Cuando las aguas parecían haberse encauzado, parece que en la Casa Real española siempre hay una información esperando para ver la luz y hacerlo saltar todo por los aires. En el marco de un inicio de curso que se preveía relajado, con Leonor ya instalada en Marín y la infanta Sofía de vuelta en Gales para terminar el Bachillerato Internacional, Felipe y Letizia afrontan ahora un inesperado desafío: lidiar con el enésimo escándalo de Juan Carlos I.

Por todos es sabido que la relación entre el actual monarca y su padre no es del todo fluida. No lo ha sido de un largo tiempo a esta parte, hasta el punto de que son miles de kilómetros los que los separan porque el emérito lleva años afincado en los Emiratos Árabes Unidos. El caso es que antes de su partida a Abu Dabi la tensión ya era palpable, a raíz de las incontables polémicas que día tras día lo convertían en el objetivo de las críticas a la Corona.

Críticas que, por supuesto, Felipe VI no tenía previsto -ni debía- permitir. La idea de renovar la monarquía imperaba, y si tomar distancia con su progenitor era lo que debía hacer para mantener la institución, así sería. Sea como fuere, parece que ni siquiera el paso de los años termina de borrar la huella de los disgustos que el esparcimiento privado del exmonarca ha dejado. Véase la reciente publicación de las imágenes de su tórrido romance con Bárbara Rey.

La realidad es que no era ningún misterio para los seguidores de la crónica real que este idilio tuvo lugar. En los últimos años se ha debatido aquí y allá. Entre tertulias, documentales e incluso series biográficas. Todos sabían que el antiguo jefe de Estado fue infiel a su esposa, doña Sofía, con la vedette, pero nunca se había demostrado de forma gráfica como sucedió el pasado 25 de septiembre. Máximo revuelo que ha cogido a los Reyes en el medio de una apretada agenda oficial, comenzando por el último acto al que ha asistido Letizia.

Con una sonrisa y ajena a la polémica, Letizia llega a italia

Cuando tan solo han pasado unas horas desde que la gran bomba de la prensa del corazón estallase, la Reina se ha convertido en el foco de todas las miradas. A fin de cuentas, ni ella ni su equipo de comunicación y planificación tenían previsión alguna de que la revista holandesa 'Privé' sacudiría la Corona de este modo con su publicación del pasado 25 de septiembre.

En ningún caso se trata de algo que afecte directamente a doña Letizia, cabe destacar. Todavía menos ahora que la lejanía entre ella, su marido y sus hijas para con Juan Carlos I es más que latente. Difícilmente se los ve juntos, y a diferencia de cómo se ha gestado el reciente acercamiento con la infanta Cristina, parece que no hay previsión de una reconciliación entre nuera y suegro. Con su particular entereza, una sonrisa amable y sin mostrar atisbo alguno de incomodidad ante esta nueva controversia, la esposa del Rey se ha personado hoy en Milán para presidir el acto central del Día Mundial de la Investigación en Cáncer.

Letizia
Gtres

Una jornada importante que se ha centrado en destacar el rol de la innovación en los distintos ámbitos para promover la equidad, con un panel de expertos e incluso un discurso en el que Letizia ha vuelto a llevar la elocuencia por bandera. Sin problemas para comunicar, con el bagaje de su antigua profesión como periodista y en un nuevo gesto que, de nuevo, la acerca a su suegra. A diferencia de Juan Carlos, doña Sofía sí sigue participando de las actividades de la Casa Real. El último acto en el que se dejó ver fue el celebrado en Lisboa el pasado 21 de septiembre con motivo del Día Mundial de Alzheimer. Comprometida con los avances médicos y el tratamiento de los pacientes, como su nuera.

¿Cómo es la relación actual de la reina con su suegro?

El modo en el que Letizia aguanta el tipo no es más que el reflejo de un trabajo personal de muchos años. Y es que ningún lugar está estrictamente estipulado que uno deba llevarse bien con la familia política, aunque en el caso de la realeza convenga más mantener la compostura. Así lo hizo durante décadas de cara a la galería, mientras las especulaciones sobre su mala relación con el emérito incrementaban cada día un poco más. Esa animadversión que ya no es ningún secreto, aunque la distancia que los separa haya ayudado a calmar la tensión en cierto modo.

Letizia, Felipe y Juan Carlos I
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No necesariamente para propiciar la comunicación entre ambos, por contra. Si bien se mostraron algo más cómplices que de costumbre en la misa funeral de Fernando Gómez-Acebo del pasado mes de abril, ni rastro de simpatía o buena sintonía en los pocos cónclaves 'royal' en los que han tenido que coincidir este año. Véase el otro funeral de los Gómez-Acebo, el de Juan, este mismo septiembre. Ni rastro de connivencia. Tampoco intención.