De entre todos los herederos de las monarquías actuales, son cuatro las princesas europeas que, como Leonor, se convertirán en Reinas de sus respectivas naciones en un futuro cada vez menos lejano. Amalia de Holanda, Estela de Suecia, Ingrid de Noruega y Elisabeth de Bélgica. Todas ellas con el reto mayúsculo de convertirse en soberanas a la altura de la Corona, con el necesario proceso de preparación que algunas de ellas ya han comenzado. Es el caso de la primogénita de Felipe VI, que desde el pasado agosto de 2023 se encuentra inmersa en su formación castrense y ya ha completado el primer curso tras recibir el Real Despacho de dama alférez cadete del Ejército de Tierra.
Al fin y al cabo, y con la única excepción de la heredera holandesa, es este un trámite por el que el resto de princesas de su edad ya han tenido que pasar. Un paraguas generacional que comprende a las futuras soberanas de Noruega y Bélgica, pues tanto la hija del príncipe Haakon como la del homólogo belga del rey Felipe ya cuentan con una carrera militar a su espalda. De todos modos, cabe destacar que, a pesar de las similitudes, la trayectoria de Ingrid y Elisabeth en este y otros ámbitos ha diferido bastante. Cuestión de cultura o de cómo enfocar un futuro que, en el caso de la hija mayor de los reyes Felipe de Bélgica y Matilde, podría leerse más osado. Para muestra, tres decisiones que Leonor todavía no se atreve a tomar.
Dos formas de afrontar la educación militar
Si se revisa el camino recorrido hasta ahora atendiendo a la diferencia de edad, puesto que Elisabeth ya ha cumplido 22 años y Leonor todavía tiene los 18, podría parecer que todo ha sido bastante similar. Tan similar como que ambas cursaron el Bachillerato Internacional en el prestigioso UWC Atlantic College de Gales, el centro en el que ahora hace lo propio la infanta Sofía. Dos herederas políglotas, capaces de dar discursos combinando idiomas que llevan dirigiéndose al pueblo desde que son muy jóvenes, y que después de terminar los estudios al uso comenzaron su formación militar. ¿Qué hay entonces de diferente en sus determinaciones si los pasos que han dado son prácticamente los mismos?
Para empezar, es inevitable remitir a una cuestión de tiempos. Fue el 31 agosto de 2020, poco antes de poner el broche de oro a un verano pospandémico, cuando la futura Reina de Bélgica ingresó en la Real Academia Militar de Bruselas. Un momento clave en su vida que, sin lugar a dudas, marcó un antes y un después en su compromiso con la Corona y la monarquía, del mismo modo que hizo la Princesa de Asturias en agosto de 2023 al trasladarse a la Academia General Militar de Zaragoza.
La cuestión es que, a diferencia de Leonor, que debe afrontar tres cursos de educación castrense, Elisabeth solamente tuvo que pasar un único curso completo dedicada al Ejército. Dos menos que su padre y también un periodo mucho más corto al que está viviendo la hija de Felipe VI y Letizia, que le permitió dar el paso con el que nuestra heredera todavía no ha procedido: comenzar su formación universitaria. Y este 2024 por fin se ha graduado en Historia y Política por el Lincoln College de Oxford.
Es ciertamente comprensible que Leonor prefiera esperar a concluir esta larga etapa, que en su caso sí durará el mismo tiempo que duró para el Rey en la década de los 80, para matricularse en una carrera. De hecho, así se presupuso desde el primer instante en el que comenzó con el cumplimiento de esta obligación. Obligación de la que ya lleva un tercio completado, pero todavía a la espera de pasar por la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra y la Academia de Aire en San Javier, en Murcia. Itinerario cuando menos exigente que, dada la necesidad de internarse a tiempo completo, dificulta la idea de combinarlo con un grado en la Universidad aunque lo hiciese a distancia. No es de extrañar que haya tomado la decisión de proceder, de nuevo, como lo hizo Felipe VI, y centrarse en una sola cosa. Mientras, y desde el 26 de septiembre de 2023, Elizabeth ha dejado de ser cadete para ser segundo teniente.
Es por eso mismo que, a pesar de no haber desatendido la vertiente académica y sus responsabilidades oficiales, tampoco falla cuando su faceta militar la reclama. Sobre todo en fechas tan señaladas como la celebración de la Fiesta Nacional de su país del pasado domingo 21 de julio. Fue en ese día cuando, por primera vez, la princesa se dejó ver ataviada con el uniforme azul, el de Aire. El caso es que no fue esto lo único que llamó la atención de su estilismo, pues también sorprendió con una decisión sobre la indumentaria que todavía tampoco hemos visto nunca en Leonor: vestir el atuendo militar con zapatos de tacón. Algo habitual para las mujeres militares de Bélgica en ceremonias de esta índole, mientras que la nieta de Juan Carlos I, hasta ahora, siempre lo ha hecho con zapato plano.
Un paso al frente en el terreno sentimental
Dejando de lado las responsabilidades de la Corona y sus formas de entender la moda, incluso en el terreno militar, Elisabeth también ha demostrado ser capaz de dar pasos adelante en el terreno sentimental. Situaciones que la princesa Leonor todavía no ha enfrentado como tener un primer amor 'oficial'. Es lógico que a sus 22 años ya haya tenido tiempo de emparejarse, y así se contó en el periódico belga 'Het Laatste Nieuws'. De acuerdo con la información publicada, la heredera estaría enamorada de Nicholas Dodd, un compañero de Oxford dos años menor. Se llegó a afirmar desde algunos medios que la princesa se habría atrevido a presentarlo a la familia real.
Si así fue queda en el recuerdo de los miembros de la estirpe y remite a un gesto que en ningún caso se le conoce a la hermana de la infanta Sofía en el caso de haber tenido ya una pareja. La Casa Real nunca confirmó nada y se mantuvo en que "no entramos en los rumores sobre la vida privada de los miembros de la realeza". Por contra, la familia de Dodd terminó por desmentir la historia y asegurar en 'Manchester Evening News' que "eso es falso" y "simplemente van a la misma universidad y estudian juntos, al igual que todos sus otros amigos".