No cabe duda de que la aventura náutica de la princesa Leonor estará llena de retos, pero también de recuerdos y grandes momentos compartidos con sus compañeros. El buque escuela Juan Sebastián de Elcano es mucho más que un velero de instrucción para la Armada Española. Se trata de un símbolo de tradición, disciplina y formación que ha acompañado a diversas generaciones de guardiamarinas.
Como parte de su formación militar, Leonor de Borbón embarcó en el emblemático buque para completar una de las etapas más simbólicas de su instrucción en la Armada. Como una más entre los cadetes, la infanta siempre ha hecho gala de seguir el ritmo de todos sus compañeros y no utilizar sus privilegios ‘royals’ en ningún momento.
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Ahora, la heredera que sigue los pasos de su padre, Felipe VI, viviendo allí su formación militar al completo, pero también, disfrutando con todos los momentos compartidos con sus compañeros y compañeras mientras surcan el Atlántico. Entre las múltiples costumbres que se celebran a bordo, destaca el llamado bautismo del ecuador, un rito que marca el paso de los tripulantes novatos a verdaderos marinos tras cruzar la línea ecuatorial. Este año, Leonor podrá vivir esta tradición. ¿Cómo será?
El bautismo de Leonor
Leonor salió hace unas semanas de Cádiz y, tras pasar unos días en las Islas Canarias, se han embarcado en muchos días de travesía marítima, concretamente 22, para cruzar el océano Atlántico y llegar hasta Sudamérica, específicamente hasta Brasil, donde desembarcarán el 14 de febrero. Para ello, tendrán que cruzar la línea del ecuador y será ese momento un gran hito para los cadetes siguiendo una tradición centenaria en la navegación.
Cuando un barco cruza la línea ecuatorial por primera vez durante un viaje, los marinos que nunca han vivido esta experiencia son sometidos a un rito de iniciación en el que deben superar distintas pruebas. ¡Y por supuesto Leonor, que está siendo tratada completamente como una más entre sus compañeros y compañeras, también será partícipe de este momento especial!
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Durante la ceremonia, los novatos deben someterse a distintas pruebas físicas y de ingenio, además de recibir la “bendición” de Neptuno, el dios de los mares, interpretado por un veterano de la tripulación que se disfraza como el dios romano del mar. Con este rito, Leonor se unirá a la larga lista de marinos que han cruzado el ecuador a bordo del Juan Sebastián de Elcano, siguiendo los pasos de su parte, Felipe VI.
Retos, risas y “corte de pelo”
Según explica Paloma Barrientos en ‘Vanitatis’: “Se va llamando a todos los primerizos para ese bautismo en el que se utiliza un líquido preparado a base de aceite y colorante”. Además, explica algunas de las pruebas y retos que se proponen. “Neptuno y los suyos ponen el barco patas arriba, algo que consiste en el cambio de galones. Por ejemplo, el cocinero se apropia de los del oficial, este de un marinero de máquinas, y la guardiamarina Borbón Ortiz de cualquier otro. Durante un par de horas tienen que hacer las tareas propias del cargo al que han optado por ese intercambio organizado por el rey del mar y sus súbditos”, explica.
A esto se suma una “ofrenda” al mar. “Los “bautizados” tienen que pagar un tributo y ofrecer un mechón de pelo que corta algún personaje de la comitiva real.” El precioso pelo rubio oscuro de Leonor se convertirá en un tributo muy especial y su enorme vinculación y compromiso con su formación militar para convertirse, en el futuro, en la cabeza de todos los ejércitos.
El día a día de la princesa en Elcano
Más allá del aprendizaje técnico y las maniobras náuticas, la experiencia en el Elcano ofrece a los guardiamarinas una oportunidad única de fortalecer el carácter, enfrentándose a retos personales, y también fomentar el compañerismo con personas que te marcan de por vida. Lo vimos no hace mucho cuando el rey Felipe VI se reencontró con sus compañero militares. Ahora, es Leonor la que está forjando estas amistades que la acompañarán toda la vida.
Y es que, además de todo el aprendizaje de la travesía, la convivencia en un espacio tan reducido y el trabajo en equipo hacen que esta experiencia sea más dura, pero también mucho más emotiva para los cadetes. La infanta, como el resto de sus compañeros, sigue un horario estricto que comienza antes de las 8 de la mañana. Durante las mañanas, asiste a clases teóricas sobre navegación, meteorología y estrategia naval, mientras que las tardes están dedicadas a prácticas en las que se pone a prueba el conocimiento adquirido.
Disfrutando con los compañeros
Tras esto, tiempo libre, pero sin televisión ni, apenas, internet, por lo que la unión entre los cadetes es fundamental. No hay lujos ni comodidades excesivas y la privacidad es prácticamente inexistente por lo que es inevitable que se creen fuertes conexiones durante todos estos meses en alta mar.
“Una vez a la semana hay conciertos de música a cargo de la banda compuesta por militares, competiciones de juegos (parchís, ajedrez, dominó, mus, cine) y semanalmente la preparación de Tele Elcano”, explica la periodista, que no duda en definir de qué se trata este divertido proyecto: “En este ‘informativo’ en el que participa toda la tripulación, desde el capitán al marinero, se emiten situaciones cómicas que suceden en la travesía.”A pesar de su posición como futura reina, en el barco es una más, tal y como siempre ella ha deseado.