Quién iba a imaginar que, tan solo 5 meses después, los Borbones iban a estar encarando una nueva tragedia. La muerte de un nuevo primo Gómez-Acebo, Juan, vuelve a sacudir a la Familia Real y lo hace poniendo a Letizia en el centro. ¿El motivo? Su tenso reencuentro con la familia de su marido.
El 12 de agosto de 2024, en Mallorca, fallecía Juan Gómez-Acebo, hijo de la infanta Pilar y hermano de Simoneta. Le habían diagnosticado un cáncer terminal y murió mientras se encontraba pasando unos días en la isla en la que siempre había veraneado y donde su progenitora compró su propia villa. El 8 de septiembre, casi un mes después, toda su familia se reúne para brindarle una misa en su memoria.
El dolor de los primos de Felipe
Son momentos difíciles para los Gómez-Acebo que han visto en solo 5 meses cómo pasaban de ser 5 hermanos a 3. En marzo falleció Fernando, que arrastraba problemas respiratorios que, finalmente, acabaron con su vida. Era el más joven de los hermanos y su pérdida fue un auténtico varapalo. En su despedida, como no podía ser de otro modo, también estuvieron sus primos, Felipe VI, Elena y Cristina. El primero acudió al tanatorio acompañado de su esposa, la reina Letizia, quien trató de mostrarse cariñosa con todos; aunque es conocido que su relación con la familia no atraviesa su mejor momento. El domingo 8 la situación se repite de nuevo.
No hay escapatoria posible para Letizia. Al igual que hizo en la misa funeral de Fernando, del que llegó a ser muy allegada. La Reina vuelve a vestirse de luto para homenajear la memoria de Juan, aunque con ello tenga que vivir encuentros de lo más incómodos para ella.
Los ojos puestos en Letizia y una estrategia a seguir
Todos los fantasmas de su pasado -reciente y lejano- estarán ahí. Mirándola. Escudriñando su comportamiento. Si está más o menos fría. Si se muestra cariñosa o volverá a ser como la vez anterior, cuando se le criticó la distancia que tomó con toda la familia de su marido. Puede que repita estrategia.
Letizia es maestra de la cortesía más fina. Esa que te hace saber si realmente le interesas o si, por el contrario, está solo haciendo el ‘check’ cortés. Ella, tocona y curiosa, no puede disimular cuando siente interés genuino en algo o en alguien y, desde hace tiempo, es una faceta que no saca a pasear cuando está con sus familiares políticos. Jamás un mal ademán (salvo aquel famoso manotazo en la Catedral de Palma a su suegra, la reina Sofía) pero tampoco gestos que induzcan a una cómplice proximidad. Ha entendido que, para mantener a raya su temperamento y que lo de Mallorca no vuelva a ocurrir, debe tener un perfil social bajo. Ser educada y correcta. Sin más.
La tensión es máxima en esta reunión de Borbones, puesto que a ella también acude Juan Carlos I desde Abu Dabi, en un gesto de cariño absoluto a los hijos de su hermana. Sus sobrinos siempre han sido grandes defensores y valedores suyos, lo que sin duda provocó que la relación con Letizia quedara enturbiada.
La criticadísima misión de Letizia
La Reina lleva años tratándose de desligar de todos los aspectos negativos que acabaron asociados al anterior monarca. Ha sido su primera gran misión esta primera década de reinado y, para ello, no ha dudado en tomar medidas drásticas, como cortar lazos o, más directamente, dar la espalda a todos los defensores de Juan Carlos. Un comportamiento que no ha sido en absoluto bien recibido por la familia de Felipe VI.
No le gusta ser fotografiada junto al emérito. Pero le gusta aún menos cuando son sus hijas las que salen en la fotografía con el abuelo. Su trabajo es allanarle el reinado a Leonor, dejándole una estela lo más limpia posible. Y los escándalos del pasado del ex rey entorpecen la tarea. Así que, cuando sabe que habrá un acto inevitable como un funeral, a la Reina no le queda otra que tragar saliva y respirar hondo.
Durante el encuentro de los Reyes en la misa homenaje a Constantino de Grecia, celebrada en abril de 2024, ambos compartieron bancada en la iglesia. Nuera y suegro hombro con hombro, tratando de evitar cruzar miradas. No se dirigieron la palabra. Sus cuerpos buscaban alejarse lo máximo posible, demostrando sin palabras la incomodidad del momento.
Los otros dos fantasmas: las infantas
Pero el mal trago de Letizia no acaba ahí. La Reina se enfrenta también a las hermanas de Felipe, con quienes guarda el aire. Es verdad que estuvo en el 60 cumpleaños de Elena, una puesta en escena para simular una proximidad inexistente, tal y como aseguró Pilar Eyre. Con Cristina la relación no es mucho mejor. Antaño estaban muy unidas, existía buena complicidad, pero el escándalo por el juicio por el Caso Nòos provocó una ruptura entre las cuñadas.
Letizia dio la espalda a Iñaki, pues sabía que ensuciaba el nombre de la Corona, lo que dolió sobre manera a su entonces mujer, quien le defendía de todo ante todos. La Reina le aconsejó a su marido que se alejase de ellos. Sí, también con su propia hermana. Todos convinieron que era lo mejor. En la boda de Victoria López-Quesada, sobrina de Felipe VI, algo cambió. El Rey llegó al enlace compartiendo coche con Cristina y, tras la celebración, posaron en la misma foto. Su primera foto juntos en años. Todo un hito. Aquello fue toda una declaración de intenciones, un perdón y redención de la infanta que apostó todo al amor y salió perdiendo.
Y así es como Elena se ha convertido, quizás, en el familiar menos molesto para Letizia. No son amigas ni mucho menos. Los intereses de una y de otra están en las antípodas; pero ya han convenido que no tienen que ser íntimas, tan solo deben respetarse. Eso sí, cuando Elena va a algo, la periodista se lo ahorra. O viceversa. Que una acude al hospital a ver a doña Sofía porque se encuentra ingresada, la otra espera. Que la Reina está de viaje y no puede atender a equis compromiso y puede encajar más o menos en la agenda y el perfil de Elena, esta lo recoge.
Quizás, si Elena y Letizia no se entienden, es porque la primera es una defensora a ultranza del reinado juancarlista. La infanta siempre ha sido el ojito derecho de su padre, y este la ha protegido y cuidado. Entre ambos existe una comunión estrecha de lo más única. Un vínculo que el emérito jamás ha tenido con el resto de sus hijos. Incluso, Elna y él tienen un saludo secreto que pone aún más de manifiesto lo compenetrados que están.
Además, los hijos de la infanta comparten esta misma debilidad por Juan Carlos, de hecho, Froilán se marchó a vivir con su abuelo; en parte animado por Letizia y Felipe para que, de este modo, alejarle del foco y de sus cada vez más polémicas salidas nocturnas. Esta era otra de las cuestiones que la Reina no soportaba y, menos aún, que se pudiera relacionar al joven y a Leonor. Había que salvaguardar, a toda costa, la Corona. Así es Letizia, la plebeya que más ha cuidado la imagen de la actual monarquía.