Cada cambio de generación en las monarquías europeas se producen una serie de modificaciones dentro de la institución, para adaptarla al nuevo estilo del monarca reinante, o bien a los cambios sociales y culturales de la época. Algunos de estos movimientos son grandes noticias y decisiones, mientras que otros son pequeñitos detalles en el día a día de los monarcas. Si no, que se lo digan a Carlos III, que ha decidido personalmente prescindir de un elemento que vertebraba la anterior gestión en los banquetes de su madre, Isabel II.
La Corona Británica, tan clásica y tradicional, ha experimentado una serie de cambios y evoluciones desde que Carlos III llegó al trono. El nuevo monarca ha implementado su visión del mundo en la institución y también en todo lo que rodea a Palacio. Por ese motivo, hemos conocido un curioso detalle que nunca volverá a ser igual en los banquetes celebrados en el Palacio de Buckingham. ¿Qué ha cambiado que su madre, Isabel II, echaría tremendamente de menos?
La recepción a los emperadores de Japón “levantó la liebre”
Hace unos días los emperadores de Japón realizaron un viaje oficial hasta Reino Unido, donde compartieron grandes y buenos momentos con Carlos III y Camilla. Entre los actos oficiales y encuentros de los monarcas, se realizó un gran banquete homenaje en el Palacio de Buckingham, en el centro de Londres, el pasado 25 de junio. Entre risas y buena sintonía mostrada por los invitados, se pudo descubrir un significativo cambio que no ha sorprendido a los expertos en la casa real británica. Desde entonces, aunque la gestión de la corona no es disruptiva por parte del padre de Guillermo y Harry, que prefiere ser continuista con la esencia de su madre, se ha analizado un sorprendente cambio en los banquetes de los Windsor.
Una fruta “desterrada”
No cabe duda de que la organización y gestión de un gran evento como los banquetes oficiales reales. Miles de detalles a tener en cuenta para que todo, no solo salga perfecto, sino también que ayude a definir el carácter y la profesionalidad de los monarcas reinantes. Por eso, este detalle entronca directamente con la gestión del propio Carlos III, que habría tomado algunas decisiones, amparado por su equipo de protocolo, que ha cambiado el rumbo de los banquetes en palacio.
Era una de las frutas favoritas de Isabel II, que llevaba integrada como seña de identidad de su personalidad durante muchos años de su reinado, pero ahora ha desaparecido de palacio: nos referimos a la piña. Según explica Lucía Fernández en la revista Hola, “Parece una nimiedad, pero nada es producto de la casualidad en eventos tan meticulosamente medidos y coreografiados como un banquete de Estado”. Aunque se había decorado todo el banquete con grandes arreglos florales y muchísimo esmero, faltaba la presencia de la piña, que siempre solí acompañar no solo los platos, sino también como elemento decorativo.
Compensación de la piña pero manteniendo el lujo
Así explican el menú donde no estuvo presente la piña, que siempre solía formar parte de los banquetes reales firmados por Isabel II con pequeños boles con trozos de esta fruta. En esta ocasión “Diseñado por el chef real, constaba de langostinos escoceses, rodaballo de Cornualles, huevos de codorniz, y de postre, bomba de helado con sorbete de melocotón. En lugar de un segundo postre, Carlos III apostó por unos petit fours (pequeños pastelitos típicos de la repostería francesa) con café y licores que propiciaban un ambiente más distendido para levantarse y charlar con los allí presentes”, así lo explica el medio británico The Telegraph.
Pero quitar las piñas no se ha realizado por un motivo de “aparentar mayor cercanía” o limitar el coste de los productos, puesto que según confirman, el espacio estaba tremendamente decorado, como explica Hola: “la exquisita disposición de las rosas, procedentes de los jardines de Buckingham y del castillo de Windsor, y los arces japoneses”. Los arreglos florales eran muchísimo más laboriosos y espectaculares que en otras ocasiones, para intentar mantener el glamour y el lujo y poder que transmitían las piñas en anteriores décadas. “Espero no estar revelando ningún secreto que no deba, pero las flores eran absolutamente preciosas. Creo que se gastó un poco más de dinero en ellas en lugar de en las piñas”, explica Ed Davey, el líder del Partido Liberal Demócrata, que acudió a este encuentro.
¿De dónde viene su histórica presencia en palacio?
Cuando pensamos en Inglaterra, la última fruta que nos viene a la mente es la piña, por su carácter tropical. Es por ello, que su presencia en palacio se había convertido en un antiguo símbolo de estatus y poder. “Nunca faltaba esta fruta tropical en los (banquetes) ofrecidos por Isabel II, tanto en el postre como parte de la decoración de las mesas. No es ni mucho menos un producto típico de las islas británicas y precisamente por su carácter selecto y su alto precio, Carlos I comenzó agasajar a sus invitados con esta fruta en el siglo XVII como símbolo de riqueza y generosidad” explican en la revista del saludo.
No se conoce si esta decisión ha sido algo de forma puntual o si se trata de algo que definirá el futuro den palacio. Según explican algunos expertos en realeza británica al respecto, esta decisión sería muy “consecuente” con la personalidad y pensamiento del propio Carlos III. ¿Por qué? El rey de Inglaterra es un ecologista confeso y comprometido, como la piña no es un producto de proximidad a palacio, ni tampoco una fruta de temporada en estos momentos, la decisión del monarca podría haber sido apartarla para seguir con su filosofía del cuidado y respeto por la naturaleza y la vida más natural, siendo así un discreto alegato para definir su reinado.