Un verano sin demasiado hueco para el descanso, aunque sí para los reencuentros. A pesar de hacerlo entre actos oficiales y otros tantos eventos, el núcleo duro de la Casa Real lleva unas semanas disfrutando del 'tiempo perdido'. Ese que han pasado separados, puesto que los Reyes han experimentado por primera vez el síndrome del nido vacío. Ni Leonor ni Sofía han dormido en casa durante el curso escolar. La primera lo ha hecho en la Academia General Militar de Zaragoza, y la segunda en el UWC Atlantic College de Gales. Pero las vacaciones ya están aquí, así que nada mejor que poder compartir ratos juntos, a pesar de que sea al asistir a ceremonias como la de los Premios Princesa de Girona 2024.
Precisamente ha sido en la previa a la celebración de la gran gala de la tarde del 10 de julio cuando más relajados se han dejado ver los Reyes y sus hijas. La heredera y la infanta fueron las primeras en llegar, y en la tarde del martes 9 comenzarían a fotografiarse las tan esperadas estampas familiares de sus días en Cataluña. Primero en un encuentro con los premiados de años anteriores, y después en una reunión con los miembros del Consejo Asesor Joven de la Fundación Princesa de Girona. Una reunión en la que, más allá de la importancia de los temas a tratar, el protagonismo se lo ha llevado la forma de relacionarse entre los cuatro. Especialmente Letizia, que ha sorprendido con una nueva actitud ante la complicidad de su marido y la princesa.
Letizia sorprende con su actitud en el último evento familiar
La realidad es que la unión entre Felipe y Leonor es cada vez más latente. Así ha venido quedando demostrado en los últimos meses, mientras que sus apariciones más recientes solo hacen que seguir constatando que se entienden a la perfección. La heredera se siente comprendida por su padre, lo mira con admiración y escucha atenta sus consejos. No se esconden al dirigirse miradas cómplices e incluso se dejan embriagar por la emoción en momentos tan señalados como la entrega de despachos de alférez con la que la princesa concluyó el curso escolar. Cómo obviar el tierno abrazo en el que se fundieron, o las lágrimas del Rey cuando sus hijas le dedicaron unas palabras durante el almuerzo del X aniversario de su proclamación.
En ningún caso se trata de algo reprobable. Además, la buena sintonía entre padre e hija tiene todo el sentido, puesto que nadie mejor que él puede entender la presión a la que se enfrenta ella por ser la primera en la línea de sucesión al trono. La cuestión es que este escenario, en el que no hay necesidad de esconder lo mucho que se adoran, ha servido para plantear otra gran pregunta: ¿Qué hay de Letizia? Es innegable que la Reina también siente un afecto inmenso por ella, pero su trato es distinto. Algo que ha vuelto a quedar en evidencia durante esta reunión, en la que los chascarrillos entre Felipe y Leonor han vuelto a escena, mientras que Letizia ha metido la baza justa y necesaria.
Pero es que nada de todo lo anterior ha conseguido mermar su semblante alegre ni desplazarla de la escena. Tampoco esa predisposición, que se ha convertido en un constante. En realidad, ella siempre está ahí para apoyar a su primogénita, a pesar de que pueda leerse más o menos felicidad en su rostro. Esta vez, más que menos. A Letizia no le ha faltado la sonrisa y se ha dejado ver feliz, serena y natural, como si la tensión que la venía acompañando en sus últimas apariciones se hubiera desvanecido.
Quizás por el grado de informalidad de la situación, quizás porque, como bien expuso la experta en comunicación no verbal Vanessa Guerra en declaraciones para CLARA, ya se maneja a la perfección cuando los focos apuntan a su marido y su hija y ella "se mantiene en un buen segundo plano". Tan orgullosa de Leonor como Felipe, pero salvando las distancias mientras la institución se renueva con la irrupción de la heredera en lo oficial. Renovación que, inevitablemente, requiere de un cambio de estrategia.
La infanta Sofía, la mayor cómplice de la Reina
Aunque no ha habido atisbo alguno de tristeza, Letizia tampoco ha renegado de buscar un apoyo alternativo. ¿Y quién mejor para serlo que su hija pequeña? La infanta Sofía, que también ha recuperado la exposición tras regresar del Reino Unido y parece estar diluyendo el papel de 'olvidada' que se le había atribuido. También presente en la gran mayoría de actos de la familia, y tras acompañar a su hermana en una visita al taller del artista Jaume Plensa, era evidente que no faltaría a la reunión. Y ha sido la misma disposición de los asientos pareciera ser el reflejo de quién se lleva mejor con quién.
Porque siempre se ha dicho que Leonor es más de papá y Sofía es más de mamá, y cada vez pareciera ser una teoría más cierta. Mientras Rey y futura Reina ríen y charlan a un lado de la sala, Letizia y la benjamina de Zarzuela mantienen una conversación tranquila. La una junto a la otra, y mientras la madre habla, la hija la escucha, con una mirada que denota bondad y conformidad con lo que le cuenta. Demostrando que no hay por qué sentirse desplazadas, y que tienen muchas más cosas en común de lo que se puede percibir a simple vista.