Once años se cumplirán en este 2025 desde que Felipe ascendió al trono. Más de una década de reinado, en la que el soberano ha tratado -con bastante éxito- de revertir la imagen dañada de la Corona que quedó tras los escándalos protagonizados por Juan Carlos I, su padre y predecesor. Junto a él su mujer, doña Letizia, que poco a poco ha terminado dejando también su huella particular en esta nueva etapa. Ambos dispuestos a cambiar el rumbo, a modernizar y desmarcarse de todo lo arraigado al pasado y pudiera no convenir. ¿O no del todo?
La realidad es que, al fin y al cabo, la Familia Real no deja de ser una familia. Y como en cualquier familia cada uno tiene sus propias opiniones. Precisamente por eso, aunque los Reyes compartan muchos intereses y aficiones, no es de extrañar que también tengan diferencias de parecer sobre asuntos determinados. Véanse esos arraigados a determinadas tradiciones, que en el caso del Rey beben del legado de la estirpe, como puedan ser el gusto por la tauromaquia. La afición taurina, tan palpable en otros miembros del clan como el emérito y la infanta Elena, y que recientemente ha 'recuperado' el monarca.
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Los toros, tradición familiar con la que Letizia no comulga
Si se revisa el histórico, y en líneas generales, lo cierto es que el soberano actual siempre ha demostrado un interés mucho más sereno y discreto por el toreo. En resumidas cuentas, nunca ha destacado en exceso por apoyar esta disciplina. Como una especie de resultado de los estímulos recibidos en el seno familiar a medida que ha ido creciendo, pues mientras su hermana mayor o su progenitor son grandes aficionados -y han sido vistos en corridas en incontables ocasiones-, su madre doña Sofía reniega por completo de todo lo concierne a esta tradición. ¿El motivo? El inconmensurable amor que la emérita profesa a los animales.
En cualquier caso, parece que Felipe no es tan radical, como sí que podría decirse que lo es Letizia. La consorte nunca ha sido vista en una plaza de toros para asistir a una novillada ni hay previsión de que suceda en el futuro. Como su suegra, prefiere evitar este tipo de acontecimientos, y todo apunta a que es su faceta más animalista la que la invita a hacer lo propio. Solamente haría falta revisitar todas esas veces en las que la madre de Leonor ha mostrado su cariño por otros seres vivos, como en el reciente encuentro con las personas sordociegas, donde no dudó en acariciar a un perro guía.
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La cuestión es que, con o sin ella, tampoco se ha puesto sobre la mesa nunca el planteamiento de que el jefe de Estado deje de acudir a corridas cuando le plazca. Algo que, de forma intermitente, sigue haciendo, a pesar de no contar con la compañía de su esposa. Para muestra, una de sus últimas apariciones, cuando durante una visita a Valencia se dejó ver en la Plaza de Toros para no perderse uno de los actos taurinos más destacados de la temporada.
El último evento taurino en el que Felipe se ha dejado ver
Fue hace muy poco. El pasado 19 de marzo, Día de San José -y del padre-, el Rey regresó a la Comunidad Valenciana. Uno de los enclaves que tanto él como la Reina han frecuentado más en los últimos meses, como muestra de su preocupación por las devastadoras consecuencias de la DANA que azotó a muchas localidades el pasado octubre de 2024. El caso es que esta vez lo volvió a hacer en solitario, y además en un contexto de máxima dicha para la zona: las Fallas.
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De ahí que pudiera Felipe visitar Torrent, disfrutar de los ninots o de las calles, indiscutiblemente inundadas por el ambiente festivo, pero también de la corrida de toros benéfica que tuvo lugar en la capital valenciana. La misma en la que, desgraciadamente, el diestroBorja Jiménezsufrió una cornada.