerato Internacional en el UWC Atlantic College. La infanta, claro está, porque de la presencia de la emérita ni rastro.
No es que se la esperase, dada esta dinámica reiterada de ser "los cuatro contra todo", pero la ausencia de su figura dada su significación histórica -ajena a los conflictos, a diferencia de su marido, y querida por las gentes- la ha vuelto a arrinconar. Este vacío ha tenido lugar un día después de que doña Sofía haya vuelto a demostrar que mantiene su agenda activa más que nunca. Sin ir más lejos, en el día inmediatamente anterior acudió a un acto de la Escuela Superior de Música, también luciendo ese rojo protagonista que la heredera ha elegido en el día grande. Todo bajo el pretexto de un año el que los Borbones se han unido más que nunca para apoyarla y estar de su lado, teniendo en consideración los achaques de salud que provocaron su ingreso hospitalario el pasado mes de abril. Sea como fuere, tanto ella como sus hijas, así como el resto de sus nietos, no están ni se les espera en las celebraciones protocolarias de la Corona.
El dolor de Letizia, muy presente en los actos del aniversario del reinado
Si hay algo que no ha pasado inadvertido en los eventos del día, eso han sido los aquejados gestos de la reina Letizia. La consorte lleva semanas en el foco de todas las miradas de la crónica 'royal'. Concretamente, son sus pies lo que más han llamado la atención, porque además de padecer una dolencia crónica como el Neuroma de Morton, también ha sufrido una fractura en uno de sus dedos. Una condición que la ha obligado a olvidarse de los tacones y usar zapatos planos. Eso sí, por fin sin sus inseparables deportivas blancas de Vivobarefoot, la esposa de Felipe VI ha apostado por unas sandalias doradas. En cualquier caso, el dolor la ha obligado a sentarse en un taburete en más de una ocasión para descansar el peso del cuerpo durante las actividades de la mañana desde el balcón.
Esta es una forma de proceder similar a la que se dio en su última visita de Estado a los Países Bajos. Allí, durante el besamanos previo a la cena de gala en el Palacio de Ámsterdam, la Reina permaneció sentada en una silla. Algo que parecía poder repetirse este 19 de junio, cuando se ha visto un taburete colocado detrás de ella en la ronda de saludos a los invitados al evento de imposición de condecoraciones. Por suerte, no ha tenido necesidad de utilizarlo, aunque la posibilidad estaba a su alcance en caso de emergencia y a pesar de la brevedad del momento. Una vez finalizadas las bienvenidas, ha podido reposar por fin en una silla como el resto de los presentes.
La emocionante sorpresa de Leonor y Sofía a sus padres en el brindis
Nadie lo sabía y tanto la princesa Leonor como su hermana Sofía han querido jugar con el factor sorpresa. Ha sido durante el brindis, en el almuerzo posterior a los actos de la mañana, cuando las hijas de Felipe VI y Letizia han sorprendido a los presentes abandonando su lugar en la mesa para pronunciar unas palabras cargadas de significado. Risueñas y cómplices, han empezado su discurso con un tímido "perdón por colarnos, pero también nosotras tenemos algo que decir hoy". Discurso dirigido a sus padres, a los que además de referirse como Majestades, han querido dirigirse como papá y mamá.
Una muestra de cercanía incontestable que ha emocionado mucho a Felipe, que desde su sitio veía a sus dos mayores orgullos agradecerle todo lo que han aprendido gracias a él y a su madre. Cuestiones tan destacadas para su futuro como Reina, así como infanta, como "lo que significa el compromiso que los cuatro tenemos con todos los españoles". Breves y concisas, a la par que animadas y felices de poder tener voz, pedían a los invitados "que se unieran a nosotros en un brindis por nuestra madre y nuestro padre, por nuestros Reyes".
"Porque desde que nacimos, nos han enseñado el valor de esta institución: de la Corona. Su utilidad para nuestra sociedad y su propósito de servir a todos", añadía Leonor, para que fuese su hermana, mucho más en primer plano que de costumbre, la que concluía con un "mamá, papá, gracias".