Solo el tiempo ha sido capaz de demostrar que nada detiene a Letizia. Eso sin ahondar en el terreno personal, con su característico aplomo y esa entereza tan suya, pues basta con revisar su agenda a lo largo del año. La misma agenda que ni siquiera se pausa con la llegada de la temporada estival. Y es que si una fractura en un dedo del pie no consiguió frenar a la Reina en su compromiso con las obligaciones de la Corona -con viaje a Guatemala incluido-, mucho menos lo iba a hacer el abrasador calor del verano. Temperaturas altas que afectan a la gran mayoría de territorios del país, incluido su último destino: Cataluña.
Lo cierto es que no es la primera vez en el año que la esposa de Felipe VI se deja ver por la región. Ni en el mes. Este mismo julio, hace tan solo algunas semanas, tanto ella como el soberano y sus dos hijas no fallaron a la cita con uno de los actos más característicos de la Casa Real en la tierra de los 'calçots' y los 'castells'. Nada más y nada menos que los Premios Princesa de Girona de 2024, una vez más presididos por Leonor, con la necesaria expectación por escuchar a la heredera dar un discurso en catalán ante la atenta mirada de sus padres. Ahora, y en los días previos al viaje familiar de rigor a la isla de Mallorca, es su madre la que aterriza en la ciudad condal. Y lo hace marcando un antes y un después entre la ciudad y la monarquía.
El motivo de la visita de la Reina a Barcelona
De algún modo, y con los matices pertinentes, la visita de Letizia a Barcelona en el mediodía de este 23 de julio podría leerse como toda una revolución. No en vano no ha pasado inadvertida dada su excepcionalidad. Y eso que en ningún caso es excepcional que la consorte se deje ver por la capital catalana, puesto que sus visitas a la ciudad y el área metropolitana de la misma son relativamente recurrentes en el devenir de sus responsabilidades. Todo en el marco de esa agenda oficial, en la que nunca faltan los actos institucionales que requieren de su presencia en la zona. ¿Qué hay de diferente en esta ocasión?
Todo podría parecer normal. Sin ir más lejos, el pasado 14 de febrero, tanto ella como el Rey se desplazaron hasta el municipio de L'Hospitalet de Llobregat con motivo de la inauguración de la ampliación de la sede de Puig. Sea como fuere, si algo ha destacado en esta ocasión, marcando ese antes y después, es precisamente el hecho de que será ella la encargada de romper con una dinámica de distancia entre el Consistorio y Zarzuela que parecía haberse instalado entre los miembros del núcleo duro de la Corona. Tan simple como que en este 2024 se cumplen siete años desde que la última vez que alguno de ellos pasó por el Ayuntamiento de Barcelona. Un periodo de 'lejanía institucional' al que Letizia pone fin de forma inesperada, como si de una auténtica revolución en la Casa Real se tratase, con su participación en una de las sesiones de trabajo de la reunión de los directores del Instituto Cervantes.
Para precisar, la Reina es la encargada de presidir la sesión que lleva por título 'Facetas de plurilingüismo'. Un momento muy importante para poner el valor la capacidad y el conocimiento de más de una lengua en el que estar rodeada de autoridades competentes en el asunto y la región. Y es que además de Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, también han asistido al Susana Sumelzo, secretaria de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo; Carlos Prieto Gómez, delegado del Gobierno en Catalunya y Salvador Illa, actual presidente del grupo del PSC en el Parlament de Catalunya y aspirante a la presidencia de la Generalitat tras las últimas elecciones autonómicas.
Todos ellos, además de los directores de los centros homólogos de las ciudades de Viena, Dakar, Budapest y Nápoles. Por contra, y con el propósito de demostrar su rechazo al sistema monárquico, los concejales de los grupos de ERC, Barcelona en Comú y Junts se han abstenido de participar en la jornada.
La última vez que Letizia pisó el Ayuntamiento
Por sorprendente que parezca, este antes y después en las relaciones 'físicas' del primer escalafón de la Casa Real con la ciudad condal tiene un precedente muy recordado. Tan recordado como lamentado, puesto que la última visita de los Reyes al Ayuntamiento de Barcelona nos traslada hasta el 2017. Fue en ese año cuando, de forma inesperada, el matrimonio real tuvo que interrumpir sus tradicionales vacaciones privadas -que entonces habrían tenido lugar en la Costa Azul francesa, según se apuntó desde los medios- por una tragedia. El día 17 de agosto fue cuando tuvo lugar el atentado de la Rambla, y Sus Majestades no dudaro en desplazarse hasta la ciudad para expresar sus condolencias. También por escrito, y constancia de ello quedó en el libro por las víctimas de lo sucedido, firmado por Letizia y Felipe.
Por aquel entonces, todavía Ada Colau era alcaldesa de la ciudad. Tiempos en los que las relaciones entre el Consistorio y la jefatura del Estado se enfriaron por inevitables diferencias ideológicas en el poder, que parecen haberse suavizado desde que Jaume Collboni comenzó a gobernar en la ciudad. Para muestra, la recepción del alcalde al Rey en el histórico Palacete Albéniz, residencia del Rey en Montjuic, en septiembre de 2023. Era la primera vez que sucedía en 17 años.