La periodista Pilar Eyre fue la encargada de compartir con el mundo una noticia sobrecogedora. Luis Ortiz, el que hombre que había sido marido de la inconfundible Gunilla von Bismarck, había fallecido en la mañana del 17 de septiembre de 2024. "Su funeral será el sábado en la iglesia de San Pedro de Alcántara, a las 12", hizo saber la cronista catalana a través de su perfil de X, concretando que el último adiós al gran amor de la 'socialité' tendría lugar en la ciudad de Málaga. A escasos kilómetros de Marbella, la ciudad siempre despierta que vio florecer su relación con la rubia más llamativa de la zona.

También un emblema del 'star-system' marbellí durante unas tantas épocas, pues Gunilla -y por ende Luis, con el que solamente estuvo oficialmente casada entre 1978 y 1989, aunque nunca se separaron de forma definitiva en la práctica- era la sensación de las noches más largas de los 70, los 80 y los 90. Entre los guateques sin parangón del Mau Mau y otros tantos clubs exclusivos de la localidad costera favorita las 'celebrities', pero sabiendo que siempre podía volver a casa. Una casa que, como todo en la vida de la alemana, no era una casa cualquiera. ¿Qué vivienda al uso tendría un nombre tan excéntrico a la vez que ilustrativo como Villa Sagitario?

La finca llevaba por nombre el signo del zodiaco de ella y también se servía como la máxima representación de todo lo que la figura de Gunilla supuso en la época. Un hogar grandioso en forma de mansión que, además de servir como nido de amor para ella y su marido, fue enclave ideal para celebrar tantas fiestas como la pareja gustase junto a su selecto círculo de allegados. Y con lo mucho que le gustaba festejar a los tortolitos, es evidente que no fueron pocas. Ahora bien, ¿cómo era realmente este ostentoso palacete de puertas para adentro?

Jardines cautivadores y un exterior de lujo con infinitas posibilidades

Antes de cruzar el umbral de las construcciones -porque no, dentro del terreno que la finca comprende no hay una sola casa y son 2.700 los metros cuadrados construidos-, es imposible no incidir en el exterior. Un imponente y enorme jardín que cautivaba a cualquiera que cruzase el umbral de los límites del solar tras recibir la invitación de sus propietarios.

Cabe decir que llegar hasta la casa no era nada fácil. Para acceder a la parcela debía cruzarse una sinuosa carretera sin asfaltar, aunque fuese este otro de sus encantos: máxima privacidad. La cuestión es que basta con revisar las imágenes de archivo disponibles para asistir en primera persona a las infinitas zonas verdes que, entre arboledas, setos perfectamente podados e incluso un pozo para deleite de los huéspedes, quedaban presididas por una impresionante piscina

Gunilla Villa Sagitario
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Al rededor de la zona de agua, Gunilla disponía de hamacas para relajarse al sol y relajarse al máximo bajo la luz del sol que ilumina la costa homónima. Ella, su hijo Francisco, el resto de su familia y sus amigos, claro está. Contar con tantísimos metros de terreno le permitía a la condesa más fiestera organizar todo tipo de eventos a los que no faltaban importantes personalidades de la alta sociedad española. Todos reunidos, entre risas, entre chapuzones y risas en los cómodos sofás de una espectacular terraza-porche.

Gunilla Villa Sagitario
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Es cierto que las dificultades de acceso que velaban por la intimidad de aquellos que aterrizaban en Villa Sagitario preocupaban a la anfitriona, que no quería que los invitados vivieran incomodidad alguna durante su estancia. Fue precisamente por eso que tuvo la idea de que el aterrizaje fuese literal. ¿Cómo? ¡Con un helipuerto! Decidida no dejar ni un cabo sin atar, tan pronto como se le ocurrió, los atascos y las esperas en aeropuertos y estaciones terminaron para los que prefirieses desplazarse por aire. 

Interior con sala de cine, bar... ¡Y una casa de invitados!

Gunilla y Luis pudieron exprimir al máximo ese majestuoso exterior en los años en los que disfrutaron de la villa, antes de venderla por 50 millones de euros y mudarse a la algo más 'modesta' Villa Troll. El caso es que, como era de esperar, el interior tampoco se quedaba corto. Entre impresionantes estancias, numerosos y luminosos salones con elementos tan ostentosos como grandes lámparas de araña, un patio interior, gimnasio y una biblioteca... ¡Una sala de cine! Con bar incluido, además. Y eso que, como anticipábamos, esta no era la única casa de la parcela, pues también había otra casa para los invitados -ocupada por el hijo de la pareja y Elisabet Dutú, su pareja, y sus dos hijos en común, en la última etapa- al otro lado de la piscina. De nuevo, la fiesta servida en bandeja, seguro con la vajilla más exquisita. El contrapunto al remanso de paz de los dormitorios.

Gunilla Villa Sagitario
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Son de nuevos las imágenes de archivo las que no sitúan en una de esas habitaciones en las que descansaban a pierna suelta. De nuevo, con decoraciones que recuerdan al idílico paraje donde la casa se ubica. El azul, presente en las colchas, cojines y cortinas de una de las estancias que DPA Germany inmortalizó, con ella tumbada sobre la cama. Un cuarto en el que el color del mar contrasta con el blanco de las paredes y el mobiliario. Como si de las islas griegas o de las Pitiusas se tratase, pero nada más lejos de la realidad. Solo era su paraíso. El paraíso de Gunilla von Bismarck, la mujer que ahora despide al hombre de su vida.