Revisar la historia de Letizia nos remite a un relato de lucha constante por encajar. Al menos, así ha sido desde que comenzó su andadura en la Casa Real. Fue en el año 2004 cuando, por amor, la periodista se despidió de su faceta como comunicadora para entrar en terreno desconocido. Hostil, también. Es evidente que pasar de ser plebeya al mundo de la realeza no iba a ser tarea fácil. No solo por la presión mediática, sino por el hecho de tener que adaptarse a los mil y un protocolos que implica formar parte de la monarquía.

Los orígenes 'corrientes' de la actual Reina no se lo pusieron nada fácil. En cualquier caso, si algo demostró la mujer de Felipe VI es que era capaz de adaptarse a cualquier escenario. No tuvo reparo alguno y puso todo su esfuerzo para aprender las directrices pertinentes. Lo que hacer y lo que no hacer, en función de la ocasión y la compañía. Quizás es por eso que ha resultado tan sorprendente verla hacer un gesto 'prohibido' para la Corona en una de sus apariciones más recientes. Fue el pasado 31 de mayo, en su visita a la Feria del Libro de Madrid, cuando esta norma no escrita fue quebrantada.

El gesto 'prohibido' de la reina Letizia en la Feria del Libro

Letizia es de letras. Siempre lo ha sido, e incluso podría afirmarse que le viene de cuna. Su abuela y su padre también eran periodistas y no es de extrañar que ella también tomase la determinación de seguir sus pasos. Un trabajo en el que escribir tiene un papel fundamental, aunque también es indispensable leer. Por oficio y por gusto, porque la Reina es una lectora empedernida. Es por eso mismo que no sorprende verla en la inauguración de la 83ª edición de un evento como este, pero esta vez ha sucedido algo diferente: se ha dado un baño de masas.

Cabe destacar que no es la primera vez que la consorte de Felipe VI hace lo propio. Menos todavía en los últimos tiempos, en los que no hay ninguna duda de que su frialdad ha pasado a un segundo plano. El paso del tiempo la ha convertido en una mujer más cercana. Capaz hasta de tomarse un 'selfie' si se lo piden. Accesible para los observadores de la institución, que en una ocasión como esta, tampoco dudaron en aproximarse a la madre de Leonor y Sofía. Siempre protegida por su equipo de seguridad, a su llegada al Parque del Retiro se mostró predispuesta a la inmediación. Fue así como, entre conversaciones serenas y saludos multitudinarios, Letizia sorprendía con la acción de la discordia.

Letizia firmando
Casa Real

Firmar. Firmar un autógrafo, concretamente. No es ninguna locura que las personas de a pie pidan un garabato a personas famosas. Un gesto propio de artistas. De cantantes, actores... Cualquier 'celebrity' acostumbra a hacerlo, en realidad. No obstante, y a pesar de ser personajes públicos, cuesta imaginar a otras personas de la monarquía dejando su marca personal en manos de un admirador. Y no, no es ninguna casualidad que esto sea así. Porque más allá de la ilusión que le pueda hacer al receptor, firmar un autógrafo puede ser muy peligroso para los miembros de una dinastía.

El motivo por el que la Reina no debería firmar autógrafos

En ningún caso se trata de una prohibición expresa, aunque sí es una recomendación importante. Al fin y al cabo, pertenecer a la Corona conlleva el deber de salvaguardar su integridad y seguridad. Y son precisamente estos aspectos los que podrían verse vulnerado por un gesto como es firmar un autógrafo. Basta con recordar las declaraciones que ofreció María José Gómez Verdú, manager de 'Protocolo y Etiqueta', para CLARA. Fue ella quien, sobre la norma que atañe a no hacer este tipo de acciones, apuntó que "se trata de una regla que siguen todos los 'royals', ya que se considera una práctica de riesgo". ¿Por qué? "La firma podría ser falsificada y utilizada ilegalmente", aclaraba la experta en protocolo para la web de esta revista.

Letizia firmando
GTRES

Cuestión de protección, a pesar de que también haya espacio para las excepciones. En el caso de Letizia, aunque ahora parezca algo puntual, cabe decir que esta es una dinámica repetida en ella. Podría decirse que la Reina es 'reincidente' en lo que se refiere a regalar su firma. Sin ir más lejos, en su reciente viaje de Estado a los Países Bajos la dejó plasmada en una de las obras expuestas en el Straat Museum durante una visita guiada. Eso, además de algunas instantáneas que nos trasladan en el tiempo a dos décadas atrás.

Cuando acababa de contraer matrimonio con el Príncipe de Asturias nada la coartaba de deleitar a las gentes con la máxima expresión de su huella personal. Era aquella época en la que la rigidez de la Corona parecía no haber hecho mella en su personalidad. Tan natural como el día en el que anunció su compromiso con el heredero ante los medios de comunicación. Sin miedo a ser rechazada por sus 'salidas de tono'. Del mismo modo que le sucede veinte años después. Como si la antigua Letizia hubiera regresado, serena y sin el peso de cumplir con unas expectativas.