Mientras que doña Sofía podía suponer un verdadero enigma, un desafío difícil de entender por lo medido de su lenguaje no verbal, Letizia, comunicadora nata, es un libro completamente abierto. 

Uno puede saber infinitas cosas de la Reina si solo se dedica a observarla. Su expresividad le ha jugado innumerables malas pasadas a lo largo de sus 52 años que cumple el 15 de septiembre. Pero esta, también, ha jugado a su favor; convirtiéndola en una consorte cercana y aplaudida. 

Junto a la experta en comunicación no verbal Vanessa Guerra, autora del libro ‘El lenguaje corporal de las emociones’ hemos desgranado algunos de los gestos que han marcado el último año de la Letizia, aquellos que perfilaron aún más su personalidad y que nos dejaron adivinar cómo es la Reina más privada. Todo lo que se le cuela entre las rendijas del más estricto protocolo. 

Las dos Letizias y cómo reconocerlas

Qué diferente resulta la Reina si se encuentra en un ambiente relajado, que domina, con gente con la que posee una gran cercanía; a si está en un lugar en el que se palpa la tensión. Es superior a ella. No sabe disimular, sus gestos siempre acaban delatándola. Tomemos por ejemplo dos visitas de Estado, la que realizó en noviembre del año pasado a Dinamarca y la que tuvo lugar en mayo, a Países Bajos. En ambas circunstancias trató de mostrarse profesional y amable, pero su corporalidad permitía que hubiera mucha lectura entre líneas…

letizia federico
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“Al Rey siempre lo veo igual de cercano, pero a Letizia, en Dinamarca, sí que la encontré más tensa, más contenida”, nos cuenta Vanessa Guerra. “La Reina tiende a gesticular mucho con las manos y con los brazos, aunque en los viajes de Estado se contiene mucho; aquí estuvo mucho más contenida, con menos sonrisa y más formalidad, lo que genera más tensión”. 

Más tensión. No es para menos. Y es que la visita de los Reyes coincidió con la última gran crisis de la corona danesa, la que se originó a raíz de la publicación de unas fotos de Federico de Dinamarca con Genoveva Casanova. El entonces príncipe fue captado por las calles de Madrid, haciendo planes en solitario con la exmujer de Cayetano Martínez de Irujo. Acudieron a cenar a un reservado y pasaron la noche en la casa de ella. 

letizia mary federico

Todo estalló mientras Felipe y Letizia estaban en Copenhague de visita, apenas unas horas antes de que tuviera lugar una cena entre ambas parejas. Lecturas publicó que la Reina estaba avisada, que había recibido la información. Pero a quien sí que parece que les pilló por sorpresa fue al matrimonio danés. Los gestos de Mary a lo largo de toda la velada también reflejaban los nervios del momento, mientras que su marido trataba de aguantar el tipo. Y, en medio, Letizia sobrellevando la circunstancia como podía. Mover los brazos aquella nochera su última prioridad. Se mantuvo contenida y sin gesticular demasiado.

Vanessa suma, además de la tensión provocada por esta extraordinaria circunstancia de ser el centro de una mala noticia, la propia cultura danesa. Los comportamientos de personas del norte de Europa tienen poco que ver con ‘el calor’ y la efusividad mediterránea, y, mucho menos, con la latina. Y ahí es donde entra en juego Máxima de Holanda. 

La reina de los Países Bajos nació en Argentina y guarda una estrecha relación con Letizia, más allá de por compartir mismo idioma materno. Son buenas amigas y para saberlo uno solo tiene que contemplarlas. “Entre ellas hay mucha complicidad, también en parte porque Máxima contagia su estado. Ella es muy natural, sonríe mucho… y a su lado Letizia se muestra más relajada haciendo gala de su labor de comunicadora”. 

