Después de un "¡luces, cámara, acción!" se asume la magia del cine. Todos lo sabemos, como si esa fuese la premisa introductoria a una realidad ficcionada. Que lo es. La cuestión es que, claquetas y clichés aparte, no se trata de algo exclusivo de la gran pantalla. Su hermana pequeña, la televisión, también bebe de estas formas y formatos. De la exageración y lo impostado, por sorprendente que parezca cuando no se trata de una serie o una película con un guion propiamente dicho. El entretenimiento también tiene su parte actoral, con la consecuente capacidad de ocultar cualquier signo de tristeza o debilidad para que el escenario sea coral. Y si no, que se le cuenten a todos aquellos que fueron responsables del triunfo de formatos tan icónicos como el 'Grand Prix del verano'.
Sin lugar a dudas, uno de los ejemplos más paradigmáticos en lo que a los espectadores que buscan diversión se refiere. Aquellos televidentes que buscan alejarse de los dramas del día a día y limitarse a pasar un buen rato. No en vano se hizo llamar "el programa del abuelo y el niño" y así se quedó para la posteridad. Tanto cautivó a las gentes que Radiotelevisión Española no tuvo otra opción que recuperarlo en su parrilla en la temporada estival de 2024 tras una larga ausencia. Un regreso por todo lo alto en los audímetros, con la esencia de siempre, pero también con algunas caras nuevas. Sigue Ramón García, pero ni rastro de tantas antiguas copresentadoras que brillaron en el formato. Mujeres con trayectorias bien distintas, aunque el caso de Pilar Soto sea quizás el más representativo de las desventuras que conlleva la 'cara oculta' de la fama.
La fina línea que separó el éxito y los problemas de salud mental
Corría el año 1999 cuando esta jovencísima rubia apareció por primera vez en las emisiones del célebre formato, aunque un año antes ya había aparecido en la exitosa serie 'Al salir de clase'. No obstante, esta vez fuera del panorama actoral, se unía a 'Ramontxu', ya reconvertido en emblema del programa. Ella, como la recién llegada que era, se encargaba de explicar al detalle en qué consistía cada una de las pruebas que se planteaban a los equipos participantes. La cuestión es que, tan rápido como aterrizó bajo los focos, la audiencia la acogería con los brazos bien abiertos. Risueña, simpática y enérgica. Lo tenía todo para encandilar a los espectadores. Dicho y hecho.
Quién le hubiera dicho a aquella ilusionada Pilar que la más grande de las oportunidades laborales de su vida -al menos, en lo que a exposición mediática se refiere- tendría un altísimo precio a pagar. Un cruel peaje por el que transitar, como si el destino hubiera querido que conociera la parte más oculta de la profesión a la misma velocidad con la que consiguió llegar 'a lo más alto'. Más pronto que tarde, la presión mediática y el interés por su persona hicieron mella. Vestigios de un ascenso meteórico que supuso lidiar con gravísimos problemas de salud mental.
No sería hasta años más tarde de concluir su periplo televisivo que ella misma se abriría acerca de cuan difícil fue aquella época. Todo comenzó con problemas de autoimagen que, desgraciadamente, siguen a la orden del día. Primero cayó en la bulimia, y poco después en la anorexia. Sin duda, el de afrontar un trastorno de la conducta alimentaria, un bache durísimo para cualquier persona que en su caso se tornaba todavía más complejo por "el tipo de vida que llevaba". Lo recordó en declaraciones para 'Camino católico', que el frenesí de "vivir hasta en siete países distintos" era más duro que emocionante por el hecho de que "nunca nadie estuviera esperándome al volver". "Durísimo", rememora, además de evocar apenada como "siempre estaba sola, estaba vacía" porque a su alrededor "no tenía amigos y no tenía a nadie".
Fue esa situación tan delicada lo que la llevó al límite, hasta el punto de pesar 37 kilos y volverse adicta a la medicación. Después vinieron el alcohol y las drogas, refugio en la oscuridad que empeoró todavía más su estado hasta el punto de ingresar en el hospital en reiteradas ocasiones. Ochenta en total, precisó. El caso es que ella seguía trabajando, con la opinión pública ajena a la pesadilla, e incluso atreviéndose a participar en espacios como la segunda edición de 'La isla de los famoS.O.S' en el 2003, el antiguo 'Supervivientes'. Fue la segunda expulsada, y fue justo al salir del programa de supervivencia cuando tuvo lugar uno de los ingresos médicos más complicados. El trago de oír a los médicos decir que difícilmente podrían hacer algo "para salvar su vida". Un final trágico... Que no fue. Porque como el que ve la luz al final del túnel, Pilar encontró en un camino para seguir.
La fe como estilo de vida y reapariciones esporádicas
En ese instante de desesperación, cuando pareciera que todo había terminado para ella tras haber saboreado las mieles de la gloria, pero también incontables reveses, cuando la religión llamó a su puerta. O podría decirse que fue ella quien lo hizo. "Llamé a Cristo", reconoció en su conversación con el citado medio, asegurando que "con los ojos de mi alma, vi su rostro". "Estaba todavía en la cruz, lloraba, y pensé 'Dios mío, qué he hecho?'", relataba sobre esta epifanía, en la que pidió clemencia pronunciando un "no es mi hora" y comprendiendo que "nada justifica haber atentado contra el cuerpo que me has dado".
Desde entonces todo cambió. Hasta el punto tomar los hábitos como monja en el convento de Las Clarisas en Madrilejos, en Toledo, tras una profunda conversación con un cura. El punto de partida a siete años en los que la fe consiguió salvarla del agujero negro que mermó su alegría más inocente. Tiempo de sobras para redescubrir, y también para retomar los viajes, aunque con un propósito muy distinto al que tuvieron para ella en el pasado. Fátima, Lourdes, Tierra Santa o Asís fueron algunos de sus destinos. Tiempo, también, para desaparecer de los medios, aunque sus últimas -y esporádicas- apariciones en escena nos llevan a no hace tanto tiempo. Sin ir más lejos, en el 2014 se sentó en el extinto 'Deluxe' de Telecinco para contar el calvario al que tuvo que hacer frente años atrás.
Una sobrecogedora entrevista con Jorge Javier Vázquez en la que puso en palabras sus episodios de "varias sobredosis" y cómo estuvo "bailando con la muerte muchísimas veces". "Era una niña muy mona y no se notaba, y lo ocultaba como podía porque no tenía que darle explicaciones nadie", se explicó. Catarsis que pilló a gran parte de la audiencia por sorpresa, y que le valió un pase a la 'Sálvame Snow Week' en el 2016. 'Micro-reality' presentado por Carlos Lozano que buscaba nuevos colaboradores para las sobremesas de la cadena, del que resultó primera eliminada. No tuvo suerte y, desde entonces, no se ha sabido de ella. Ni dónde vive, ni a qué se dedica, ni si tiene pareja o hijos. Nada de nada.