“¿Pero cómo se va a morir Curro Jiménez de cáncer?”. Aquello parecía imposible. En 2012, Sancho Gracia, nacido Félix Ángel Sancho Gracia, estaba enfermo. Le habían diagnosticado la enfermedad que, finalmente, acabó con su vida. Él, que había interpretado a uno de los héroes de la ficción española, que cambió para siempre el paradigma del entretenimiento, vencido por un cáncer de pulmón. Le costó asimilarlo. Pero, cuando este padre de tres hijos, uno de ellos Rodolfo, finalmente se despidió de este mundo; echó la vista atrás y se dio cuenta que había llevado una existencia de película.
Castizo. Muy castizo. “Yo soy madrileño fetén, nacido en la calle de Embajadores. Aquí estuve hasta los doce años, que es cuando marché con mi familia a Uruguay”. Había nacido al comienzo de la Guerra Civil española y emigró junto a toda su familia ante la promesa de un futuro más esperanzador. A su progenitor le había salido una oferta de trabajo a la que no podía decir que no, ser mayordomo en la Embajada de España en Montevideo. “Todos hicimos las maletas y nos largamos para allá. Lo único que yo hacía entonces era estudiar, sin otros sueños que los de cualquier chico de mi edad”.
Un anuncio que transformó su vida
El drama fue mayúsculo cuando, a los dos años viviendo en la capital uruguaya, el padre de Sancho Gracia falleció. El adolescente se tuvo que poner a trabajar para sacar a toda su familia adelante. Tenía 14 años y su vida, tal y como la conocía, cambió de la noche a la mañana. Empezó aceptando cualquier trabajo que le ofrecían. Sirvió cafés y limpió muchos platos. También fue empleado de banca y trabajador en la Embajada. Ese fue el trabajo que más le duró y, precisamente, mientras lo desempeñaba, un día se topó en el periódico con un anuncio que le llamó la atención.
Sus ojos de 17 años, que escudriñaban a conciencia las páginas grises del diario, se encontraron con el reclamo de la Escuela Municipal de Arte Dramático de Montevideo, que buscaba nuevos alumnos. Aquello de ser actor no se lo había planteado en la vida, pero creyó que podría ser una manera de ganar más dinero y de ayudar a los suyos; así que hizo las pruebas y accedió. Fue entonces cuando conoció a la que sería su gran maestra y valedora, Margarita Xirgu, que siempre confió en él y vio a una estrella en potencia.
Tenía el gesto, la voz, el carisma, el nervio y el temple para destacar por encima del resto. Casos como el de Sancho Gracia se ven pocos. Personalidades llamadas a brillar y que solo necesitan la guía adecuada que les permita emprender un vuelo alto y firme. En el centro de Arte Dramático lo aprendió todo y pronto empezó a interpretar papeles en el teatro, donde su timbre resonaba con fuerza.
Un amor para toda la vida marcado por una boda por poderes
Estaba preparado para volver. Era 1963 y Uruguay parecía que se le había quedado pequeño. Necesitaba más. Y lo encontró de regreso a España. El actor se plantó de nuevo en Madrid y arrasó en las audiciones. Trabajó a las órdenes de los mejores directores teatrales, como Miguel Narros o José Tamayo. Y tras adquirir las tablas suficientes, la gran pantalla llamó a su puerta.
El cine le aupó como estrella y la televisión le acabó por confirmar. El nombre de Sancho Gracia resonaba con tanta fuerza que, desde Uruguay quisieron entrevistarle y, para ello, mandaron a la joven periodista Noela Aguirre. La química era palpable y entre preguntas y respuestas, acabaron enamorados. La pareja se casó en 1969, con uno en Montevideo y otro en Madrid. “En realidad ‘nunca’me casé con Noela. Lo hizo en mi nombre un amigo mío, llamado Raúl”. Fue una boda por poderes y, una vez que ya fueron marido y mujer, ella voló hasta España para abrazar a su enamorado. La felicidad de la pareja se completó con el nacimiento de sus tres hijos, Rodrigo, Félix y Rodolfo.
Empezó haciendo ‘spagueti western’, rodados en Almería y a las órdenes de directores americanos, actuó en películas clave de los 60 y de los años 70 como ‘La ciudad no es para mí’, ‘Es mi hombre’, ‘El último día de la guerra’ o ‘Marco Antonio y Cleopatra’. En 1976, cuando ya posee un nombre de lo más consagrado dentro de la profesión, le proponen interpretar a Curro Jiménez, un bandolero de la Sierra Morena, cuya vida y hazañas le convierten en el héroe patrio por antonomasia. A partir de entonces, su nombre irá ligado al del personaje, convirtiéndose en uno de los alter egos más complicados de desligar. Él era Curro Jiménez, y Curro Jiménez era Sancho Gracia. Inseparables.
El maduro consejo que le dio a su hijo Rodolfo Sancho
Toda una estrella cuya sombra era demasiado alargada como para ser obviada; especialmente dentro de su casa, donde su hijo Rodolfo decide seguir los pasos de su progenitor. El joven se convierte en uno de los nombres clave de una de las canteras interpretativas de los años 90, ‘Al salir de Clase’. Pero antes de dar el salto como actor, da el salto a convertirse en padre.
Con solo 19 años, Rodolfo Sancho le anuncia a su familia que ha dejado embarazada Silvia Bronchalo, una jovencita que, como él, estudia Arte Dramático. “Querido Rodolfo, en la vida hay que asumir responsabilidades. La criatura no tiene culpa de nada, así que a trabajar y a cuidar del niño”, le dijo cuando este le dio la noticia.
La relación entre los jóvenes no duró demasiado, pero el amor que sentían ambos por Daniel, el único hijo en común que tuvieron, les ha unido de por vida. Sancho Gracia, orgulloso de su nieto, no dudaba en presumir de él ante las cámaras de los medios en 1995, cuando el bebé apenas tenía unos meses de vida. “Este es Daniel Jerónimo Sancho, el hijo de mi hijo Rodolfo. A ver si sale actor como su padre y su abuelo”. Hoy, 29 años más tarde, sabemos que no fue así. El pequeño no quiso saber nada ni de guiones ni de cámaras y se interesó más por las recetas y los negocios de restauración. Su padre, Rodolfo, aseguraba que este había montado un catering y que le estaba yendo de maravilla. Eso fue antes de que en agosto de 2023 fuera detenido por las autoridades tailandesas por el supuesto asesinato de Edwin Arrieta. El 29 de agosto de 2024, la Justicia tailandesa le encontró culpable de los delitos de asesinato con premeditación y le condenó a cadena perpetua.
Para Daniel, su abuelo era su gran ejemplo, su mito. Le admiraba profundamente y, desde que fue detenido, se aferraba a un único objeto personal: un sombrero que perteneció al insigne actor.
Sancho Gracia murió en 2012, a los 75 años de edad. No ha visto el escándalo que 11 años más tarde protagonizó aquel bebé que él sostenía en brazos y en el que depositó grandes esperanzas. Él quiso para el niño que fuera la tercera generación de actores de la familia, que se formara y arrasara en los teatros. Lamentablemente, Daniel tenía otros planes para sí mismo.