“Este podcast es para todas las mujeres que vivieron una historia como la mía”. La historia a la que se refería Victoria Martín Serrano en el programa de entrevistas de su hija Vicky no era otra que haber compartido marido durante años.
A sus 77 años, esta onubense de estilo racial y contundente, formará parte junto a sus dos hijas y su nieta del primer docurreality de origen español salido de Movistar+. El canal de pago acompañará a ‘Las Berrocal’ -como ya han anunciado que se llamará el espacio- en su día a día, desgranando sus relaciones, éxitos y fracasos.
Convertidas en las nuevas Kardashian patrias, Victoria, Vicky, Rocío y Alba Díaz son cuatro mujeres de generaciones distintas que han aprendido a ser siempre el sostén continuo las unas de las otras. Un matriarcado regido por la nacida en Huelva, que ha enseñado a sus hijas que el amor es lo primero y que siempre una debe obedecer a su corazón. Quizás, por este carácter pasional, ella se vio conducida a una de las historias menos narradas.
"Yo he querido que mi vida así"
Siempre tenemos el relato de la familia engañada. Esa a la que se le oculta la existencia de otra persona y que vive con una venda en los ojos, pero muy pocas veces hemos escuchado la otra parte del relato...
“Mi vida ha sido de rosas y espinas, pero porque yo he querido”, contaba, de lo más emocionada en el podcast de su hija. Han pasado muchos años de aquello, pero a Victoria hay vivencias que no se le olvidan, pues marcaron su vida pero, sobre todo, la de sus hijas.
Victoria apostó por un amor teniendo todo absolutamente todo y a todos en contra. “Me puse el mundo por montera, pero eso traía una mochila detrás… la gente que te miraba mal, que te dejaban de hablar…”, afirma con rotundidad la mujer que fue Miss Huelva en los años 60.
José Luis Martín Berrocal era hijo de un importante empresario que, para alejarle de la fiesta y de su tumultuosa vida amorosa, decidió enviarle a Huelva, donde había comprado una de las líneas de autobuses. Entonces, el heredero se fijó en una jovencísima Victoria, de apenas 18 años, que cada día, de lo más puntual, pasaba por la cafetería donde él desayunaba con destino a su trabajo en unos grandes almacenes. “Siempre me lanzaba un piropo”. Y del piropo a las citas solo hubo un paso.
Empezaron a salir, pero él no le contó todo su pasado. “Yo no sabía todo lo que tenía que saber”. Una noche, a Victoria le chivaron que José Luis era padre de una niña. Lo que la dejó completamente devastada. “Lloré toda la noche, tras eso no quise saber nada de él”.
El padre de Vicky Martín Berrocal jamás se casó
Pero fue imposible zafarse de la insistencia de Martín Berrocal. Él le dijo que había una mujer, pero que no estaba casado con ella, “se murió soltero”, añade a Vicky, revelando que ella tampoco pasó por el altar a su lado. “En una relación siempre hay una parte que quiere más que la otra y me tocó a mí. No me arrepiento de nada”. Esto escandalizaba a sus padres, “nunca le dejaron entrar en casa y jamás vieron con buenos ojos nuestra relación”.
Aun así, Victoria siguió adelante con esta ilusión que la colmaba de felicidad y que la hacía entender que ella no debía vivir su vida conforme a los preceptos de los demás, sino conforme a los suyos propios. Pasó lo inevitable: se quedó embarazada. “Él me engañó. Yo no quería. Y él me engañó”. La jovencita fue capaz de estar 9 meses ocultando sus náuseas y su tripa a todo el mundo. No fue hasta una semana antes de parir cuando, finalmente, se atrevió a avisar en el trabajo de que necesitaba 15 días de vacaciones para poder dar a luz.
Victoria se marchó a Sevilla donde, finalmente, alumbró a su primogénita en completa soledad. “Tu padre te conoció cuando tenías una semana de vida”. Regresó a casa amparada por sus progenitores quienes, en un arranque de protección, espetaron que no debía tener ninguna vergüenza. "¿La gente nos va a dar de comer? Pues la niña se viene con nosotros y eso es un problema de la gente y no nuestro”.
“Yo viví con mis abuelos. Esa fue mi infancia. Yo recuerdo a mi madre en un portal. Cuando venía mi padre, se iba mi madre. Y así fue hasta que tuve 9 años”, recuerda Vicky, que conocía de sobra las reglas que habían impuesto sus abuelos.
Cuando nació Rocío, Victoria y José Luis se marcharon a vivir juntos y empezaron esa vida familiar tan añorada, pero sin olvidar que él también tenía otra. “Lo tenía asumido y no quería que la dejara. No me molestaba. En ese carro íbamos dos familias. Yo estaba acostumbrada a que él estuviera con la otra mujer”.
Aprendió a 'helarse' la sangre
Aun así, Victoria se refiere a todo como “la rosa”, lo bueno de la relación; cuando se refiere a las espinas, ella habla del resto de infidelidades que tuvo que soportar por ese amor ciego que le tenía. “Su único defecto era lo mujeriego que era. Era una detrás de otra, y de otra…”.
¿Cómo aguantar semejante panorama? “Helándome la sangre. Aguantándome lo que tenía que sentir”, resume categórica. "Todo el mundo dice 'a mí no me cambia nadie', y yo me di cuenta de eso muy tarde". Además, le puso un tope. "Yo le decía que le aguantaba todo, pero que si estaba en una relación por tres meses, yo le dejaba. Una vez me fui". Dice que todo le compensaba, habría hecho cualquier cosa. Tras la muerte de José Luis no quiso volver a enamorarse, "sería imposible".
Victoria habla de la libertad y de cómo ella eligió cada paso que decidió dar. Es algo que defiende a capa y espada y que ha querido inculcárselo a sus hijas. Que decidan y no teman seguir adelante con lo que le dicta el corazón, aunque esto, en ocasiones, signifique clavarse alguna que otra espina.