¿Y si Letizia fuera más ‘royal’ de lo que muchos creen? ¿Y si sus antepasados hubieran pertenecido a la realeza española antes que los propios de Felipe VI? ¿Sería posible? Una investigación, llevada a cabo por un destacado genealogista, asegura que la Reina posee sangre azul y que de plebeya tiene solo lo que sus detractores nos han hecho creer.
Pero, retrocedamos en el tiempo hasta el año 2009, cuando la abuela de la Reina, Menchu del Valle, recibió la propuesta que podía cambiarlo todo. Letizia llevaba cinco años casada con Felipe VI, ya era princesa de Asturias y sus dos hijas ya se encontraban en el mundo. Era una época en la que la periodista luchaba por encajar, por ser una más en la familia real. Por desprenderse de todas las críticas que le habían dedicado los columnistas de la época, tachándola de arribista y de poco cualificada para el oficio de reina. ¿Qué debía de ser para ello? Era una profesional de destacada solvencia, pero aquello parecía no ser suficiente para la opinión más reaccionaria, que habría deseado ver a Felipe pasando por el altar con una princesa de apellido impronunciable. O, al menos, que fuera aristócrata, ¡qué menos! Pero el hijo de Juan Carlos y Sofía se había casado por amor y eso parecía molestar. Javier Cordero Aparicio, un Teniente Coronel del Ejército, pensó que, costara lo que costara, iba a demostrar que todos se equivocaban y que por las venas de la asturiana corría sangre real.
La abuela de Letizia, la primera en tener constancia
El genealogista estaba convencido de que, si indagaba lo suficiente, podría demostrar que Letizia tenía un pasado coronado. Así que habló con alguien de su círculo de confianza más próximo, su abuela Menchu, y le deslizó la propuesta. A la veterana periodista, habituada a las investigaciones, aquello no le pareció raro y dio su beneplácito. Fue así cómo dio comienzo el exhaustivo proceso que llevó a Cordero Aparicio a recorrer ocho siglos de historia en busca de indicios que demostraran que quienes la criticaban, erraban.
Esta investigación, que se inició en 2009 tras el visto bueno de la propia Menchu del Valle, vio la luz en 2014, coincidiendo con la proclamación de Felipe VI. Era la ocasión perfecta para que se hiciera pública, aunque pocos la recuerdan de esa época. Ahora ha adquirido especial relevancia al resultar compartida por el periodista especializado en Casas Reales, Alejandro Entrambasaguas; quien la divulgó en ‘Fiesta’.
El Teniente Coronel analizó de manera pormenorizada el árbol genealógico de los Ortiz Rocasolano, remontándose hasta el siglo XII; fue entonces cuando logró su magnífico hallazgo. La familia de Letizia entroncaba con, nada menos, que con uno de los monarcas medievales más notorios, Fernando II de León. Dos siglos antes del reinado de los Reyes Católicos, este monarca, nieto de la icónica reina Urraca ‘La Temeraria’, tuvo un papel destacado en el gobierno de León y Galicia durante los años 1157 y 1188. Fue el impulsor de órdenes tales como la de Santiago, para proteger a todos los peregrinos que viajaban para visitar la tumba del apóstol, unió los tronos de Castilla y León; y se casó tres veces.
El hijo del rey Fernando II de León
De su primer matrimonio con Urraca de Portugal nació Alfonso IX, que acabaría sucediéndole en el trono a pesar de que sus contrarios alegaran que era un hijo ilegítimo, pues el monarca repudiaría a su mujer al descubrir que eran primos segundos. Tras obtener la bula Papal, este volvió a pasar por el altar; esta vez con Teresa Fernández de Traba, que moriría dando a luz a su segundo hijo. Por último, su tercera esposa fue otra Urraca, de los López de Haro, que luchó para que Sancho, uno de sus hijos con el Rey, fuera el legítimo heredero en detrimento de Alfonso IX. Finalmente, esto no fue posible; lo que no sabía ella es que su rama familiar sería de la que nacería una futura Reina de España ocho siglos más tarde; pues es ahí, donde, según Cordero Aparicio, entra en juego Letizia.
Según el militar, que ha realizado centenas de entrevistas y ha cotejado miles de documentos, los Ortiz Rocasolano se conectan al rey leonés a través de su tercer matrimonio y gracias a este hijo, que fue legitimado tras el matrimonio de sus padres.
¿Qué opina Letizia de toda esta investigación?
Tal y como asegura Entrambasaguas, la familia de Letizia está al tanto de la investigación. El genealogista compartió toda la documentación recabada, así como las conclusiones finales, a doña Menchu; pero esta, de lo más discreta, no habría querido dar bombo a los supuestos hallazgos. Incluso, fue más allá y aseguró que la propia Reina lo sabe todo. Es más, esta, al conocerlo, se habría puesto en contacto con el autor. “Es un trabajo de investigación impresionante que me ha encantado”, habría dicho, supuestamente, Letizia a Javier Cordero Aparicio. Aunque, lo cierto es que, de momento, no ha habido ningún comentario realizado de manera pública, desde Zarzuela, que confirme o niegue el polémico estudio que, como no podía ser de otra manera, ya ha traspasado fronteras.
“Esto cambia la historia de España” repetían desde ‘Fiesta’ dando un bombo aún mayor a este polémico estudio que, como decimos, vio la luz hace unos años y que ha sido ahora recogido por el programa de Emma García, que no dudaba en asegurar que, lo recogido en el espacio, “será estudiado el día de mañana en los libros de texto”. Y en los libros no sabemos, pero, de momento, está teniendo sus grandes dosis de viralidad, que ha hecho correr ríos de tinta y de ceros y unos en el formato digital.
Este estudio ha despertado sospechas en historiadores y en catedráticos, que no le confieren gran credibilidad. Pocos creen que la familia de la Reina descienda de un linaje monárquico tan antiguo, y quienes lo creen consideran que, si todos nos retrotrajésemos en nuestros respectivos árboles genealógicos, entroncaríamos con la mismísima Isabel La Católica o con Ricardo Corazón de León.
Certero o no, el estudio, al menos, parece haber cumplido con lo impensable: desarmar a los más fieros detractores de Letizia. Aquella tarde, en el plató de televisión, Jaime Peñafiel se quedó, como nunca antes, sin palabras.