Había algo en ese nombre que resonaba con ellos. “Leonor”. Era vibrante y potente, propio de reina. Lo que ella sería el día de mañana. Letizia y Felipe dudaron durante meses, pero, al final, a última hora, se decidieron. La princesa debía llamarse así. Estaba claro. 

Sonaba bien y poseía un trasfondo histórico aún mejor. Los últimos siglos de reinado de los Borbones no nos ha dejado a ninguna princesa con este nombre. Cuantas menos reminiscencias familiares, más libre sería la niña, que crecería con la oportunidad de ser (casi) pionera. 

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No hubo concesiones a segundos nombres. Leonor y punto. Mientras que sus primos atesoran una cantidad ingente de designaciones para, al final, solo ser “Pipe” o “Vic”, la primera hija de Letizia y Felipe sería, sencillamente, Leonor. Y el mismo ejemplo siguieron con su hermana Sofía, para la que, en esta ocasión, sí hubo guiño familiar a la abuela paterna.

LEonor de aquitania y leonor de castilla

Cuando en 2005 la familia anunció el nacimiento de la pequeña y el nombre por el que sería conocida, España entera se sorprendió. La opción escogida no se encontraba en ninguna de las listas de posibles candidatos, en las que abundaban los recuerdos a abuelas, tías y hasta a bisabuelas. ¿Mercedes? ¿Sofía? ¿Eugenia? ¿Pilar? Ninguna convencía a los padres primerizos que, como todos, buscaban con ahínco cuál sería la mejor posibilidad. 

Para inspirarse, los padres miraron muchos libros de historia y se fijaron en mujeres fuertes que habían marcado su época. En la Edad Media encontraron a una gran candidata: Leonor (Alia Aenor) de Aquitania. Esta mujer, que primero reinó en Francia y después fue reina consorte para los ingleses en el siglo XII, participó en las Cruzadas y dio a luz al mítico Ricardo Corazón de León. Una joven noble, culta y valiente; unos rasgos que seguro que Letizia y Felipe también querían para su primogénita. 

Leonor de Aquitania fue madre hasta en diez ocasiones. Engendró reyes, príncipes, princesas y también a reinas. Una de sus hijas, quien también llevó por nombre el de la actual Princesa de Asturias, se casó con Alfonso VIII de Castilla y se convirtió en la consorte de la Corona castellana durante 1170 y 1214. Esta fue una monarca absolutamente entregada a su pueblo, que la recibió con un enorme cariño y que ella devolvió con creces. Si su madre participó en la Segunda Cruzada, ella no se perdió la Batalla de las Navas de Tolosa (Jaén), donde mostró su carácter más guerrero. Curiosamente, la muerte de esta, un 31 de octubre, coincide con la misma fecha de nacimiento que la de la primogénita de nuestros reyes. Eso sí, casi 800 años más tarde. 

“Leonor de Inglaterra sirve de modelo de algunas reinas hispanas del Medievo”, escribió la catedrática de Historia María Jesús Fuente. “De tan convencional, se la ha considerado el prototipo de realeza femenina que aparece en el código de las Partidas”, escribió en un artículo para El País.

Las 'otras' Leonores

Vendrían más reinas y princesas que serían bautizadas como Leonor. La siguiente fue una hija de la reina castellana, Leonor de Aragón, que acabó casada con Jaime I, quien solicitó la nulidad matrimonial por cosanguinidad, por lo que acabó sus días como reina sin corona.

En el siglo XIII, llegaría otra Leonor más. Esta acabó como reina de Inglaterra tras casarse con Eduardo I, quien, a su muerte, la lloró de una manera llamativa, pues hizo llenar todo el país de cruces, algunas todavía en pie, como la que se erige sobre el céntrico Charing Cross de Londres. 

Leonor de Habsburgo, Leonor de Portugal, Leonor de Alburquerque, Leonor de Sicilia… De hecho, la primera de ellas, hija de Juana de Castilla y Felipe 'El Hermoso',  hasta fue Princesa de Asturias, al menos durante unos meses hasta que nació su hermano. El nombre se popularizó en los siglos XIV, XV y XVI gracias a los bailes de princesas, que hicieron rodar el apelativo por todas las cortes europeas, convirtiéndolo en uno de los preferidos entre las nobles y damas de la realeza. 

¿Qué significa el nombre de Leonor?

Los expertos no se ponen de acuerdo con el origen etimológico del nombre. Los hay que lo sitúan en la cultura árabe, otorgándole el significado de “Dios es mi luz”; mientras que los que defienden su origen griego señalan que Leonor proviene de Leocadia, “la que todo lo ilumina con su blancura”.

Todos viran sobre los conceptos de luz, blancura, iluminación... Significados que casarían con lo que Letizia y Felipe imaginaban para su primera hija. Un ser de luz, lleno de pureza, que transmite esperanza y que alumbra con su reinado. 

Las reinas que inspiraron a los progenitores de nuestra princesa eran mujeres que, a su manera, transformaron la monarquía. Históricamente, la figura de la reina se nos dibuja únicamente destinada a traer hijos (varones) al mundo. A procurar el siguiente heredero. Auténticas incubadoras humanas desposeídas de toda ambición y trabajo más allá de la crianza. Pero con Leonor de Inglaterra, reina consorte de Castilla, parece que todo cambió. Se nos presenta ante nuestros ojos una mujer que es madre, sí, pero, además, es muchas otras cosas. Es consejera, es mediadora y se preocupa por su pueblo. Además, también cumple funciones de patrocinadora de la cultura y las artes. Es alguien que participa de manera activa en el reinado y que desea hacer cosas por su pueblo, preocupándose, además, de transmitir toda la esencia de este. 

“En los documentos de Alfonso VIII aparece una fórmula, ‘reinando en uno’, que parecía indicar la igualdad de los cónyuges en la toma de decisiones”, destaca la catedrática de Historia Medieval de la Universidad Carlos III de Madrid. Esta fórmula recalcaría el importante papel de las reinas, y que, años más tarde, llegaría a su culminación con el “tanto monta, monta tanto” de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.

Leonor, al igual que todas ellas, romperá el círculo. Será la primera reina en asumir la jefatura de Estado desde, en el siglo XIX, Isabel II. Sus discursos de servicio y entrega a todos los españoles le procuran no acabar como su predecesora, apodada la de los 'tristes destinos', debido a que acabó destronada. En ocasiones, es mejor fijarse en lo Medieval.