Si el matrimonio de Letizia y Felipe fuera una analítica, esta tendría en verde todos los marcadores. “¡Una salud de hierro!”, diría el médico tras consultarla. Aunque, para llegar a estas conclusiones, no hace falta sacarle sangre a los Reyes, tan solo hay que observarles. Y gestos como los que derrocharon en el Teatro Real no dejan lugar a dudas: su romance está en el mejor momento.
Cómo no podía ser de otra manera, llegaron juntos en el coche oficial. Primero descendió el Rey y, a continuación, lo hizo Letizia; quien saludaba con la mano a la multitud de curiosos que los aclamaba. Tras la bienvenida de las autoridades, los Reyes pasaron al interior, donde vivimos un precioso intercambio de gestos por parte de Felipe y de la Reina.
Ternura, amor y pasión
Cuando Letizia habla a su marido, fija su mirada en él; dedicándole toda su atención e interés. Le sonríe con los ojos y los labios, cómplices, le envían un discreto mensaje. Al tiempo que la Reina utiliza su mirada, sus brazos también la acompañan en la búsqueda de la perfecta comprensión y como expresión de máximo cariño.
Letizia ejerce una presión ligera, cercana y de lo más afectiva a su marido. Siempre se ha dicho que la Reina es “tocona”, que, si habla con alguien que verdaderamente le interesa, no duda en traspasar la barrera de la piel y tocar el brazo o el hombro de su interlocutor. Si eso lo hace con alguien al que apenas conoce, con su marido, los gestos crecen de manera exponencial.
“Para el doctor Ashley Montagu, el tacto se experimenta también como una emoción y tiene la capacidad de estimular y conmover al que se toca, convirtiéndose en una herramienta de empatía poderosísima”, apunta la experta en comunicación no verbal Vanessa Guerra, en su libro ‘El lenguaje secreto de las emociones’. “A través del tacto sentimos al otro en nuestro propio cuerpo y, a su vez, el otro puede sentirnos como parte del suyo”, asegura.
Y justamente por eso Letizia adora el contacto. Es una manera de hacerse presente y de decirle al otro que le acompaña, que le atiende y que le entiende. Con su pareja esto lo eleva a la enésima potencia, puesto que, además, lo acompaña con una mirada de absoluto amor, evidenciando que las cosas entre ellos no pueden estar mejor.
"Con la mirada también tocamos"
“El mayor acto de intimidad entre dos personas sucede con el contacto físico, ya sea a través del roce o del acto de tocar”, apunta Vanessa, que recuerda que el órgano más extenso de todo el cuerpo y con más cantidad de terminaciones nerviosas no es otro que la piel, de ahí que, cuando demostramos ternura, lo hagamos tocando.
“Con la mirada también ‘tocamos’ al otro de una manera metafórica”, remarca la experta. “Cuando miramos en reiteradas ocasiones a otra persona es como si la estuviéramos tocando con la mano. Esta acción no verbal pretende llamar su atención, hacernos notar y transmitir nuestro interés por ella”.
Letizia cumple al cien por cien con los requisitos de lo que es una mirada de amor, en la que “el párpado inferior se contrae, a consecuencia de elevar ligeramente las comisuras de los labios, y los ojos se rasgan tenuemente”. En el caso de la Reina, además, esta ejerce cierta seducción, puesto que la mirada es “intensa”, casi felina, como la de un animal que define su objetivo.
No cabe duda posible, Letizia y Felipe no solo se quieren sino que, además, se gustan. Continúan seduciéndose día a día, en un ritual de cortejo que no siempre es captado por las cámaras, pero del que ahora hemos sido testigos. El cual evidencia que su matrimonio, en plena madurez, tras sus 20 años juntos, está mejor que nunca.
Sin rastro del síndrome del 'nido vacío'
La marcha de Leonor y Sofía fuera de casa, lejos de ir en contra del matrimonio, ha jugado totalmente a favor de su relación. Tal y como ha desgranado en alguna ocasión la psicóloga y experta en terapia de pareja Lara Ferreiro, muchas parejas, en una situación parecida, pueden experimentar una sensación de ‘nido vacío’; de ausencia de objetivos comunes. Pero esto no parece que les ocurra a los Reyes, quienes, desde que no tienen a las niñas en palacio, se están ocupando en recuperar el tiempo perdido.
En la agenda B de los Reyes, la privada y no oficial, abundan los planes en pareja. Salidas al cine, a cenar… cualquier excusa es buena para disfrutar de tiempo juntos y volver a ser ‘novios’. Planes sencillos, que cualquiera podría realizar con su pareja, y que mantienen viva la llama del romanticismo.
A Felipe y Letizia, el temido 'nido vacío’, lejos de perjudicarles, les ha beneficiado. Derrochan complicidad en cada aparición conjunta y eso es fruto de una excelente comunicación y vida en pareja no supeditada a la existencia de hijos. Por encima de todo y de todos, están ellos como enamorados.
Este es el cuarto año de Leonor fuera de casa, y el segundo para Sofía. La princesa estudió el Bachillerato en una prestigiosa institución de Gales, tras la cual empezó su formación militar, primero en la Academia General de Zaragoza y, ahora, en la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra.
Sofía, dos años más pequeña, sigue la senda marcada por su hermana mayor. Este curso finalizará segundo de Bachillerato y cumplirá la mayoría de edad. En el aire queda saber qué carrera elegirá y dónde la cursará.
Sea como sea, Letizia y Felipe ya no tienen a niñas en casa a las que andar cuidando y vigilando. Las jóvenes buscan su independencia, mientras que sus progenitores reclaman recuperar el tiempo de pareja, que no pudieron dedicarse cuando estaban centrados en la crianza de sus hijas. Y no parecen estar desaprovechando ni un segundo ¡Así se hace!