Acaba de cumplir 86 años, pero entre los planes de doña Sofía no figura por ahora la idea de retirarse de sus responsabilidades institucionales. A diferencia de su marido Juan Carlos I, la emérita sigue formando parte de la primera línea de actuación de la Familia Real. Algo con lo que se siente verdaderamente comprometida, a pesar de que ya hace diez años que son su hijo Felipe y su nuera Letizia quienes ocupan el primer escalafón del poder. De ahí que siga acudiendo a actos oficiales relacionados con el arte, la cultura o la medicina, como hizo el pasado martes 19 de noviembre.
Fue con motivo de la gala de entrega del premio poesía Iberoamericana otorgado a la autora colombiana Piedad Bonnett por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional. Dispuesta para no fallar a su cita con este galardón, que además llevan su nombre -y está dotado con 42.100 euros-, la madre del Rey apareció en el Palacio Real de Madrid luciendo la mejor de sus sonrisas. Eso, además de un total look en color rojo, uno de sus favoritos. Todas las miradas apuntando a su 'blazer', con solapas en sed y un elemento decorativo muy importante.
Y es que como acostumbra a hacer sea cual sea el evento que requiere de su asistencia, doña Sofía optó por ornamentar la parte superior de su atuendo con una de sus joyas predilectas. Porque además de optar por un collar largo de perlas a juego con sus pendientes, un reloj dorado y varios anillos en oro, el gran protagonista de sus accesorios fue el broche. No sorprende verla apostando por este tipo de piezas. Sí que optase por esta tan especial que antaño la acompañó en un día de lo más señalado.
El broche que doña Sofía ha desempolvado
La realidad es que las joyas de la Corona son siempre un asunto de interés, pero es que en el caso de Sofía no son sus alhajas ya una parte consubstancial del Patrimonio Nacional. A fin de cuentas, todo lo que comprendía el joyero conocido como 'de pasar' fue legado en su nuera en el momento en el que Felipe ascendió al trono.
Ahora bien, durante todo el tiempo que pasó como consorte también tuvo ocasión de confeccionar su propia colección personal, en la que los broches no son pocos. Son, además de una forma de dar un toque de sofisticación a sus atuendos, también su particular manera de mandar mensajes.
Sin ir más lejos, el pasado octubre, cuando las fotografías del idilio 'secreto' de su marido con la vedette Bárbara Rey, reapareció contundente con el broche que Francisco Franco le regaló con motivo de su boda con don Juan Carlos en 1962. Ahora, en un contexto totalmente distinto, para ver a Piedad Bonnett recoger el premio por el valor de su obra poética usó un broche algo más 'olvidado'.
Con forma de racimo de uva y compuesto por amatistas montadas en oro, los más observadores de la Corona lo recordarán porque hace veintiún años fue parte de un momento histórico para la familia real española: la pedida de mano de su hijo con Letizia Ortiz.
Un día inolvidable en el que, ante -y a pesar de- toda expectación, la exmonarca solo pudo mostrar una enorme dicha por saber que Felipe estaba a punto de comenzar una etapa tan feliz. Sin duda, y aunque haya que remontarse a tanto tiempo atrás para comprenderlo, la explicación necesaria para comprender por qué esta joya no tan socorrida por Sofía solo puede traerle los mejores recuerdos.
Más allá de Letizia: Elena, la previsible heredera
Recuerdos que el día de mañana se sobreentiende que no legará en su nuera, pues la Reina consorte ya tiene en su poder la gran mayoría de las alhajas que durante las últimas décadas le pertenecieron. Todo a raíz de esa colección propia de la Corona que se pone a disposición de las mujeres al mando de la institución durante el tiempo que dure el reinado, en la que no faltan las tiaras con más historia y todo tipo de elementos que doña Letizia alterna en función de la ocasión.
No obstante, es cuando se trata de piezas de su propio joyero cuando el abanico de posibilidades en la herencia es mucho más amplio. Tanto como para comprender, como es obvio, a sus dos hijas. Elena y Cristina, que a día de hoy ya tienen en su poder algunas de las joyas que antaño vestía su madre.
Y este broche del racimo en concreto, en vista de las dinámicas y preferencias de las infantas, encajaría más con el estilo de su hija mayor. De ahí que, aunque solo el tiempo dirá cómo se tercia el reparto de sus pertenencias el día de mañana, sea Elena la previsible heredera de este bien tan preciado que ahora Sofía ha desempolvado.