Por mucho que ya no triunfe en el amor como le sucedía antaño, si hay algo que no le faltará nunca a Isabel Preysler eso es la familia. No solo porque los suyos siempre están ahí para apoyarla en los momentos mejores y en los momentos peores, sino también porque en casa son muchos. Bien, no en casa de forma literal. A fin de cuentas, sus cinco hijos, nacidos durante sus tres matrimonios, ya hace mucho tiempo que dejaron el nido y emprendieron su propia vida fuera del hogar familiar.

En ningún caso significa lo anterior que la eterna 'reina de corazones' esté sola. De hecho, es muy habitual verla disfrutar de planes junto a sus vástagos. Más todavía de una época a esta parte, cuando se cumplen dos años desde que partió peras de forma definitiva con el escritor Mario Vargas Llosay la gran mayoría de sus apariciones públicas son de la mano de alguno de sus hijos. Casi siempre con Tamara, eso sí. Por algo tan sencillo como son las que viven más cerca.

Muy cerca, además. Las comparaciones son odiosas, porque no es cosa de que sus hermanos no tengan cariño a la 'socialité', sino que todos ellos viven a kilómetros de Madrid. Tanto como que los tres mayores, Chábeli, Julio José y Enrique, están afincados en los Estados Unidos, mientras que Ana, la pequeña, tiene su residencia fijada en Doha, Catar. Solo la única hija nacida de su relación con el marqués Carlos Falcó ha preferido quedarse en Puerta de Hierro. Es allí donde Tamara ha comprado su nuevo ático, y también donde se ubica la mansión de Preysler. Esa mansión conocida por todos y que, para sorpresa de muchos, acoge también a su 'otra familia'.

¿Quién es la 'familia desconocida' de Isabel Preysler?

No, no es que Isabel haya pasado todos estos años ocultando a otra rama de sus descendientes. Tan sencillo como que esas otras personas con las que convive y que no son su familia directa son los responsables de que todo vaya rodado en la casa familiar. Su equipo de trabajo, podría definirse, aunque ya haga mucho que la ex de Julio Iglesias no se dedica a tiempo completo a participar de los eventos de la alta sociedad día sí y día también.

No porque no le guste o porque no la inviten. De hecho, siempre que puede asiste a galas o actos señalados como sucedió en la reciente inauguración de Casa Salesas, el restaurante de su yerno Íñigo Onieva. El caso es que los años han pasado y ahora prefiere descansar o participar de otro tipo de proyectos -como el documental 'Mi Navidad' para la plataforma Disney+-, cosa que se puede permitir con la tranquilidad del imperio construido en el pasado. Ese que le ha permitido, entre otras cosas, tener el chalet en el que se alojan estos siete desconocidos.

Isabel Preysler
Gtres

Son ellos los responsables de mantener en perfecto estado la impresionante casa de la hispanofilipina, con el evidente gasto que eso supone. Siete sueldos que corren a cuenta de Isabel de forma exclusiva, pues atrás quedan los tiempos en los que Vargas Llosa, su último gran amor y conviviente hasta que rompieron la relación, aportaba de su bolsillo. Todo para que este equipo, formado por una cocinera, un chófer, dos limpiadoras, un mozo de comedor y dos jardineros viva cómodamente y cobre su salario como es debido.

Un mantenimiento que no sale barato

Aunque no sea sorpresa para nadie, es de todo lo anterior que se extrae cuan caro es llevar este estilo de vida, pues tener a siete personas día y noche 'en la sombra' y a su disposición implica pagar los siete sueldos respectivos. Un dinero que se suma al gasto que de por sí le supone a la 'celebrity' el mantenimiento propiamente dicho, que se calcula ronda los siete mil euros mensuales. ¿Excesivo? Quizás para una persona de a pie pueda resultarlo, con el matiz de que cabe recordar que esta no es una propiedad cualquiera.

Entre otras particularidades, la casa de dos plantas que Isabel adquirió en el año 1992 por 400.000 millones de las antiguas pesetas durante su matrimonio con el economista Miguel Boyer tiene doce dormitorios. También un garaje con capacidad para cuatro automóviles con su propio taller de reparaciones, un gimnasio, una minidiscoteca... ¡Y dieciséis cuartos de baño! Esto último, sin duda, uno de los detalles que más motes divertidos le ha valido al inmueble.