Un año atrás nadie hubiera anticipado el escenario actual en la Corona danesa. Mucho menos la gran polémica que tendrían que afrontar antes de la inesperada abdicación de Margarita II, que en realidad fue leída como resultado de una serie de catastróficas desdichas. Aquellas que pusieron a Federico, por entonces todavía heredero a la corona, en la primera línea de la atención pública por su escapada secreta a Madrid junto a Genoveva Casanova. Fue la revista 'Lecturas' la que descubrió este viaje del príncipe con la mexicana a espaldas de su mujer, Mary Donaldson.

El estallido fue tan sonoro que pronto se precipitó todo por los aires en lo que a la estructura de la Casa Real se refiere. De pronto, la Reina, que llevaba más de cinco décadas al frente de la institución y había jurado y perjurado que no cesaría en su labor hasta el final de sus días, tomaba la decisión de irse. La crónica real apuntó a un ultimátum de la princesa heredera consorte. O reinar o el divorcio. De ser así, ganó la primera opción. El pasado 14 de enero de 2024, el imponente Palacio de Christiansborg vivió la emocionante proclamación del rey Federico X. A su lado, y aunque bajo la alargada sombra de una crisis de pareja, su esposa.

Sonó así el simbólico pistoletazo de salida a una nueva etapa en el país nórdico. Un cambio de monarca, con todo lo que ello implica, en el que no faltaron las controversias desde el principio. Pasos en falso, demasiadas vacaciones y algún que otro gesto de amor impostado les han pasado factura a ambos en estos primeros meses de reinado. El caso es que ellos no han cesado en su propósito de hacerlo lo mejor posible. Cumpliendo con sus obligaciones y compromisos, incluidos los viajes de Estado y una primera cena oficial en las que Mary, como sus homólogas europeas, aprovecha para derrochar elegancia. Y nada mejor para hacerlo que valerse de su nueva tiara favorita.

La tiara Pearl Poire, pieza histórica del joyero real

No es que Mary haya salido al paso para expresar de forma explícita que esta, la tiara 'Pearl Poire', sea su pieza predilecta del joyero real. Un joyero que es fideicomiso de la Familia Real desde que el rey Federico VIII lo estipuló así en 1910 con el objetivo de que ningún objeto de alto valor estuviese fuera de la casa. Así pues, pasan de soberano en soberano, de modo que hasta hace bien poco era Margarita II su principal usufructuaria. En este caso, un conjunto de collar de chatones y tiara de brillantes y perlas con el que se atavió para su primer banquete de Estado en palacio desde que es Reina.

Mary de Dinamarca
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La del martes 8 de octubre fue una noche de máxima importancia, en honor a la empresaria y política islandesa Halla Tómasdóttir, que cruzó el umbral de Christiansborg acompañada de Björn Skúlason, su marido. Visita de para el recuerdo que requería de las mejores galas, y para la que Mary optó por un atuendo azul eléctrico para combinar con este set de joyas y otras insignias como la de la Orden Islandesa del Halcón.

Pero es que para recuerdos todos los que le vienen a la cabeza a la Reina al lucir esta importante 'tiara de reina'. A fin de cuentas, es la misma que eligió para días tan señalados como su primer viaje de Estado a Noruega tras la coronación. No hay duda: es su favorita para los días grandes. Como lo fue de su suegra antaño.

Margarita II
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En sus años como jefa de Estado, Margarita la eligió también para situaciones tan destacadas como su primer retrato oficial en febrero de 1972, tan solo un mes después de ascender al trono. Nada mejor que este emblema de la Corona para una imagen para la posteridad, que había pasado ya por tres generaciones. Primero la reina Luisa, después Alejandrina, consorte de Christian X, y por último la reina Ingrid, que la legó en la madre de Federico. La última vez que la pudo vestir antes de ceder su puesto en el primer escalafón de la institución a su primogénito fue en la última recepción de Año Nuevo, el 1 de enero de 2024.

El accesorio ideal para su primera cena oficial como Reina

Con el brillo de tan resplandecientes joyas y el mismo corpiño de pedrería de Jesper Høvring que llevó en la celebración de los 18 años de su primogénito, el príncipe Christian, Mary se convirtió en una de las grandes protagonistas de la velada. Junto a ella y el Rey, los anfitriones, también la princesa Benedicta, presente en el Gran Salón decorado con 17 tapices de Bjorn Norgaard y motivos florales del otoño como hortensias y crisantemos.

Federico y Mary de Dinamarca
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La mandataria islandesa, que apostó por la pedrería también en su vestido, pudo degustar junto al matrimonio real y el resto de invitados un exquisito menú de tres platos. Cargado de guiños a la realeza daneas, además, pues según apunta 'Billedbladet' el principal fue un ballotine de pollo de Grasten, lugar de veraneo del soberano y su familia, con rebozuelos de Tren Skov, enclave en el que el matrimonio tiene su pabellón de caza. Y de postre: crema bávara y albaricoques encurtidos. Una delicia.