Cuando la Reina tomó la palabra en el Congreso sobre Prevención de la Obesidad Infantil, que tuvo lugar en 2023 en Zagreb (Croacia), todo el mundo volvió a constatar una realidad: Letizia tenía un inglés perfecto. O, al menos, todo lo perfecto que puede tenerlo una mujer que lo ha aprendido, a la fuerza, para estar a la altura de sus responsabilidades laborales. Tanto las de ahora como las de antes.

Muchos pensarán que Letizia aprendió inglés a marchas forzadas cuando se supo que se casaría con Felipe VI, pero lo cierto es que ella, periodista tenaz, ya había necesitado los idiomas para manejarse en su carrera profesional. Como reportera la vimos en Irak y en Washington; además, se vio obligada a vivir varios meses en la capital de Estados Unidos como corresponsal para el Canal Internacional. 

Un trabajo de estas características, fuera de nuestras fronteras, implica hacer entrevistas, mantener conversaciones o, simplemente, preguntar por información; y, para eso, es necesario contar, al menos, con un nivel básico de inglés. 

El increíble esfuerzo de Letizia 

Letizia, a sus 51 años, no forma parte de la generación de niños y niñas que crecieron en un sistema educativo bilingüe. Nada de eso. En 1987, cuando la Reina cursaba BUP en el Instituto Ramiro de Maeztu, la asignatura de Inglés tan solo era un complemento educativo más, al que, en muchas ocasiones, no se le prestaba toda la atención que merecía. La gente de su quinta aprendió, de la manera más dura, que un segundo idioma fuerte y consolidado era esencial en un mundo cada vez más abierto. Les tocó, por tanto, ponerse las pilas con una asignatura que, hasta el momento, había pasado de puntillas por su formación. Se produjo entonces el estallido de las clases privadas de inglés y las academias dedicadas a perfeccionar el mismo. El meme de ‘idiomas, querida’ de Aramís Fuster pasó de ser una opción a una obligación. 

Letizia fue una de esas jóvenes profesionales que, recién salida de la carrera, tuvo que buscarse el dominio del inglés por sus propios medios Sabiendo que su debilidad es la cultura; las películas, música y libros en la lengua de Shakespeare tuvieron que ser sus mejores aliados a la hora de adquirir vocabulario y desenvoltura. Estamos a principios de los 90, la época del ‘apréndelo por tu cuenta’, de las cintas y vídeos de clases pregrabadas; así que tocó ingeniárselas de la mejor manera para no quedarse atrás en el competitivo mundo del periodismo. 

Un nombre clave en el perfeccionamiento del inglés de la Reina

Gracias a que la periodista contaba con esta buena base, Letizia pudo despuntar cuando fue elegida como pupila de uno de los grandes nombres de la enseñanza en inglés, Michael Howitt. En 2004, cuando ella aún era princesa de Asturias, supimos que estaba recibiendo clases de uno de los mejores profesores de Europa; y es que este británico llevaba años ayudando a los diplomáticos españoles con sus discursos y a profesionalizar su inglés. 

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Michael Howitt siempre tuvo fama de profesor exigente. Para empezar, si la Reina no hubiese contado con una base previa lo suficientemente sólida y buena, no la habría cogido como alumna. Gracias a todo el esfuerzo previo que Ortiz había realizado, él la admitió entre su exclusivo alumnado. De él heredó muchos formalismos y manera de pronunciar que, a fuerza de tanto ser repetidos y corregidos, se le terminaron grabando a fuego.

“Letizia tiene muy buena pronunciación, muy buen nivel de inglés”, nos cuenta Sara García-Alcalá, profesora de inglés. “Claro que se puede percibir que no es británica ni americana, pero, para ser española, que tenemos el acento bastante marcado, su acento es bastante neutral”, nos comenta la experta en lengua inglesa.

Sin duda, su maestro lo hizo bien. “Pronunciación y velocidad”, son para Sara las claves de su buen manejo del idioma. “Cuando ofrece un discurso, se aprecia que lo hace rápido, lo que determina que o bien lo ha ensayado mucho o bien que tiene esa fluidez a la hora de hablar”. Pero hay más. Gracias a aquellas clases en la Zarzuela, Letizia aprendió “entonación”, que también destaca García-Alcalá. “Combina muy bien en el discurso la entonación y el lenguaje no verbal, va muy de prisa, pero, cuando quiere remarcar algo, para e incide en ello”.

Cuando escuchamos a la reina hablar en este idioma no nos cuesta entenderla, además de que por todo lo que ya hemos dicho, por otro rasgo a tener en cuenta: su excelsa dicción. Aquí entraría en juego su antiguo oficio de comunicadora, lo que le otorgó esta enorme ventaja a la hora de hablar en público.