A diferencia que en Dinamarca, en Holanda, Letizia gesticuló y movió los brazos de lo lindo. Se mostraba cómoda y en confianza, de ahí que no dudara en poner todo su cuerpo a servicio del mensaje. Deseaba transmitir cercanía y lo logró con creces. “El contraste de comportamientos de la Reina con una consorte y con otra es muy interesante”, nos puntualiza Guerra. 

letizia maxima
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Se sentía cómoda y en un ambiente que dominaba. Y esto jugó completamente a su favor cuando su dolor de pies se hizo inaguantable. Entonces solicitó sentarse en un taburete para poder realizar el besamanos con el pie descansado. Esto denota el respaldo que siente por esta monarquía, a la que puede realizar peticiones como esta; sabiendo que, en otras circunstancias o en otro lugar, esto habría sido completamente inviable. “Letizia sorteó con mucha simpatía estar sentada en el banco, no la vimos seria en ningún momento”.

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La incomodidad de Letizia y cómo saberla detectar

Igual que se le nota la tensión o si está a gusto; Letizia es un cristal recién limpio cuando se trata de mostrar disconformidad o desagrado. Un ejemplo de ello lo vimos cuando tuvo que estar sentada, codo con codo, con Juan Carlos en la misa homenaje a Constantino de Grecia. 

“Los cuerpos estaban dirigidos en direcciones contrarias, se daban de lado. Casi se daban la espalda”, señala la experta en comunicación no verbal. Además, añade, “Letizia y Juan Carlos no cruzaron miradas en ningún momento”. Un encuentro la mar de gélido que solo quedaba parcialmente roto cuando estos hablaron con uno de los hijos de Marie Chantal y Pablo de Grecia, quien logró sacar una sonrisa a Letizia para desengrasar un poco la situación. 

letizia juan carlos
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“Hubo una evitación por ambas partes”. El cariño es mutuo. Ni a Letizia le apetecía estar ahí, ni mucho menos a Juan Carlos, que hubiera preferido ocupar asiento en cualquier banco de Windsor, que estar al ladito de la mujer a la que señala como responsable de su caída en desgracia. Llegados a este punto de su relación, nada mejor que poner las cartas boca arriba y no empeñarse en disimular. Ya ni se molestan. 

“A la salida de la misa, cuando Juan Carlos se apoyaba en Felipe, vimos una mirada de Letizia que se malinterpretó mucho. Sí, hubo un rostro serio por su parte y este se tradujo en una especie de animadversión hacia el emérito”; una lectura que no se hizo cuando se vio a la consorte departiendo con su suegra, doña Sofía. “Se la pudo ver ciertamente natural”.

Imposible de disimular: la gran debilidad de Letizia

Con las que no tiene que esforzarse nada en disimular porque el amor le sale a borbotones, son con sus hijas. Leonor y Sofía son su gran orgullo, pero, tal y como puntualiza Vanessa, Letizia se muestra especialmente cariñosa con la heredera, pues reconoce la presión a la que está sometida. 

Letizia leonor
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“Con Leonor hay mucho tacto. La Reina suele agarrarla por la cintura en un gesto muy materna, muy afectivo. Este también deja mucha impronta de lo que Letizia influye en su hijo, porque ese gesto no es controlador, pero sí marca mucho lo encima que ha estado siempre de Leonor”, nos asegura la experta, quien llega a matizar que si observamos diferencias de ella con una y otra hija es porque la mayor “tiene más ojos encima y hay muchas más críticas hacia ella. Ese abrazo es una muestra de cariño, de apoyo y de orgullo hacia su hija”.

Letizia la entiende mejor que nadie. Ella sabe lo que es que todos tus comportamientos sean escudriñados y analizados. Reconoce la presión a la que la princesa lleva sometida desde que era muy niña, “con esas muestras de cariño, se establece una empatía y le demuestra que está a su lado”. 

Para ella es, simplemente, inevitable. Comunica por todos los poros de su cuerpo. Hasta sin hablar, habla. Su expresión no verbal dice más de lo que ella misma cree y ahora, a sus 52 años, no creemos que vaya a empezar a cambiar. Desde luego, no debería.