“Estoy viva. Y con muchas ganas de seguir adelante y de trabajar”. Sonia Martínez, la musa de los niños españoles de los años 80, había tocado fondo, pero aquel día, ante Isabel Gemio y una audiencia millonaria, ella quería gritar a todos su compromiso con el proceso de curación y desintoxicación en el que se hallaba inmersa.
La historia de Sonia Martínez es la de tantos juguetes rotos que la televisión crea y destruye. A los 20 años, mientras trabajaba como peluquera, la madrileña fue descubierta para convertirse en el rostro de las tardes infantiles de Televisión Española. La jovencita fue escogida entre cientos de candidatas para presentar el programa ‘3, 2, 1… contacto’, que acercaba la ciencia a los pequeños y pequeñas.
Sonia cayó bien de inmediato. La gente conectaba con su dulzura innata y su manera de comunicar, cercana y tierna, que la convertía en la perfecta niñera que todos soñábamos. No había Mary Poppins mejor que Sonia Martínez. En la cadena gustó tanto, que le encargaron otro proyecto y cometido especial, nada menos que ser la sustituta de todo un icono, Mayra Gómez Kemp. En 1983, el espacio de entretenimiento, dedicado a los benjamines de la casa, cambió de presentadora y Sonia se convirtió en su nueva y mejor baza.
Sonia Martínez, la presentadora preferida por la audiencia
Lo suyo era pura magia natural. Su desparpajo no había sido aprendido en ninguna escuela de interpretación. Martínez poseía un talento natural sin destilar, por lo que, durante los años 1983 y 1984, se convirtió en la ‘niña bonita’ de la cadena pública.
Cuando el programa llegó a su fin, Televisión Española le propone otro proyecto: ser una de las azafatas del ‘Un, dos, tres’; pero a ella no parece interesarle mucho y siente que debe probar otras vías para seguir creciendo profesionalmente.
En su mesita de noche se empiezan a amontonársele los guiones y las opciones. Sonia Martínez ha decidido que quiere probar suerte en el cine y acaba participando en proyectos tan de su época como ‘Perras Callejeras’, ‘Epílogo’ o ‘Violines y trompetas’.
Su ascenso fue fulgurante, pero su caída en picado también se dio a la misma velocidad.
El descenso a los infiernos de Sonia
Año 1985, Petri, su madre, a la que está muy unida, fallece a una temprana edad víctima de un cáncer. “Eso es el principio de su desgracia, porque Sonia desarrolla una depresión que ella camufla con fiesta y diversión”, se dice en uno de los reportajes que se han llevado a cabo este 2024 con motivo del trigésimo aniversario de su muerte, ‘La última noche de Sonia Martínez’.
En 1986 regresa a la televisión y, pero la jovencita que vuelve a Prado del Rey no es la misma que lo abandonó hace solo dos años. Sonia ha empezado a tomar drogas y acepta un programa que se llama ‘En la naturaleza’, donde recorría parques y parajes naturales de nuestro país. Mientras graba este espacio, la veinteañera es fotografiada por un paparazzi, en topless, en una playa de Ibiza. Sobre este suceso existen dos versiones, una que asegura que la presentadora pactó las imágenes, puesto que necesitaba el dinero, y otra que ella fue una simple víctima.
Cuando la portada ve la luz, el machismo de la época cae sobre ella como un ave rapaz. Su imagen candorosa acaba de hacerse añicos y las críticas son feroces. Al ente público no le queda otra que retirarla de la programación y rescindirle su contrato.
Sonia Martínez se acababa de quedar sin trabajo y su despido provoca que la industria entera le dé la espalda. La joven, que aún no ha cumplido los 30, solo recibe ‘noes’ y rechazos, lo que la sume en una absoluta desesperación y disgusto consigo misma que la lleva a consumir más droga.
Caída en las drogas y sida
“Empecé y yo no era consciente”, confesaría en una entrevista a Pepe Navarro. “Yo tonteaba, y, un buen día, me levanté con un estado de ansiedad, de malestar… me dolía el alma. Y ese día me di cuenta de que lo necesitaba. A partir de entonces ya no me ponía para colocarme. Me ponía para quitarme los dolores”.
La heroína se convirtió en su perdición. En este tiempo, conoció a José Manuel Padilla, que también era toxicómano; y en 1991 la pareja tuvo a un niño, Hugo. La joven se vio incapaz de criarle y, dada su adicción, el pequeño acabó en manos de un centro de acogida.
“Gracias a dios no he robado. Siempre he tenido ahí a gente que me ha dado dinero, sin saber ellos para lo que era, lógicamente. Si saben para lo que es no me lo dan”, desveló en una entrevista en la que pedía trabajo, dado que su situación era absolutamente desesperada. “Entonces yo ya me encargaba de montar el show para que me lo dieran. Los toxicómanos somos bastante mentirosos en ese aspecto”.
Esta mala situación económica la llevó a vender su cuerpo. “¿De qué vives, Sonia?”, le preguntaba Pepe Navarro en los años 90, “de la prostitución”. La ex estrella de televisión contaba su desesperada historia buscando que alguien le ayudase. En esa misma entrevista, también se atrevió a confesar que se había contagiado de SIDA. “Me rechazan constantemente porque ha salido en portada que tengo los anticuerpos. Cada vez que quiero volver a ser una persona normal, no puedo. Me rechazan. Me dicen que no”.
El recuerdo de su único hijo
Hasta ese momento, ningún otro rostro conocido había hablado abiertamente de sus adicciones y de todo lo que estas habían implicado. Aun así, nadie hizo nada por ella.
Sonia murió a los 30 años por un fallo multiorgánico, una sepsis y una cirrosis hepática. Cuando falleció, su hijo solo tenía 3 años y no recuerda nada de ella. Tampoco sabía de su existencia. Él conoció la identidad de su madre biológica con 12 años, y lo hizo porque descubrió que le correspondía una herencia, que su madre le dejó tras haber ganado un juicio, por el que obtuvo una indemnización.
Hugo asegura que este documental le ha servido para entenderla y para acercarse a ella. Para conocer a una figura que muchos creyeron maldita, pero de la que él asegura sentirse “superogulloso de ella, de principio a fin”.