Las abismales diferencias de Felipe y Letizia a la hora de estudiar inglés

En casa de Felipe VI, el inglés fue impuesto desde la cuna. Con un padre español y una madre griega, que había vivido exiliada en Londres, tanto el Rey como sus hermanas, las infantas, crecieron hablando el idioma en lo más privado de su hogar. Esto, para los niños, fue una enorme ventaja cuando alcanzaron la mayoría de edad, puesto que estudiaron en el extranjero. El heredero cursó estudios en Estados Unidos, en Georgetown. 

En su juventud, Letizia no tuvo la misma suerte que Felipe y no pudo viajar para conocer mejor otro idioma. Sus recursos familiares eran menores y siempre tuvo que trabajar para costearse sus necesidades. De ahí que, cuando llegó a Zarzuela, las clases de inglés se volvieron un ‘must’ en su preparación como princesa. Era imprescindible que esta lo hablara perfectamente; puesto que no solo tendría que ofrecer discursos fuera de nuestras fronteras, sino, también, relacionarse con altos mandatarios de diferentes nacionalidades.

Las duras exigencias del profesor británico de Letizia

En 2004, el periódico ABC publicó las condiciones que Michael Howitt exigía para escoger a un alumno, entre ellas, como ya hemos destacado, estaba que el pupilo o pupila tuviera un buen nivel. A sus clases no se acudía para dominar los verbos intransitivos, no. Él no era una academia particular. Su alumnado debía tener buena base para, así, perfeccionarla hasta llegar a la altura de lo que se esperaría de una reina. Otras de las condiciones que el ‘professor’ pedía era paciencia. Su lista de espera era tan larga que agradecía que los interesados contaran con este don, porque podía pasar bastante tiempo hasta que los pudiera acoger en sus clases.

Howitt se volcó con Letizia. De hecho, con ella hizo algo insólito para él, puesto que el profesor era quien se desplazaba hasta Zarzuela para poder dar estas clases personales. Lo normal era que los estudiantes le visitaran a él en su despacho. La periodista no le decepcionó. En ella encontró a una alumna a su altura, tremendamente perfeccionista y exigente consigo misma. Ortiz Rocasolano se había esforzado por ser la mejor y, en esto, también procuró serlo. 

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Michael Howitt le enseñó un inglés británico elevado, culto, “con una vasta riqueza de vocabulario similar al que pueden emplear los miembros de la Familia Real británica o de la Cámara de los Comunes, así como los funcionarios de los altos cuerpos de la Administración del Estado”, se publicó en medios de la época. A cambio, le pidió una absoluta entrega y ganas de aprender; algo que recibió con creces. 

Su metodología de enseñanza, basada en un aprendizaje eminentemente práctico, en el que prima la conversación, hizo de Letizia la mujer (casi) bilingüe que es a día de hoy. Howitt prefería que la Reina hiciera muchas traducciones, aprendiera el vocabulario de manera orgánica gracias a las charlas que realizaban en cada clase, a que memorizara largas listas de palabras que podía olvidar al cabo de un tiempo. 

El profesor, que siempre destacó por su discreción, jamás hizo ninguna declaración sobre el lado ‘estudiantil’ de esta pupila a quien, hasta el final de su vida, guardó en su memoria. 

¿Qué otros idiomas sabe hablar Letizia?

Y no solo le tocó ponerse las pilas con la lengua de Emily Brontë. Cuando Letizia llegó a la Familia Real también tuvo que prender algunas de las lenguas cooficiales del Estado, entre ellas, el catalán y el valenciano, que maneja a la perfección; así como el gallego y el euskera, de los que tiene unas nociones más básicas. 

Y es que Letizia, además de la mejor alumna, también procura ser la más detallista. La Reina, siempre que viaja al extranjero, o tiene visita de algún mandatario que no hable español, procura aprender algunas palabras en el idioma del país que visite, a modo de gesto de cercanía y proximidad. Así, la hemos visto hablar alemán, portugués, danés o ucraniano, causando siempre una agradable sorpresa en su interlocutor. 

Quizás Letizia no partió con las mejores oportunidades para tener el mejor inglés, y, sin embargo, lo tiene. No, no es por todos los recursos que se destinaron a ello cuando llegó a Zarzuela, no es por los profesores, las clases y las horas de conversación. Eso ayuda, claro. Pero si no hubiera existido un ingrediente fundamental como son las enormes ganas de aprender y el compromiso de la periodista, ese inglés perfecto que ahora produce asombro no sería el mismo. Esfuerzo antes y después. Esfuerzo consumiendo cultura anglosajona, esfuerzo por no querer quedarse atrás, esfuerzo por estar siempre por encima de lo que se espera de ella.