No importa en cuantas revistas y tertulias haya aparecido su rostro, que el nombre de Esther Doña siempre estará rodeado de misterio. No porque ella ha apostado por el hermetismo o la ocultación, cabe decir. Dispuesta a explicarse y tener un trato agradable con los medios cuando ha tenido ocasión, aunque inexorablemente perseguida por el gran amor que marcó su vida. Y es que su figura nunca hubiese salido a la palestra de no ser por su amor con Carlos Falcó. Por siempre la viuda del marqués de Griñón y, por ende, la última madrastra de Tamara Falcó.
Ya hace cuatro años que Esther perdió a su marido y se vio obligada a lidiar con un durísimo bache personal cuando solo llevaba tres años casada con el aristócrata. Justo cuando su relación con el ex de Isabel Preysler ya había logrado superar las críticas y reticencias internas del principio, Carlos falleció a causa del coronavirus. Un final de lo más amargo, pues sucedió en el punto de máxima alerta por la situación sanitaria y ni siquiera tuvo opción de despedirse de él. Afortunadamente, y con mucha voluntad de salir adelante, la malagueña vive ahora un momento dulce.
Una reinvención deseada y merecida, podría acuñarse la de Doña, aunque no sin esfuerzos ha tratado ella de buscar un futuro distinto después de vivir una época tan oscura. Más allá de algunas apariciones esporádicas en la televisión, en la actualidad tiene un trabajo muy similar al de su 'exhijastra' Tamara y se dedica a las redes sociales. No al nivel de la nueva marquesa de Griñón, pero sí para deleite de una nada desdeñable cifra de más de 45.000 seguidores en su cuenta de Instagram. Es precisamente en ese perfil, donde colabora con marcas para generar ingresos, la carta de presentación perfecta para conocer su nueva vida.
Instalada en Portugal y enamorada de su nueva pareja
Y es que si cuatro años han pasado desde que Esther perdió a Carlos, son siete los que se cumplen desde que se convirtió en personaje público por su matrimonio. Más de un lustro que, entre aventuras y desventuras, le ha valido a la andaluza para encontrar su nuevo lugar en el mundo. Un lugar que, para sorpresa de los que le hayan perdido la pista, no está en España. Lejos del piso de soltera de Majadahonda donde se instaló tras la muerte del marqués hace vida Doña, ahora prefiere Portugal.
Es en el país vecino donde ella misma ha asegurado a 'Egos' que pasa "la mayor parte del tiempo". Concretamente, en la ciudad de Lisboa, la capital. Un enclave mágico en el que, como bien demuestra su presencia en la red, disfruta de los locales más exclusivos de la capital portuguesa.
Entre su lista de restaurantes predilectos están A Cevicheria, que fusiona la gastronomía de Perú con la cocina asiática, o Maré, donde recientemente se ha dejado ver degustando un rico vino rosado con vistas al Atlántico. Cita de excepción a la que no acudió sola, porque la acompañaba su nueva pareja. Y no, no es Santiago Pedraz, el juez con el que rompió en el 2022.
Sí, ha recuperado -otra vez- la ilusión por el amor y ya no tiene reparo alguno en compartirlo con el mundo. El hombre con el que comparte su vida en la actualidad es Joao, el empresario portugués al que presentó en sociedad a la entrega de los últimos Premios Escaparate en Sevilla. Fue allí donde lo definió como "maravilloso" y contó que habían vivido "un verano muy bonito". Revisando su Instagram no quedan dudas de que ha sido así, haciendo gala de un estilo de vida envidiable e incluso mostrando como su chico la agasaja con copas de champán entre otros tantos detalles. Por fin, Esther está feliz.
El siempre cuestionado amor de Esther doña y Carlos Falcó
Una emoción que regresa, porque no siempre ha estado. Y no en lo que al duro golpe emocional que supuso la muerte de su marido, ya que los comienzos de su relación con Carlos tampoco fueron un camino de rosas para ninguno de los dos. Pero menos para Esther, una recién llegada a la crónica rosa y al clan Falcó cuyas intenciones todo el mundo cuestionó. Desde la enorme diferencia de edad que los separaba, que era de 40 años, hasta el rechazo familiar, pasando por la noche que su padre pasó en el calabozo tras una fuerte discusión entre Esther y el marqués en un hotel.
El suyo parecía ser un amor abocado al escándalo desde el primer día, pero por suerte pudieron reconducirlo. Se dice que para conseguirlo, Doña, que nunca ha negado su parecer conservador, optó por borrar toda huella de su pasado. De ahí que poco o nada se sabe sobre su vida de los años anteriores a su enlace con el padre de Tamara, que por entonces hacía seis años que se había divorciado de Fátima de la Cierva, su tercera esposa. Que había probado suerte como modelo y como socia de un centro de belleza. También que había estado casada.
Incluso algunos medios como el portal 'Vanitatis' afirmaron que había cambiado el color del pelo de rubio platino a moreno para no desentonar con la 'jet set'. Lo consiguió, y tan rápido como le vino la alta sociedad se le esfumó. Eso sí, en el momento que todo terminó no dudó en jugar sus cartas para demostrar que el suyo por Carlos fue un amor sincero. No hubo problemas en el reparto de la herencia como tanto se auspiciaba, y los hijos del marqués reconocieron que se había portado "muy bien". Por su parte, Esther plasmó todo lo vivido en aquella época en su libro 'La vida de un gran hombre a través de mis ojos'. Su particular carta de despedida.