Todo el que haya sido protagonista de una boda sabrá que casarse implica mucho más que pronunciar un 'sí, quiero'. Es de conocimiento popular que organizar la ceremonia y el evento posterior no es cosa de un día. Con los nervios y el estrés que pueda suponer ultimar los detalles para que el día sea perfecto, quepa imaginar la escala a la que se elevan los preparativos cuando se trata de una boda real. 'Boda de Estado', para precisar, fue la que tuvo lugar entre Felipe VI y Letizia hace poco más de 20 años.
El entonces heredero a la Corona y la periodista de Radiotelevisión Española contrajeron matrimonio el 22 de mayo de 2004. Un día por todo lo alto en la catedral de la Almudena en el que no faltó de nada. 1.200 invitados, un banquete por todo lo alto, alta costura... E incluso lluvia, algún drama entre los asistentes y los 'problemas de salud' de la novia, que amaneció con fiebre y mantuvo el tipo de la mejor manera. De todo un poco para ser antesala de algo tan importante como lo fue el casamiento: la luna de miel.
Una primera luna de miel obligada que comenzó en Cuenca
Era evidente que el viaje de bodas del futuro Rey de la nación no pasaría inadvertido, y por eso se gestó de una forma muy concreta. Todo estaba planeado y pensado desde el inicio y comenzó con un tour público y ciertamente obligado. Los recién casados no esperaron demasiado para hacer las maletas, puesto que al día siguiente, el mismo 23, ya se dejaron ver en la ciudad de Cuenca.
Fue allí donde comenzaba su particular aventura española. Un recorrido al que dieron el pistoletazo de salida cenando en el mesón Casas Colgadas y alojándose en el Parador Convento de San Pablo. En el breve, pero intenso tiempo que pasaron en la capital de la provincia homónima tuvieron la oportunidad de visitar el puente de San Pablo la catedral de Santa María y San Julián. Pero poco más, porque tocaba emprender el rumbo a la siguiente parada: Albarracín.
Más de 100 km recorrieron para no perder ocasión de estar en uno de los pueblos más bonitos de Teruel, aunque por la tarde ya habían llegado a Zaragoza. La misma ciudad en la que ahora cursa el primer año de formación militar su hija Leonor, y ya entonces un lugar muy importante para el Príncipe de Asturias. Al fin y al cabo, al ser el primero en la línea de sucesión tras Juan Carlos I, también cumplió con la obligación de ser cadete en la Academia Militar General de la capital aragonesa.
Con su necesaria visita a la Basílica del Pilar, cabe destacar que no pernoctaron allí. Fue en el municipio de Sos del Rey Católico, en la comarca de las Cinco Villas, donde la pareja hizo noche. Se repusieron en el Parador Nacional y cogieron fuerzas para seguir con la ruta, porque este tour no paraba. Y es que les esperaban otros tantos días algo más al norte.
Primero vino Olite, un pueblo navarro a unos 40 km de Pamplona, para por fin llegar a San Sebastián. La ciudad del Peine del viento acogió a los enamorados, que no dudaron en pasear su innegable felicidad por el paseo marítimo, degustar la gastronomía vasca en el restaurante Arzak e incluso encontrar hueco para la cultura con una visita al museo de Chillida. Eran tiempos de felicidad máxima y prueba de ello queda en las instantáneas de archivo. Y aunque volvieron a Madrid, todavía les quedaba un viaje mucho menos modesto por delante.
El polémico viaje privado de los Reyes tras el tour por españa
El 27 de mayo, Felipe y Letizia estaban citados fuera del país. ¿Y qué mejor oportunidad que esa para comenzar la luna de miel privada que todavía no había podido vivir? El príncipe Hamzah y la princesa Noor les habían invitado a su boda en Jordania. Un cónclave real en toda regla, porque allí también estuvieron presentes doña Sofía y la infanta Cristina con Iñaki Urdangarin, que todavía era su marido. Cámara de fotos en mano, el hijo del emérito y su mujer aprovecharon para visitar la ciudad de Petra.
Una vez terminado el compromiso, comenzaron con la que sería la madre de las travesías. Durante unas tres semanas, del 31 de mayo al 22 de junio, partiendo de Aqaba, numerosos y exóticos destinos acogieron a los recién casados. Desde California y México hasta India, Camboya, Fiji u otras tantas islas del océano Pacífico. Precisamente fue Fiji uno de los destinos que más llamó la atención, ya que allí se alojaron en el lujoso resort Wakaya. ¿Su precio? La noche en una suite ronda los 6.000 euros, de modo que no está al alcance de cualquier bolsillo.
La cuestión es que era todo tan secreto que, con el tiempo, algunas teorías apuntan a que Felipe y Letizia utilizaba pseudónimos para alojarse en estos enclaves. Concretamente, en el complejo hotelero se habrían hecho llamar Sr. y Sra. Smith. Dinámicas curiosas que se vieron salpicadas por la polémica, cuando en el 2014, 'Vanity Fair' reveló que la encargada de organizar este viaje habría sido Corinna Larsen, 'amiga íntima' del Rey emérito. Y el flujo de información no cesó, porque en el 2020, el británico 'The Telegraph' hizo público el gran gasto que supuso su luna de miel. Cerca de 450.000 dólares a cargo de Juan Carlos I y, en parte, de su amigo y compañero de regatas Josep Cusí. ¿El motivo? Tan sencillo como que era el regalo de bodas que había querido hacer a su hijo y su nuera. Y seguro que lo disfrutaron.