De aquella Claire Liebaert que todos descubrimos el 4 de octubre de 1997, elegantísima vestida con su dos piezas champán, queda poco o nada. Los disgustos vividos en los últimos años han hecho mella en una mujer que, a pesar de todas las vicisitudes, trata de seguir sonriendo; aunque solo sea por su hijo Iñaki Urdangarin.

Sin duda, le ha tocado el peor papel de todos. Cuando imputaron a Iñaki, ella trató de mantener la calma y creer hasta el final a su hijo. Después, cuando la condena de 5 años y 10 meses por malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias fue una realidad, la de origen belga volvió a hacer lo mismo. De nuevo, respiró pausadamente y trató de digerir, poco a poco, que el niño al que crio en la honradez y el esfuerzo, entraría en la cárcel. 

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Liebaert, como cualquier madre, mantuvo su fe ciega en la versión de su hijo y en su inocencia. Y, cuando este cumplió condena, ella, en parte, también atravesó su particular penitencia. Esos dos años y seis meses en prisión parecieron milenios para ella. 

Cárcel para Iñaki, purgatorio para su madre 

En la cárcel de Brieva, Iñaki jamás se sintió desamparado. Fuera le esperaba un colchón familiar de lo más sólido. Las visitas, tanto de su mujer, la infanta Cristina, como de sus hermanos y de su madre, que fue la primera que acudió a encontrarse con él, le mantenían confiado y, en cierto modo, en paz. Los suyos no le habían abandonado en su momento más bajo. Todo lo contrario, se habían volcado aún más con él. 

Cristina se puso en contra a toda su familia y Claire también vivió su viacrucis particular al tener que escuchar insultos hacia su hijo. Su forma de ser, discreta y callada, le obligaba a llevar en el más absoluto silencio el malestar que toda esta situación le provocaba. 

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Poco dada a hablar a la prensa, solo concedió sus primeras declaraciones a los medios cuando Iñaki obtuvo su primer permiso. “Estoy muy bien, muy contenta”, decía con el rostro de mayor satisfacción que había esbozado en los últimos años. Su hijo iba a pasar las fiestas con ella, y era la mejor noticia que le podían haber dado. “No puedo decir nada más”, se excusaba, cuando las reporteras le preguntaban si Cristina y los niños les acompañarían. 

Finalmente, sí que hubo reunión familiar. Claire se dejó ver muy cómplice con su nuera, a la que tenía un tremendo cariño y consideraba una hija más. Liebaert admiraba la determinación de la infanta, capaz de enfrentarse a una institución como la Corona, por defender su amor por Iñaki. Pocos lo habrían hecho, pero Cristina fue capaz de eso y de más; lo que provocó en la suegra un sentimiento de agradecimiento infinito, quizás llegando a sentirse en deuda con ella por el enorme sacrificio que estaba realizando. 

Iñaki, de vuelta a casa con mamá

Cuando en 2021 Iñaki Urdangarin obtuvo la libertad condicional, tras haber cumplido dos tercios de la condena, el deportista regresó a Vitoria al piso familiar, junto a Claire. Volvían los planes de madre e hijo, las jornadas tranquilas en casa y una vuelta al pasado que Urdangarin creyó que no regresaría. 

Entonces empezó a trabajar como consultor en el bufete de abogados Imaz&Asociados. Un prefecto primer paso para su reinserción completa. Este empleo post cárcel, tal y como insistía su letrado, era esencial para su vuelta a la rutina. Con lo que nadie contaba era que este contrato, además, provocaría un terremoto en la vida privada de Urdangarin. Porque, gracias a esos meses compartiendo oficina y madrugones, conoció a la mujer de la que se enamoraría. 

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Así vivió Claire la traición de Iñaki a la infanta Cristina

Enero de 2022. La revista Lecturas publica las primeras fotos de Iñaki Urdangarin y de Ainhoa Armentia en actitud cariñosa. Se les ve juntos, en la playa, donde se ríen relajados mientras se dan la mano. Ella es una mujer casada, madre de dos niños y que trabaja como administrativa en el bufete que ha fichado al ex jugador de balonmano. España entera acaba de descubrir que el matrimonio de la infanta está completamente roto. Ella, inclusive.

Nada hacía sospechar que la pareja estaba en crisis. De hecho, tras el paso por prisión de Iñaki, la familia insistió en dar una imagen de unión y de ser una piña frente a las adversidades. Pero, al parecer, la realidad era otra

La actitud que tomaron estos nuevos novios en ciernes fue la de guardar silencio, pero no ocultar lo que había entre ellos. No desmintieron ninguna información y la prensa continuó sacándoles en diferentes citas y encuentros. 

Un divorcio que ha tardado en llegar dos años

Mientras Ainhoa Armentia se separaba de su marido, Iñaki continuaba viviendo en casa de su madre y la infanta Cristina con la alianza de casada. La separación era más que evidente cuando, por fin, dos años más tarde se confirmó la disolución del matrimonio. 

Y, a todo esto, Claire en el centro de la polémica. Tragando saliva. Optó por la discreción, como de costumbre, y, ante los micros de la prensa, juró que Cristina siempre sería una hija para ella. Es verdad. En 2023, para hacer ver que entre ellas no había ninguna clase de rencilla, reaparecieron juntas, de la mano, cómplices y demostrando a todos que las diferencias que podían existir con Iñaki no tenían nada que ver con su madre. Suegra y nuera se dejaron ver en un partido de Pablo, el único de los Urdangarin Borbón que ha seguido los pasos de su padre. 

Fue un trago amargo el que Iñaki hizo tragar a su madre. Si pensaba que con verle en el banquillo de los acusados y entre rejas no había sido suficiente, ponerla en semejante tesitura fue la puntilla. Pero, aun así, ella, madre devotísima, no dejó de apoyar a su vástago. 

Pero aún quedaba otro trago difícil de pasar: el encuentro entre Claire y la nueva novia de su hijo. Ainhoa Armentia e Iñaki Urdangarin mantienen una relación de lo más seria en la que ambos ya viven juntos, y él es uno más en la familia de ella; sin embargo, no ocurre a la inversa. El ex deportista olímpico no le ha presentado su pareja a sus propios hijos y pasaron muchos meses hasta que esta conoció a madre de su chico. De esta manera, se dijo, provocaban menos dolor a la infanta, aunque, lo cierto, es que él estaba deseando de compartir absolutamente toda su vida y sus personas más importantes con ella. 

No fue hasta 2024 cuando se publicaron las primeras fotos de la suegra ysu (nueva) nuera. La relación era más que evidente, puesto que comparten urbanización. Y es que el piso escogido por Iñaki y su novia no podía estar muy lejos de casa de mamá... así que se mudaron a un piso en el mismo residencial de Claire. Las imágenes que, de nuevo, volvieron a ser portada en Lecturas, mostraba a las dos mujeres con actitud tierna y cariñosa, demostrando que el corazón de la belga es lo suficientemente grande para dar cabida a todo el mundo. Y, por su hijo, haría cualquier cosa.